Apenas una semana había pasado desde la última vez que Cailin había hablado con Tom. Lo extrañaba, claro que lo hacía por más que se lo negara a sí misma, un primer amor no se olvida tan fácil, y ahora lo sabía.
En cada momento trataba de hacer algo diferente, salía con su hermano o Jeremy, pero siempre estaba Tom en su mente; leía, y siempre algún texto le recordaba a él; dormía y soñaba con la primera vez que le había hecho el amor. Las películas tampoco le servían, nada le servía.
—Me iré pronto.
Dijo Jeremy a su amiga al notar que no le había prestado atención o respondido cuando le platicó sobre su hogar en París.
—¿Qué? Perdón, yo... No te escuché...
Dijo Cailin con una tímida sonrisa. Otra vez trataba de no pensar en Tom, pero sin darse cuenta lo tenia en mente. Tenía y quería hacer algo al respecto.
—¿Pasa algo? Te decía que pronto me tendré que ir de nuevo París...
Ella bajó los cubiertos y de un momento a otro el hambre se le había escapado por completo.
—No te puedes ir... Es decir, sí puedes, pero... Pero no quiero.
Las palabras salieron por sí solas, y ello hizo que Jeremy sonriera, lo que su amiga había dicho, simplemente le estremeció el corazón de la emoción.
—Yo también te voy a extrañar, Cailin.
Puso su mano sobre la de ella, y con cariño la acarició. A cailin se le erizó la piel, y seguía sin saber por qué le pasaba eso. Le miró y con un suspiro se inclinó sobre la mesa para poder mirar mejor a la chica bajo las suaves luces del restaurante en que cenaban.
—¿Qué, qué pasa...?— Preguntó ella extrañada.
—Deberíamos de irnos si ya no tienes hambre.
Señaló su plato con una sonrisa y soltó la mano de quien estaba enamorado. Cailin no entendió, pero asintió aceptando el irse de ahí. Ambos ya habían comido lo suficiente.
Se fueron de ahí, y el camino fue silencioso hasta llegar a un parque demasiado tranquilo, pero que era completamente hermoso por su naturaleza y las tenues luces que le daban un buen ambiente. Era un parque grande y completamente público, pero en ellos mayor parte del tiempo solo lo frecuentaban parejas, personas adultas o que buscaban algo especial. Ese lugar sin duda era especial.
Eran casi las diez, y a esas horas el lugar era algo solitario, y eso lo hacía mejor, pues era algo íntimo, por poder llamarle de alguna manera.
—Este lugar me encanta— Cailin estaba sonriente y apoyada sobre el pequeño puente de brazos cruzados
—Lo sé, por eso te traje.
Jeremy se acomodó a su lado con una gran sonrisa. Le encantaba sorprender y consentir a su mejor amiga, con quien claro, esperaba llegar a más. Él era el único que la conocía lo suficiente, se podría decir que era quien la conocía perfectamente, y Jeremy simplemente amaba todo de ella, todo.
—Claro que lo sabes.
Le puso los ojos en blanco y le sonrió a su acompañante dejando al final salir una pequeña risa. Jeremy la miró con detenimiento, mirando cada rasgo de ella, acomodando un mechón suelto detrás de su oreja.
—¿Qué? ¿Por qué me miras así?
Él pensó las cosas por un momento, y luego con un suspiro, tomó algo de valor.
—Eres inteligente, y hermosa, creo que eres alguien perfecta, pero creo que también eres algo tonta y ciega.
—¿De qué hablas?
—Espera, solo escúchame...— Cailin solo asintió, algo nerviosa. —No le daré tantas vueltas al asunto, porque por más que haya planeado cada palabra, sé que no me saldrán... Te quiero, y lo he hecho durante mucho tiempo, se supone que regresé para decírtelo, pero tú ya estabas con... Él.
Omitiendo el que mencionara a Tom, Cailin con una media sonrisa se dio la media vuelta y apoyó su espalda contra el puente.
—Jer, sabes que yo igual te quiero...
Y ahí estaba de nuevo, sin entender nada de lo que quería decir realmente. Bajó la mirada y con ambas manos se frotó el rostro, tal vez no estaba siendo demasiado claro.
—Lin, sigues sin entender, preciosa.
—¿Entender qué, Jer?
Se rascó la nuca y se relamió los labios, lo que tenía en mente, sería la única manera de que ella entendiera.
Aprovechando la posición de Cailin, Jeremy simplemente se puso frente a ella y antes de que pudiera decir algo, la tomó de la nuca y la besó sin pensarlo más, si iba lento, lo dudaría, y probablemente en cuanto Cailin supiera sus intenciones, lo rechazaría. No se arriesgó a eso, así que solo la besó, casi obligando a que ella entreabriera los labios, lo cual Cailin hizo más bien por la sorpresa.
Claro que la tomó por sorpresa, ahora entendía perfectamente la manera en que la quería. Ahora sabía lo tonta y despistada que había sido.
Sus ojos estaban abiertos, tratando de mirar lo que ahí pasaba por más que era obvio. Sus labios no correspondieron al beso, su mente aún procesaba todo... Su mejor amigo la besaba, su mejor amigo la había querido desde hace mucho, su mejor amigo lo había intentado siempre y ella no se dio cuenta. Su mejor amigo realmente la amaba.
Mentalmente alguien le dio una patada, y su reacción fue cerrar los ojos y corresponder a ese beso que le hizo erizar la piel desde un inicio, que le hizo sentir nerviosa. Le gustaba, sí, le estaba gustando la manera en que la besaba, no podía negarlo.
Se separó de ella lentamente, ambos mantuvieron los ojos cerrados por unos segundos y Jeremy fue el primero en abrirlos para poder mirar la expresión de Cailin, quien se debatía en si debía de salir corriendo de ahí o escucharle en caso de que tuviera algo que decir.
—Supongo que esto es una de las cosas importantes que querías decirme...— Murmuró, pues Jeremy aún mantenía cierta cercanía entre los dos. —¿Qué era lo segundo?
—Una propuesta.
—¿Una propuesta? ¿Qué tipo de propuesta?— Aquello la inundó de la curiosidad.
Suspiró y se separó de ella, poniendo ambas manos a los costados de la baja Cailin. Aquello era una sensación agradable a su parecer, por lo que no le pidió que se alejara. Algo como aquello, fue algo que siempre había deseado, y él se lo dio sin siquiera tener que pedirlo casi a gritos... Como tenía que hacerlo con Tom.
—Dijiste que querías alejarte de algunas cosas, tomarte un tiempo, iniciar de cero, por así decirlo...
—¿Ajá...?— Asintió una vez para que él prosiguiera. No entendía muy bien por donde iba, pero hacía que el corazón se le alborotara por los nervios.
—... Me iré en dos semanas... Ven conmigo a París, Cailin... Yo estaré contigo siempre, si no quieres vivir conmigo, podemos buscar un departamento para ti, y te ayudaré con los gastos.
Aquello hizo que Cailin se quedara sin aire. Eso en definitiva no se lo esperaba, ¿le estaba pidiendo que vivieran juntos? Estaba con la boca abierta, no sabía que decir, eso podía ser demasiado, pero igual era buena idea para alejarse de muchas cosas, para iniciar de cero.
—Jer... Me has tomado por sorpresa, y-yo no sé qué decirte... Debo de pensarlo, ¿sí?...
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Addicted to you
RomancePrólogo ―No me dejes― exclamó el chico con lágrimas en los ojos. Instagram: @writer.cjg