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La luz del sol comenzaba a ser muy molesta, así que se movió en su asiento, sin embargo el cinturón de seguridad le limitaba las cosas. Con un suspiró abrió los ojos poco a poco parpadeando varías veces para acostumbrase a los rayos de sol que le daban de manera casi directa. Las casas pasaban, una tras otra, y entonces se giró y miró a su lado a su mejor amigo, conduciendo ya muy cansado al parecer. Sin ella darse cuenta, le observó mientras él miraba al frente. Tenía un hermoso perfil.

—Bueno días— Le saludó de manera suave y con una media sonrisa al notar la mirada de Cailin sobre él.

—Buenos días— Respondió sonriendo y bajando la mirada por ser atrapada en el acto.

—¿Has dormido bien?

—Un poco, sí, gracias. Tú necesitas una siesta, él viaje es más largo de lo que recordaba— Comentaba mientras se estiraba un poco y miraba por la ventana, el lugar le era conocido, pero no era la zona donde ella vivía. —¿Estás manejando a tu casa?— Preguntó algo confundida.

—Sí... Creí que era mejor, pensé que sería mejor mientras... Te ponías mejor.

—¿Ponerme mejor? ¿De qué hablas?

Sonreía un poco confundida, no entendía sus palabras. Él señaló uno de los espejos del auto y ella algo desorientada se miró en él. Vaya sorpresa que se llevó. Ojos hinchados y rojizos, y el labio inferior rojo e hinchado igual. ¿Era enserio? Ni ella misma se lo podía creer, no lo recordaba y no se había dado cuenta de que había llorado mientras dormía y se mordía en labio inferior para reprimir tal vez algún sonido. ¿Era eso posible?

Guardó el espejo, estaba apenada, había llorado frente a Jeremy, solo esperaba no haber hablado mientras dormía. Sus manos agarró entre sí y jugó entre ellas avergonzada. Su amigo no dijo nada al respecto, actuaba como si nada hubiera ocurrido, eso le daba cierto alivio, se sentía como una tonta, lo que realmente era.

Estacionó su auto en el garaje y apagó el motor mientras soltaba un largo suspiro y dejaba caer ambas manos sobre sus muslos y dejaba caer la cabeza hacia atrás, sobre su asiento. Se quedaron ahí unos minutos, hasta que Cailin reaccionó ignorando sus propios pensamientos.

—Anda, vamos, necesitas descansar.

Exclamó de manera cariñosa. Él sin protesta alguna, giró su rostro hacia ella y le sonrió. Dejándose llevar por su instinto, Jeremy elevó su mano derecha y acarició la barbilla de Cailin, dejando que después su pulgar acariciara su labio inferior. Cailin se quedó quieta, se sentía nerviosa, pero no lo demostraba, por alguna razón, lograba sostener la mirada de su amigo sin tener que irse corriendo enseguida.

Más tarde ambos sonrieron de manera tonta y bajaron del auto para poder ingresar a la refrescante casa de Jeremy. Sencilla y acogedora, a Cailin simplemente le gustaba. Era un día muy extraño, a pesar de haber dormido durante el camino, se sentía exhausta y la cabeza le dolía, como si ella hubiera ingerido todo el alcohol de la pequeña fiesta que tuvieron en la casa del lago.

El lago, esa sola palabra le traía recuerdos y le hacía sentirse mal. El terminar con Tom, gritarse, besarse de manera necesitada por primera vez, haciendo el amor, Tom llorando y pidiéndole que no lo dejara y ella finalmente huyendo de él. No, no huía... ¿O sí? No estaba segura. ¿Huía o solo se escondía? No sabía lo que hacía en realidad, estaba confundida, pero eso sí, estaba segura de que no deseaba ver a Tom, al menos no por un tiempo. Debía sentirse tranquila y organizar sus pensamientos, de esa manera podría mirarle y hablarle sin sentir dolor, al menos no tanto como en esos momentos con tan solo recordarlo.

—¿Pasa algo?

Por un momento, Cailin pensó que podía leer sus pensamientos, pero no, ella muchas veces era delatada por sus expresiones. Poco sabía ocultarlas. Negó enseguida con la cabeza y sonriendo para que solo lo dejara pasar.

—Estoy bien.

Con solo eso, Jeremy la abrazó y le dio un tierno beso en la frente, algo inesperado pero que al final logró tranquilizar a la joven Cailin.

Por unos minutos, se encontró anonada mirando al hermoso chico moverse de un lado a otro por la cocina, él estaba cocinando mientras ella solo le miraba, no le permitía hacer nada, siquiera ayudarle a poner la mesa, cada vez que intentaba ayudar con algo Jeremy le advertía con una mirada haciéndole reír y regresar a su asiento frente a la pequeña mesa que había en la cocina.

¿Qué acaso no era un hombre perfecto? Era muy guapo, cocinaba, era gracioso, consentidor, como un niño pequeño pero completamente maduro como el hombre que era; trabajador, coqueto cuando la ocasión se daba, entre otras cosas. Y Cailin estaba enamorada de alguien que era justamente todo lo contario, o al menos en la mayoría de aquellas cosas.

El tener al chico a su lado le sacó de sus pensamientos y miró su platillo de comida, vaya que se miraba delicioso y seguro que sabía de igual manera. Le dedicó una amplia sonrisa mientras él tomaba asiento a lado de ella.

—Adelante.

Le señaló como gesto de cortesía, permitiendo que ella comiera primero para luego él poder hacerlo. Ese hombre era todo un caballero sin lugar a dudas. Su sabor era simplemente exquisito, aunque en su mayoría eran verduras —cosa que Cailin odiaba— comía todo sin queja alguna, Jeremy era lo más parecido a un chef, pues no solo el sabor era bueno, sino también la presentación que le había dado al platillo. El desayuno pasó algo silencioso, pero para nada era incómodo.

—¿En qué piensas?

Preguntó entrecerrando un poco los ojos después de haber terminado el último bocado de comida de su platillo, Cailin otra vez se perdía sin darse cuenta, y como siempre, era atrapada. La joven negó con suavidad pero sin muchas ganas a lo que el chico suspiró y alejó su plato bajando la mirada en tanto se limpiaba sus rosados labios con una servilleta.

—Estás pensando en él.

—... ¿En quién?— Preguntó ella tratando de hacerse a la tonta.

—En tu novio, en Tom— Exclamó sin rodeos. Por alguna razón se sentía molesto, aunque más bien eran celos.

Ya no respondió más, si mencionaba aunque sea una sola palabra, se soltaría a llorar en seguida tomando en cuenta lo sensible que era. Jeremy la miró, esperaba una respuesta y no se callaría hasta resolver las pequeñas dudas y preguntas que tenía en mente. Cailin se mordió en labio inferior con algo de fuerza y tomó aire para luego sonreír.

—Tú cocinaste y pusiste la mesa, déjame a mí levantarla y lavar los platos—. Habló para desviar el tema, cosa que a Jeremy le fastidiaba, por lo que antes de que se levantara por completo la tomó del brazo para volver a sentarla, ella le miró con algo de sorpresa por la repentina acción.

—Soy tu mejor amigo, ¿no? Cuéntame lo que pasó.

—Es algo sin importancia— Se apresuró a responder mirando hacia otro lado. Le miró a los ojos, esos hermosos ojos y una vez más jugaba con sus manos por los nervios, no sabía por dónde iniciar, que cosas debía de decir y qué cosas no. —... Terminé con él, y yo... Me sentí tan molesta que de repente dije cosas que me había guardado todo el tiempo, lo que pensaba, lo que sentía, lo que odiaba de él, todo— Explicó mirando hacia un punto fijo en tanto recordaba lo sucedido. —Muchas veces me dejaba llevar, un simple beso o un "perdón" me bastaba. Pero creo que acumulé tantos sentimientos que anoche exploté con todo... Me pidió que no lo dejará, pero... Me sentí con la necesidad de huir de él, esconderme quizás— Confesó sin darse cuenta de aquello último, pero solo así pudo entender que aquellas palabras eran sinceras, que era lo que necesitaba. Huir y esconderse de Tom.

—¿Te hizo algo como para querer hacer eso?

—No, solo... Lo quiero lejos de mi vida por al menos un tiempo... Quiero pensar. Soy débil, y sé que podría caer de nuevo en sus brazos...

Addicted to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora