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Estaba recostada en la tina, el agua caliente y aquel aromatizante no lograba tranquilizarle, y si cerraba los ojos solo se le venían los recuerdos de la última noche que había pasado con Tom.

—No, no.

Se dijo a sí misma pensando en lo mucho que ya extrañaba sus labios. Casi nunca la besaba, pero cuando lo hacía, hacía que Cailin sintiera las piernas temblar.

Se remojó la cara por última vez y salió de la tina, se envolvió en una toalla y como si estuviera totalmente cansada, comenzó a buscar algo de ropa para la hora del viaje; aún faltaban más de cuatro horas para irse, pero quería salir antes de casa.

De acuerdo, le costó trabajo buscar una nueva escuela en tan solo dos semanas, estaba a finales casi del semestre, por lo que le fue casi imposible, sin embargo y como siempre, Jeremy le ayudó en todo. Así que, tenía todo listo.

Una hora después, escuchó como alguien tocaba la puerta de su habitación. Con un suspiro anunció que podía pasar, y ahí estaba su hermano mirándola con los ojos entrecerrados; Cailin lo miró, pero con algo de nostalgia. Por cosas estúpidas y a la vez razonables, también se tendría que alejar de ese perfecto hermano que tenía.

—¿Te irás antes?

Le preguntó tomando asiento en la cama abrazando a su adorada hermana.

—Sí, quiero irme antes... Si me quedo, él podría venir, y no quiero verlo.

Sam no dijo nada más, solo acarició los cabellos de su hermana y la abrazó con cierta fuerza.

—Subiré tus cosas al auto.

Anunció, pues él sería quien la llevaría a casa de Jeremy.

• • •

—Debes de llamarme cuando llegues.

—Lo haré, Sam.

—Prométeme que llamarás siempre, para saludar y saber que estás bien.

Cailin no pudo evitar reír un poco mientras asentía con la cabeza varias veces.

—Lo haré, Sam.

—Te amo, Cailin, visítanos pronto, ¿entendido?

—Lo haré, también te amo, hermano.

Se dieron un fuerte abrazo, uno que parecía interminable, ninguno de los dos se quería separar. Jeremy había metido las maletas a su casa, y con una sonrisa observaba a ambos hermanos despedirse. No le gustaba la idea de separarla de su familia, pero debía admitir que adoraba el que ahora estarían juntos.

Cailin observó cómo su hermano mayor se iba, y cuando lo perdió de vista, regreso junto con Jeremy, quien ahora la tenía entre sus brazos abrazándola, y prometiendo que desde el momento en que pisaran París, todo estaría bien. Eso hacía relajar a la chica, sin embargo aún había algo que le inquietaba un poco.

• • •

Casi diecisiete horas de vuelo era lo que le esperaba, pero al final, muy posiblemente valdría la pena todo, pues iniciaría de cero. Todo parecía una pequeña lista, una en donde cambiaba todo lo que no le gustaba y lo que le gustaba, pero le hacía daño.

Nuevo hogar, nueva escuela, nuevos amigos... Nuevo novio. Sí, al llegar al aeropuerto, Jeremy le había pedido una oportunidad a Cailin, y claro, aceptó algo dudosa, pero sabiendo que estaría en buenas manos y que sin duda, él no sería como Tom, por más que Tom ahora lucía diferente. Hubo cierto cambio en él, era verdad, pero hizo un cambio algo tarde, pues Cailin ya no lo aceptaría.

—Te extrañaré demasiado, mi Cailin.

Dijo Vanessa a su mejor amiga mientras la estrujaba en un abrazo. Seguro se volverían a ver, pero seguro sería dentro de un largo tiempo, eso era difícil, pues solían estar casi las veinticuatro horas del día juntas.

—Yo igual te extrañaré, Vanessa.

Se soltaron unos minutos después, ya que por segunda vez hacían la llamada de su vuelo y Jeremy le decía que ya debían de irse de manera cariñosa.

—Él es un completo amor.

Le murmuró Vanessa a Cailin al escuchar la manera en que su ahora novio le llamaba.

—Lo sé...

Respondió Cai con una tímida sonrisa y mirando a su novio que extendía su mano para que la tomara. Con un breve abrazo, también se despidió de Bill, sí, él igual estaba ahí, y a duras penas había prometido no decir nada sobre el nuevo lugar en el que Cailin viviría. Él realmente se sentía algo mal por cómo habían terminado las cosas con su gemelo, pero no podía y ni debía meterse en esa situación por más que deseara ayudar.

Cailin tomó la mano de Jeremy, y él entrelazó sus dedos con los de ella y la sostuvo de manera firme, haciéndole sentir segura ante todo.

Apenas el avión había despegado, ella miraba por la ventana, despidiéndose de todo aquello que una vez amó y que ahora ya no podría tener. Pero pensaba que todo eso estaba bien si le ayudaba a mejorar.

• • •

Durmió durante casi todo el vuelo, solo despertaba para comer algo, beber algo o ir al baño. En ocasiones miraba el cielo y en otras hablaba un poco con Jeremy.

—Hey, bella durmiente, despierta.

Le murmuró Jeremy mientras dejaba un beso sobre la cabeza de Cailin, quien descasaba sobre su hombro. Cai suspiró, y abrió los ojos poco a poco, acostumbrándose a la luz del avión, pues afuera estaba completamente obscuro.

—¿Qué pasa?—. Preguntó bostezando y acomodándose en su hombro de nuevo. No quería despertar.

—Ya llegamos, anda, despierta.

—¿Ya?

Cailin se despertó casi enseguida, y al mirar por la ventana, vio como el avión descendía.

• • •

—¿Qué hora es?

Preguntó mientras miraba a través de la ventanilla del taxi, admirando lo bello que se podía ver parís de noche.

—Son las dos de tarde.

Respondió Jeremy, a lo que Cailin le volteó a ver extrañada, elevando una de sus cejas, cuestionando así la respuesta de su novio.

—¿Las dos de la tarde?

—... Ah, lo siento, aún tengo el horario de Los Ángeles... Son la una de la noche.

A pesar de haber dormido demasiado, se sentía cansada, y ni decirse de Jeremy, se la había pasado la mayor parte del vuelo mirando a su novia. En definitiva estaba loco por esa mujer, y ahora que la tenía, no la dejaría tan fácilmente. La enamoraría día con día. Esa era la propuesta que se tenía.

Al estar en casa, lo primero que hicieron fue cambiarse de ropa e ir directo a la cama, Jeremy ya le mostraría y ayudaría con todo a Cailin al día siguiente, pero por el momento, solo deseaba descansar y tener a su chica entre sus brazos.

El viaje fue largo, pero al fin estaban en lo que ahora era su hogar.

Addicted to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora