¹⁵ | Tom Moments

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Bendita suerte que tenía, hace unas dos horas que Tom se preparaba para irse de regreso a casa junto con sus pertenencias y las de Cailin, pero media hora antes una pequeña lluvia había iniciado, y poco a poco empeoraba. El chico de ojos color miel maldecía desde la ventana de su habitación, mirando como las gotas de agua caían de manera fuerte. Salir en esos momentos sería algo peligroso, más si necesitaba manejar unos pocos kilómetros sobre lodo, podía quedar estancado, incluso derrapar de manera peligrosa. Estaba desesperado por irse, pero no se pondría en riesgo si deseaba llegar con Cailin en perfectas condiciones.

Se sentó en una esquina de la amplia cama y tomó entre sus manos su cabeza, ¿qué sucedía con él? Muchas veces, la mayoría de su tiempo lo pasaba con la chica, y en esos momentos que la deseaba a su lado, era demasiado extraño el no tenerla, pues ella solía darle cariños sin siquiera pedírselos, aunque a veces decía que no los deseaba, nunca se negaba a ellos.

• • •

La pequeña tormenta había durado lo suficiente como para que Tom se quedara durmiendo mientras meditaba las cosas, suficientes como para que la cabeza le doliera un poco. Unos cuantos golpes en la puerta le despertaron de su momentánea pasividad; después de tercer golpe, Bill entró.

—Lo siento si te despierto, pero creí que tal vez querrías almorzar algo.

—¿Almorzar? ¿Qué hora es?— Preguntó ya sentado sobre la cama.

—Son casi las tres- Anunció entrando y cerrando la puerta detrás de él, dispuesta a averiguar lo que sucedía con su hermano. —Antes de bajar... ¿Qué es lo que pasa? Hoy estás extraño, anoche desapareciste y hace unas horas estabas como loco por querer irte cuando escuchaste lo de Cailin. No me quieras decir que no es nada, porque sé que lo es y no esperaré a que me lo cuentes en otro momento.

Tom le miró, no se saldría tan fácil de esa situación con su gemelo, le contaba todo a su hermano, no importaba que fuera, a pesar de que odiara recibir sermones después. El chico de cabellos largos acomodó sus codos sobre sus rodillas y unió sus manos como si pensara en algo importante, y tal vez en realidad lo hacía; suspiró y entonces se puso de pie dedicando una pequeña sonrisa falsa.

—Bill, solo te diré que me dirás: "te lo dije".

Aquellas palabras fueron más que suficientes, Bill sabía que Tom había hecho algo de lo que se arrepentía. Se puso de pie y se encaminó hasta la salida.

—¿Ustedes... Terminaron?— Preguntó antes de que Tom saliera de la habitación.

—Me dejó y... Después de lo de anoche, pensé que las cosas estaban... Bien, supongo... Pero cuando la quise abrazar, ella ya no estaba a mi lado— Explicó Tom mientras se detenía a abrir la puerta y se quedaba en el marco de esta misma. —Te veré en casa, almorzaré cuando llegue.

Una vez dicho eso, cerró la puerta y se dirigió hasta su auto. También buscó a Ria, le había prometido llevarla a casa, aunque sinceramente deseaba dejarla en medio de la nada para que ya no molestara más. Muchas veces le era fastidiosa.

• • •

Ria hablaba, y hablaba, y hablaba, no se callaba, era una chica superficial, demasiado para el gusto de Tom. Ni él mismo entendía cómo podía soportarla, como podía dejar muchas veces a Cailin solo para pasar tiempo con ella.

El camino ya se le había hecho demasiado largo, sentía que había manejado por más de cinco horas, estaba cansado a pesar de haber dormido lo necesario por la mañana. Se detuvieron en un restaurante para comer algo, él no tenía mucha hambre, así que pidió algo demasiado sencillo, mientras que la chica pedía una ensalada, como casi siempre.

—Estás raro— Dijo molesta por ser ignorada todo el día.

—¿Por qué? ¿Porque no te llevé a la cama ayer en todo el día u hoy en la mañana?— Estaba de mal humor, y aquellas palabras las dijo sin pensarlas, no quería ofenderla a pesar de que lo que decía era algo sincero. —Lo siento, es solo que a veces desearía que te calles por un par de horas.

Ella solo le miró con el ceño algo fruncido, pero no dijo más y decidió callarse para continuar comiendo su ensalada.

• • •

Estacionó el coche frente a la casa de Ria, le ayudó con sus maletas y sin siquiera despedirse simplemente se fue, directamente a casa a de Cailin.

• • •

—¿Cailin? Creía que ella estaba en la casa del lago.

Tom había tocado la puerta con cierta desesperación, llamando enseguida la atención de la madre de Cailin. Su visita fue como una sorpresa, pues así como él, la madre pensaba que Cailin se encontraba disfrutando de sus vacaciones. La señora Owen intentó contactar a su hija, sin embargo esta no contestaba las llamadas. Era claro que ella no había llegado a casa, su madre no sabía nada, mucho menos su padre y hermano mayor.

Se disculpó y se retiró de la propiedad, dirigiéndose ahora a su propia casa que estaba a solo unos pocos metros. Pensaba y pensaba donde podría estar, y mientras lo hacía, logró almorzar algo, tomar una ducha y de nuevo caer dormido perdiendo la noción del tiempo.

"Sus manos eran suaves, igual que su piel, sus labios eran perfectos, más cuando se curvaban en una muy grande sonrisa. Sus dientes blancos y perfectos hacían de esa sonrisa más bella. Sus ojos, oh sus ojos son tan extraordinarios, están llenos de ternura y emociones. Todo de ella me aparece por pequeños recuadros, son todas las partes físicas que me gustan de ella. Incluyendo sus pechos.

Ella me dice algo, pero no entiendo. Sus labios se mueven de manera negativa, y no me gusta. Tomo su mano, no quiere, pero sí me besa. Después se va con alguien más, me mira por última vez y mueve su mano sobre su estómago, como si tuviera hambre. Eso es una promesa, no logré entender, sin embargo parecía prometedora".

No entendía, apenas despertó estaba desorientado, ¿qué clase de sueño había sido ese? Podía llamarle pesadilla, pues no le gustaba el hecho de que ella le dejara. Posiblemente se estaba poniendo muy sentimental, y de un día para otro ya se comportaba tan... Poco Tom, ni sus palabras, acciones y pensamientos era algo casual en él.

Habían dicho que Jeremy y Cailin se fueron juntos, así que, ¿qué tan tonto fue como para no imaginar desde un inicio que seguro estaba con él? Con pereza se puso de nuevo sus zapatos, era ya de noche, había dormido casi todo el día.

Tuvo que hablar con Vanessa para pedir la dirección de Jeremy, quién en un inicio se negó, pero después cedió con aquello. No le fue difícil encontrar la casa, a unas cuantas casas vivía un buen amigo suyo, pero en ese momento lo importante era Cailin, le tenía desesperado, incluso nervioso; había pensado en que decir durante todo el camino, pero estaba seguro de que apenas la tuviera frente a él, toda palabra planeada se le escaparía y no saldría mucho, probablemente solo estupideces que hicieran molestar a la castaña de ojos verdes.

Insistió en la puerta por unos minutos, quizás cuatro, hasta que la puerta se abrió. Detrás de ella estaba él, Jeremy, sin camisa y sus ojos azules parecían cansados, le habían despertado de su larga siesta. Tal como Tom, Jeremy estaba sorprendido: Tom, porque se podría decir que el chico estaba "desnudo" y eso le hacía tener ideas que le hacían sentir celoso y muy molesto. Jeremy, porque nunca pensó ver a Tom en su propia casa, pero sabía por qué estaba ahí.

—Tom, ¿qué haces aquí?— Preguntó despertando enseguida e irguiendo su espalda de manera seria.

—Creo que lo sabes bien, vine por Cailin— Respondió mientras hacía lo mismo que Jeremy, al mismo tiempo.

Estaba hablando de manera autoritaria, como si a pesar de todo Cailin le perteneciera a él, y a nadie más, y bueno, eso era realmente lo que Tom creía y quería que fuera realidad.

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