¹⁴ | Tom Moments

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Había frío, tal vez mucho, era muy temprano, las cinco y media de la mañana con exactitud. Estaba incomodo, se sentía solo, que era como estaba. Con Cailin entre sus brazos se sentía más que bien, más aún después de haberle hecho el amor. Bien sabía que era la primera vez que dormía más que bien.

Sus manos intentaron estrujar con cariño el cuerpo de su chica, pero estos estaban vacíos; sus manos buscaron a su lado pero ese lugar solo estaba frío y solitario. Abrió los ojos poco a poco, extrañado, su mirada se paseó por la habitación y no había una sola señal de ella. Se puso de pie y fue al baño, tampoco se encontraba allí, su ropa no estaba, claramente se había ido. Tom no entendía, tomó asiento en la cama aún con frío y miró hacia cualquier punto fijo.

Le había dicho que la quería, tal vez de una manera extraña, pero le dijo de alguna manera que la quería, incluso lloró pidiéndole que no lo dejara, ¿Cómo él haría eso con su gran ego y porte de "nada me importa"? Sus sentimientos eran claros aunque lo negara y demostrara lo contrario.

De repente sintió cierta desesperación. ¿Le había dejado ahí solo después de lo de anoche? Sí, y esa acción le era muy conocida, él siempre lo hacía después de tener sexo con alguna chica. Se vistió sin más y salió de la cabaña en dirección a la casa principal. Ingresó con cuidado de no despertar a nadie, creía que Cailin podía estar en su habitación, así que fue directo a ella con la esperanza de poder encontrarla despierta y poder hablar acerca de su relación, aunque más bien Tom creía que lo de anoche, había sido una completa reconciliación, pero no.

Tocó la puerta un par de veces, pero no hubo respuesta, lo intentó tres veces más, pero tampoco. Entró con cuidado y llamándola por su nombre, no había nadie en la cama y tampoco en el baño, pues este estaba completamente abierto y con la luz encendida. Sus cosas aún estaban ahí, así que dedujo que había salido, probablemente estaba tan confundida como él en esos momentos.

Salió de la habitación y fue a la suya para ponerse algo más abrigador, la hora hacía de la mañana un poco más fría de lo normal, sobre todo por la zona en la que se encontraban. Al final decidió darse una ducha, estaba distraído, muy distraído, se quedó bajo el agua aproximadamente media hora, no sabía en qué pensar, qué hacer. ¿Cuándo había sido la última vez que le había pasado algo así? La respuesta era nunca, nunca le había sucedido, nunca se había puesto a pensar en cómo arreglar las cosas con una chica, normalmente no le interesaba y pensaba que nunca le interesaría. No hasta que la inocencia de Cailin le atrajo de la manera más extraña, y cada día lo hacía más, dejándose él llevar sin darse cuenta, o tal vez sí, pero lo ignoraba de alguna manera.

• • •

Todos estaban sentados en la mesa, tomando su desayuno mientras platicaban de manera animada. Claro que así era, nadie estaba enterado de todo lo sucedido la noche anterior, y Tom no sabía si deseaba que todos ahí se enteraran.

El chico de cabellos largos bajó mientras se ponía una playera, aún pensaba, pensaba todo de manera detallada. De su serenidad lo sacó un beso rápido en los labios, por instinto dio un paso hacia atrás.

—¿Qué haces?— Preguntó algo molesto por aquel repentino beso, agradeciendo que nadie le haya visto.

—¿Qué hago? Lo de siempre...—. Una vez más Ria se le abalanzó encima buscando sus labios para devorarlos de un beso, a lo que Tom raramente se negó y la pelirroja se extrañó. —¿Qué sucede, no quieres un buen desayuno?— Le cuestionó coqueta.

Aquella mañana, probablemente era la primera vez que Ria no le despertaba ni un solo deseo a Tom por sus acciones, palabras o cualquier acción que al chico le sedujera como antes. Cailin ocupaba toda su mente en ese momento.

—Te dije que ahora no— Le reprimió molesto, haciéndola a un lado. La chica se molestó.

Caminó apresurado, una vez más pensaba que Cailin estaría en la mesa junto con los demás, pero al observar cada rostro, no pudo encontrarla.

—Hey hermano, ¿bueno días?— Le saludó Bill y luego su novia solo con una sonrisa.

—... Bueno días— Respondió después de unos segundos con cierta decepción.

—¿Pasa algo?— Su expresión había sido algo obvia, por lo que Vanessa no pudo evitar preguntar.

—No, solo... ¿Dónde está Cailin?— Soltó aquello sin darle más vueltas al asunto, pero de igual manera las palabras se le habían escapado.

—No la he visto, la última vez que la había visto fue ayer, la cabeza le dolía y se fue a su habitación, ¿no está ahí?— Explicó la mejor amiga de Cailin.

—Yo tampoco la he visto hermano.

Tom negó con la cabeza a la pregunta de la novia de Bill, entonces tomó asiento, no tenía hambre, comenzaba a preocuparle aquella chica de ojos hermosos.

—Entonces, no tengo la menor idea, tal vez esté en la cabaña que está a unos metros de aquí— Al escuchar que Vanessa mencionaba la cabaña, Tom sonrió ante el recuerdo de él y su chica, haciendo el amor. —¿De qué te ríes?

Tom levantó la mirada y negó una vez más con la cabeza mientras su lengua jugaba con su piercing y cruzaba sus brazos sobre su pecho.

—Tampoco Jeremy está aquí.

Observó Bill. Entonces Tom, quien miraba la mesa de manera fija, levantó su mirada, otra vez observaba a todos. No se había percatado de eso, ni su Cailin, ni tampoco Jeremy estaban ahí. Eso le dio malas ideas, ideas que no le gustaban.

Un celular sonó y Vanessa se disculpó para ponerse de pie e irse a responder esa llamada, se alejó unos pasos, lo suficientemente lejos como para no escuchar, pero lo suficientemente cerca como para poder mirar sus expresiones. Ella hizo una exclamación que llamó la atención de todos, estaba con cierta sorpresa, y entonces se giró para verlos, mostrando una sonrisa algo nerviosa, mirando al final a Tom, algo que él no entendió. De nuevo regresó a la mesa, tomando asiento.

—¿Qué pasa amor?— Le preguntó Bill.

—No es nada, solo... Ya sé dónde está Cailin.

—¿Dónde?— Se apresuró a decir Tom.

—... En casa.

No era una muy buena o mala noticia, pero el escuchar que Cailin se había ido "sin razón alguna", sin decir nada, era algo sorprendente para muchos, o para todos.

—Con Jeremy.

Concluyó Tom claramente molesto, sus expresiones le delataban. Vanessa asintió con algo de cautela.

—Se fueron demasiado temprano, Jeremy me pidió que cuando estemos de regreso llevara las cosas de Cailin, ha dejado todo.

—¿No era Cailin con quién hablabas?

—No, era Jeremy. Intenté llamarle a ella, pero supongo que está apagado.

No se dijo más, Tom se puso de pie aún molesto y subió a la habitación en la que Cailin se quedaba. ¿Qué le sucedía? ¿Por qué se iba sin decir nada? Se sentía utilizado de alguna manera, la sensación era molesta, demasiada.

«Una cucharada de tu propia medicina, Kaulitz»

Le regañó su subconsciente. Tomó un par de prendas que había de Cailin en el suelo y su maleta igual, comenzó a guardar sus cosas hasta que sintió cierta presión en el pecho. Sentía que ella, su chica, le estaba dejando sin importarle que le pidió con lágrimas que no lo hiciera, pero, en el fondo, tal vez muy en el fondo, él sabía que bien se lo merecía por todo lo que le había hecho. Aun así no lo dejaría pasar todo de manera tan fácil, no estaba seguro de sus propios sentimientos, pero no deseaba dejarla.

Addicted to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora