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En cuanto salió del hospital, se dirigió a una farmacia. Al parecer el doctor no había sido lo suficientemente claro, o más bien, Cailin no lo aceptaba. Pidió una prueba de embarazo, más bien cuatro y una botella de agua.

Aún estaba en un estado de shock, no sabía qué hacer, incluso sintió que de un momento a otro no sabía su nombre, pero sobre todo sentía que el vientre le pesaba. Apenas tomó un taxi, se comenzó a debatir en si podía y debía de echarse a llorar o simplemente quedar con una tonta con la mirada perdida.

¿Qué iba a hacer con un bebé? Apenas tenía veintidós años, y sí deseaba hijos, pero al menos a los veintiocho años, mínimo veintisiete. No a los veintidós. Aún estudiaba, había muchas cosas que deseaba hacer. ¿Qué le diría a Jeremy? ¿Él como lo iba a tomar? ¿Cómo lo tomaría su familia, sus amigos?

Recibió al menos dos llamadas después haber llegado al apartamento, no contestaría, no, no estaba preparada para dar la noticia de que estaba embarazada, no estaba lista para ella estar embarazada. Entonces, como si una niña fuera, se deslizó por la puerta hasta quedar sentada en el suelo, abrazó sus piernas y comenzó a llorar.

Las hormonas le estaban haciendo una mala jugada con su sensibilidad, más aún con el recuerdo de que, hasta hace unas semanas atrás, había soñado con que Tom era el padre de sus hijos. Ese había sido uno de su más grande estúpido sueño cuando estuvo en una relación con él.

Después de quince minutos allí, se puso de pie y con pesadez fue a la habitación, se cambió de ropa por algo más cómodo, y entonces regreso a su martirio de hace dos minutos.

Durante el camino de regreso se había bebido aquella botella de un litro de agua, y bebió aún más al llegar a casa. Cuando las ganas de ir al baño aparecieron, tomó la primera prueba, al tenerla, la dejó en el baño, aún no la vería. Se volvió como un pequeño reloj, cada hora regresaba al baño y se hacía la prueba, así hasta tener las cuatro. Dejó pasar una quinta hora, y entonces se tomó el valor de ir verlas.

Como era obvio, todas marcaban positivo, dejó los análisis que tenían subrayado con marcador de textos rosa la palabra "Embarazo positivo" sobre las pruebas y de nuevo se sentó en el suelo. Pero se puso de pie enseguida, y se miró en el espejo de cuerpo completo del baño, con algo de miedo se alzó la blusa, ahí encontró el pequeño bulto de cuatro semanas. No había subido de peso, simplemente estaba embarazada.

Regresó a la habitación y se sentó sobre la cama, subió sus piernas y sostuvo su cabeza pensando en miles de cosas. Sus ojos estaban rojos e hinchados.

Del otro lado de la pared se escuchó el abrir y cerrar de la puerta, algo que hizo que el corazón de Cailin se acelerara, quiso levantarse corriendo y tirar cada prueba, pero su cuerpo no respondió a nada.

—Cailin, cariño, ¿ya estás en casa?— Cuando Jeremy vio las cosas de Cailin sobre el sofá, supo que ya estaba allí, así que continuó hablando. —Te he estado marcando, ¿pasa algo? Me...

Cuando entró a la habitación y vio a la chica en aquel estado, se asustó y enseguida se arrodillo frente a ella, quitando sus manos de su rostro y sustituyéndolas con las de él.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Qué te dijo el doctor?— Cailin lo miró por unos segundos, pero no habloó algo que desesperó y asustó aún más a Jeremy. —Cailin, por Dios, dime qué sucede, ¿está todo bien?

Su única respuesta fue el encoger los hombres, diciendo de esa manera que no sabía si todo estaba bien, porque, en realidad no sabía si lo que sucedía estaba bien. Como si fuera muda, solo le señaló con la mano el baño, si hablaba, se pondría a llorar, y no quería eso; Jeremy giró la cabeza sin comprender demasiado, pero se puso de pie y fue esta la otra habitación. Enseguida no encontró nada fuera de lo normal.

—Cailin, ¿qué es lo que quieres que vea?

Preguntó dándo la espalda de cierta manera, y al girarse, vio aquel papel, lo observó, y después a Cailin, sus miradas se encontraron, ambos tenían miedo. Él temía que tuviera algo grabe y ella el como fuera su reacción al ver los papeles.

Sin más rodeos, tomó aquellas hojas, encontrando debajo de estás las pruebas de embarazo que escondía. No fue necesario ver los análisis, aquellas enfiladas pruebas de embarazo le dijeron todo, pero para cerciorarse, leyó los análisis, logrando comprender gran parte de ello.

No hubo expresión en su rostro, dejó los papeles en su antiguo lugar y regresó con Cailin, tomando asiento a su lado y mirando el suelo. Ella solo lo miró.

—Estás embarazada...— Murmuró y luego guardó silencio por un minuto. —Estás esperando un hijo mío...

Cailin asintió, apretó los labios y por fin logró soltar algo.

—Sí, estoy embarazada.

Se escuchó asustada y preocupada. Jeremy no estaba molesto o triste, estaba feliz, pero no tanto. Es decir, él de verdad amaba a su novia, pero no tenían demasiado en su relación, y eso fue una gran sorpresa.

—Pensé que estabas tomando pastillas.

—Lo estaba haciendo, sí, pero... Una vez se me olvidó tomarla y... No pensé que algo fuera a pasar. Jer, lo siento, yo...

—¿Por qué te disculpas?— Le interrumpió mirándola ahora a los ojos.

—No lo sé, parece que la idea de tener un hijo conmigo no te gusta...

Jeremy la miró, y ella aunque lo intentara, no pudo evitar derramar un par de lágrimas. En cuanto eso pasó, la abrazó enseguida, apretándola suavemente contra su cuerpo.

—Te amo, te amo tanto que la idea de tener una familia contigo me encanta, es solo que... La noticia ha sido bastante apresurada... Pero es claro que voy a aceptar a ese bebé, Cailin... A nuestro bebé.

Eso fue más que suficiente para que Cailin se soltara en un mar de lágrimas. Se sintió aliviada, pero tras ese llanto, se recostó junto con su novio, quedando dormida casi enseguida.

• • •

Después de un tiempo, habían decidido que era mejor el dar la noticia de su embarazo en persona, tenía miedo, miedo a las reacciones y a que no pudieran aceptarlo, pero Jeremy siempre le daba ánimos y lograba hacerle sentir mejor.

Ya eran cuatro meses de embarazo, casi cinco, así que su vientre era lo suficientemente obvio. Antes de abordar el vuelo, habló con Vanessa, fue a la única a quien le dijo de su embarazo. Por un momento hubo silencio, pero más tarde hubo gritos de emoción, para finalizar con cierto tono de preocupación. Estaba apresurada, así que no le dio tiempo de preguntar lo que sucedía.

• • •

En eso de las cuatro de la tarde, estuvieron en Los Ángeles. Descansaron por unas horas, y a las siete se encontraban arreglándose para ir a casa de sus padres.

Al estar en su antigua casa, pudo escuchar aquella música un poco alta, nada exagerado. Le sorprendió el que haya una fiesta allí, pero al ingresar y ver los diversos carteles, estuvo a punto de desmayarse por cierta presión que sintió.

—¿Estás bien?

Le preguntó Jer. Ella dijo que sí, que muy pocas veces aún le daban mareos y nauseas. Ver aquellos carteles le hizo recordar la fecha, estaba atareada con lo del embarazo, que había olvidado por completo el cumpleaños de los Gemelos.

Y entonces lo vio a él, parecía diferente mucho, tanto física como interiormente, y eso lo podía saber con tan solo ver sus ojos color miel, con los cuales se encontró casi enseguida. Como pudo, le dedicó una media sonrisa, a lo cual, Tom igual respondió. Automáticamente ella se tocó el vientre y él bajó sus pupilas hasta esa misma zona.

Addicted to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora