El tiempo con Tom, no lo podía negar, fue más que agradable. Le hizo reír bastante, le hizo sentirse cómoda, y con las ganas de que le día no terminara. Ese momento fue la primera vez que pudo platicar bien con él, sin la necesidad de pelear o llorar, simplemente se estaban llevando bastante bien.
En esos momentos deseó que las cosas hubieran sido así desde un principio.
El tiempo se había pasado bastante rápido, al darse cuenta el cielo ya estaba oscureciendo. Eran poco más de las seis.
—Creo que debería de irme, comienza a oscurecer y temo ya no reconocer las calles de regreso al hotel—. Dijo en tono bromista.
Tom le dedico otra encantadora sonrisa.
—Deja que te acompañe, no quiero que te pierdas.
—No, está bien, no quiero molestarte. Iré sola, gracias— Respondió algo tímida mientras buscaba su billetera para sacar algo de efectivo.
—Deja que yo pague— Al ver que ella sacaba dinero, él se apresuró a hacerlo también, dejando algunos billetes.
—Tom...—. Se quejó Cailin.
—Deja que te invite al menos esta vez.
Cailin le miró con los ojos entrecerrados, y negó con la cabeza, pero terminó aceptando.
—No traje mi auto, así que caminaremos juntos, ¿o prefieres que vayamos en taxi?
Él estaba siendo bastante amable, cariñoso y atento. Eso movía todo dentro ella, y eso le hacía sentirse un poco mal, porque sin duda la situación le estaba gustando demasiado.
—Tom, te dije que está bien, iré sola hasta el hotel.
—Y yo te dije que te acompañaré. Sigues siendo demasiado terca.
Cailin soltó una pequeña risa y asintió varias veces, aceptando a la vez que le acompañara. Comenzaron a caminar, mientras continuaban platicando de sus vidas y las cosas nuevas habían hecho.
Cuando le comenzó a preguntar sobre su embarazo, le recordó a Vanessa y su decepción de saber que el bebé era de Jeremy y no de Tom. Incluso Cailin tuvo cierta corazonada de que el bebé era de Tom, pero el doctor le había confirmado todo lo contrario. El padre en definitiva era de Jeremy.
—¿Regresarás a Los Ángeles?—Preguntó para cambiar de tema.
—Sí, después de terminar con los pendientes aquí, tal vez en un mes o menos.
—Entonces...
Cailin dejó sus palabras a medias, se detuvo y depués llevó su mano hasta su vientre.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien?
—Sí, es solo que a veces patea con algo de fuerza—. Excusó tomando algo de aire mientras sonreía.
—¿Estás segura?
—Sí...— De nuevo sintió dolor, esta vez más fuerte, lo que la hizo inclinarse un poco mientras cerraba los ojos y se quejaba. —No, no estoy segura—. Dijo ya algo asustada. Estaba por dar a luz.
Tom reaccionó enseguida y detuvo al primer taxi que vio, ayudando enseguida a Cailin a subir al auto. Los dolores fueron más constantes y fuertes.
—Tranquila, el hospital no está tan lejos.
—Tom, me duele demasiado. —Dijo tratando de tomar aire, y por instinto tomó la mano de Tom para apretarla.
—Lo sé, tranquila, hermosa, pronto llegaremos.
• • •
Tom comenzó a enviar un mensaje, y al enviarlo y notar que habían llegado, pagó rápidamente para luego bajar junto con Cailin.
Para su suerte, consiguió que le atendieran casi enseguida, la llevaron a la sala de parto y Tom no tenía la menor idea de qué hacer. Jeremy llegó unos quince minutos después.
—¿Dónde está?—Preguntó agitado después de haber corrido.
—Casi acaba de entrar en sala de parto.
—¿Y tú qué haces aquí?
Ambos se miraron, Tom estaba preocupado y Jeremy parecía molesto, pero a la vez triste.
—Debes de entrar, la veré después del parto...— Le dijo Tom ahora bastante serio.
—...Solo dame unos minutos.
Tom no comprendió muy bien eso, pero asintió. Jeremy pidió verla a una de las enfermeras.
Cailin estaba sobre aquella camilla, en su rostro se podía ver el claro dolor por el que estaba pasando, y a Jeremy le dolía no poder hacer nada al respecto.
—Jeremy...
Le llamó ella con algo de dificultad. Él se acercó enseguida y tomó su mano. Sin dejar pasar más tiempo le dio un rápido beso en los labios y le dijo que la amaba como nunca amó a nadie. Cailin estaba confundida, y el dolor la estaba volviendo loca.
Luego del breve discurso de Jeremy, se fue, Cailin no entendía nada, pero en esos momentos no deseaba estar sola; las lágrimas salían de sus ojos sin poder evitarlas. Pronto inició con el labor de parto, cerraba los ojos con fuerza y pujaba mientras soltaba algunos gritos. Trataba de resistirlo. Entonces una mano apretó la de ella, diciendo con ello que no estaba sola. Le miró esperando ver un par de ojos azules, pero en lugar de eso, pudo ver esos ojos color miel.
En la segunda semana del viaje en Alemania, Jeremy se había enterado de que Tom estaba allí mismo, por lo que lo buscó dispuesto a hablar con él.
Antes de salir de Los Ángeles, Jeremy escuchó por accidente a Vanessa y a Bill hablar sobre Tom y Cailin, y lo que escuchó, le dejó demasiadas dudas, dudas que no le gustó tener pero que tenía la necesidad de resolver.
Sí, en definitiva sus dudas eran sobre la paternidad de su hijo, o supuesto hijo. Sin que Cailin lo supiera, el pidió a duras penas las pruebas de paternidad, y sus resultados le hirieron por completo. Por un momento deseó odiar a Cailin, pero después se dio cuenta de que ni siquiera ella sabía sobre la verdad.
Fue difícil aceptarlo, y eso lo llevó a ser algo distante y frío con Cai. Pero la amaba a pesar de todo, y retenerla a su lado no era lo correcto a su parecer. Claramente ella aún amaba a Tom, y el hijo que esperaba, era de Tom, Jer no tenía lugar a lado de Cailin.
Cuando Tom se enteró de todo, no supo ni cómo reaccionar, se sintió bastante frustrado por un momento, triste, y finalmente pudo sentir algo de felicidad, pero la verdad es que no sabía cómo sentirse. Le tomó una semana pensar en todo, razonar la situación, y un día, mientras lo pensaba, fue cuando la vio sentada sola. Entonces le habló.
Y ahora allí estaban, Cailin en labor de parto y Tom a su lado tomando su mano mientras le dedicaba palabras de aliento.
Todo ello se llevó aproximadamente unas tres horas, el bebé nació en perfectas condiciones a pesar de haber nacido en el octavo mes. Llevaron al bebé hasta los brazos de Cailin, quien lloró al sostenerlo, sin duda estaba feliz; miró a Tom, y entonces le dijo que lo cargara, él dudó un poco, pero al final lo tomó entre sus brazos.
Nunca se había imaginado el ser padre, y sin embargo no podía negar, ni ocultar su felicidad.
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Addicted to you
RomancePrólogo ―No me dejes― exclamó el chico con lágrimas en los ojos. Instagram: @writer.cjg