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Era un nuevo día, otra vez llovía y el ruido le despertó debido a su sueño ligero. Se quedó como hipnotizada mirando por la ventana y recostada desde su cama, no se movía, incluso parecía muerta por su gran concentración.

―Puedes pasar.

Exclamó después de haber salido de su trance y escuchar como su hermano insistente golpeaba la puerta solo para molestar. Cailin suspiró de manera profunda y se sentó sobre la cama mientras tallaba sus ojos y bostezaba.

―¿Qué hora es?―. Preguntó al sentir como su hermano se sentaba justo a su lado. Flexionó sus piernas y las abrazó contra su pecho.

―Las siete en punto. Tienes que arreglarte o ponerte algo que te cubra más.

―¿Por qué?

―En primera está lloviendo y hace frío, en segunda, habrá visitas. Mamá invitó a la nueva vecina.

―En primera, me gusta el frío. En segunda... ¿Mamá hizo qué? ¿Acaso tiene tiempo para eso? ¿No ella trabaja las veinticuatro horas del día?

Habló con cierta sorpresa, pues era cierto que sus padres apenas y se percataban de su presencia, seguramente apenas se enteraban de que su hijo mayor había terminado ya su servicio militar. Pero como enterarse si se la viven de trabajo. Al parecer comenzarían a cumplir su promesa, en esa promesa se habían comprometido a estar más al pendiente de sus hijos, tomar más a pecho su papel como padres.

Sam no dio muchas explicaciones sobre las visitas porque ni siquiera él sabía demasiado sobre ello. Cailin solo se dedicó a despertar con tranquilidad y se tomó su tiempo pues no estaría en casa en todo el día, por lo tanto no le importaba demasiado quienes fueran los visitantes.

• • •

Las actividades de ésta chica terminaron antes de tiempo, junto con su mejor amiga, Vanessa, tuvieron un día algo cansado, ya no tenían ganas para hacer muchas cosas más, pues estaba a punto de atardecer y solo tenían las ganas de tirarse sobre algo cómodo, comer una gran pizza con champiñones y ver una buenas películas de terror durante todo la noche hasta quedar dormidas.

―... Y él en verdad es... ¡Increíble!―. Exclamó Vanessa con entusiasmo haciendo ademanes con las manos y mostrando una sonrisa de chica tonta. Sí, de enamorada.

―¿Hace cuánto que se conocen?―. Le preguntó Cailin feliz por su amiga.

―Nueve meses. Comenzamos a ser enamorados oficialmente después de los primeros seis meses, a los dos meses y medio me preguntó si quería ser su novia. De verdad estoy feliz y... Creo que, muy, muy enamorada.

Algo que Cailin siempre quería saber, era el cómo era estar enamorada, como se sentía sonreír todo el día por una persona y querer estar con él o ella siempre que se le extraña. No sabía, y creía que aún no llegaba ese momento de saberlo.

―¿Cómo es él?

―Bill es el novio perfecto, o bueno, es así como yo lo veo. Es detallista, cariñoso, pero no hasta el punto de ser fastidioso; siempre se preocupa por mí, me deja lindos mensajes... Si te refieres a físicamente, es alto, mucho; es rubio, se ha teñido el cabello muchas veces, creo. Es delgado, pero tiene lo suyo, me gusta demasiado.

―Sí, puedo notar eso... De verdad me alegro por ti, espero poder conocerlo pronto.

―Cailin, prometo que te lo presentaré muy pronto, te caerá muy bien y seguro se llevarán aún mejor.

―Seguro que sí.

Durante el resto del camino de regreso a casa de Cailin, Vanessa continuó hablando de su relación perfecta, también hacía sus preguntas tontas como: "¿Qué hay de ti, hay alguien que te guste? ¿Has tenido alguna cita?" Las respuestas siempre eran las mismas: un simple "no" y luego un suspiro algo pesado. No le gustaba hablar demasiado del tema.

La familia Owen (es decir, la familia de Cailin), eran de buena economía, por lo tanto, Cailin por una parte era obligada a llevar consigo un chofer, a pesar de tener su propio auto y regalos que no eran muy deseados pero sí demasiado caros.

En cuestión de minutos estuvieron en casa, Vanessa pasaría unas semanas en casa de la familia Owen debido a que debía acostumbrarse a vivir en Los Ángeles, vivía en Alemania, fue ahí donde conoció a Bill, durante sus vacaciones en algún lugar turístico de ese mismo lugar. Cailin comenzó a sentir curiosidad, pues su amiga comenzó a describir al gemelo de Bill, las características que le mencionaba eran muy parecidas a las del chico que apenas hace horas había conocido. Su plática se terminó en cuanto llegaron, bajaron del auto y tomando las bolsas de las pocas compras que habían hecho, entraron riendo un poco mientras murmuraban algunas cosas.

―¡Cailin, Vanessa, vengan un momento por favor!―. Llamó la señora Owen desde el living.

Uno de los trabajadores de la casa tomaron las compras y se encargaron de llevarlas a las respectivas habitaciones, después de ello caminaron hasta la sala. Ninguna de las dos pensó que las visitas estarían hasta tarde.

Mientras que Cailin se quedó parada mirando a todos, como si estuviera en shock, Vanessa muy sonriente saludó a todos y al final a un alto chico lleno de tatuajes y percings. Por aquel beso y recordando cada descripción que ella le había dado, supo que se trataba de Bill, su novio. Con un suspiro Cailin por fin salió de su trance y comenzó a saludar a todos hasta que llegó al último chico que conocía desde... Desde ayer. Él había sido la razón por la que se quedó en un inicio sin palabras.

Les pidieron acompañarlas, lo que justo le puso algo nerviosa a Cailin.

―Nos volvemos a encontrar.

Murmuró con una sonrisa pícara y mirando al frente, como si escuchara la plática de los adultos.

―S-sí, así parece―. Tartamudeó un poco y en mentalmente se dio un golpe por eso. ―No pensé que fueras el nuevo vecino, Bill debe de ser tu gemelo―. Agregó enseguida para poder pasar desapercibida o al menos hacer que olvidara eso.

―Sí, recién me mudé con mi hermano, mi madre y mi padrastro aquí, venimos de Alemania... ¿Cómo sabes que Bill es mi gemelo?

―Sé que vienen de Alemania y sé que Bill es tu gemelo porque Vanessa me lo dijo. Habla mucho de Bill.

―Ah, ahora entiendo. Bill también habla mucho de ella, a veces es un fastidio, pero bueno, es mi hermano. ¿Qué tanto te han dicho de mí?

―Mmm... Me han dicho que eres muy amigable... Con las mujeres bonitas...―. Lo último lo murmuró y miró hacia el suelo con una sonrisa algo apenada por decir aquello.

Tom logró esconder una risa, era claro que su ego era demasiado.

―Sí, bueno, digamos que logro hacer buenas amigas.

Si Cailin odiaba algo, era que los hombres sean tan presumidos, o mejor dicho machistas. Tom tenía algo de eso. No respondió a eso, solo asintió una vez y miró hacia otro lado, fue entonces cuando notó que su hermano la miraba con detenimiento, como siempre, la estaba cuidando sin importarle si era demasiado obvio o grosero.

―¿Siempre es así?

―¿Qué?

―Ese chico... Sam, supongo. ¿Siempre te mira de esa manera? Es como si con eso dijera que nadie puede siquiera verte.

―Ah, sí. Es mi único hermano y el mayor, hace dos días regresó de su servicio militar y es sobreprotector conmigo. Así que sí, siempre es así.

―Ya veo. En fin, creo que pronto nos iremos, mi hermano y yo mañana iremos a desayunar, seguro que Vanessa irá, ¿quieres ir conmigo?

Addicted to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora