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Cailin juraba que solo podía escuchar los latidos de su corazón, nada más. Le sorprendió tal vez un poco el que Tom no se haya puesto histérico por verla ahí el día de su cumpleaños, con Jeremy, y sobre todo, embarazada. Había sido todo lo contrario, le había dedicado una sonrisa cálida y tal parecía, él solo deseaba estar bien, al igual que ella.

—¡Oh por Dios, no puede ser, Cailin! ¡Estás bellísima!

Aquella conexión con Tom se rompió cuando escuchó esos chillidos de ánimo por parte de su mejor amiga. Ella se veía hermosa junto a Bill y tal creía, estaban mejor que nunca. Cailin sonrió de manera amplia, estaba feliz de verla; enseguida se abrazaron, Vanessa teniendo demasiado cuidado con aquel crecido vientre, cuando la soltó, puso ambas manos sobre lugar donde el bebé crecía, ambas sonrieron. Después la saludó Bill, con tanto afecto como Vanessa y la chica embarazada logró felicitarle entonces.

—Gracias. Realmente nos has dado una sorpresa a todos... Me alegra verte de nuevo.

—Igual a mi me alegra verte de nuevo, Bill. Yo... He estado tan atareada, que, olvidé por completo la fecha de hoy, y no vine con ningún presente. Lo siento.

—No seas tonta, no es necesario, nos haces felices con tu presencia— Eso Cailin lo había entendido perfectamente, Bill hablaba más que nada por su hermano. Se giró y jaló a dos chicos más, dos completos desconocidos para la chica, pero estos le sonreían de manera demasiado agradable. —Cailin, ellos dos son grandes amigos míos y de mi hermano, George y Gustav. Llegaron de Alemania hace poco.

Cailin los miró y les sonrió de manera amplia. Esperó solo un apretón de manos, pero ellos reaccionaron demasiados afectivos y a la vez bastante bromistas.

—Hola, soy la muñeca, bueno, era la muñeca de Bill.

Saludó el de ojos verdes, le dio un abrazo, un beso y dejó un brazo sobre sus hombros, como si tratara de coquetearle.

—Si él es la muñeca, yo soy el oso que le gusta abrazar Bill y Tom todas las noches.

Este miró a Bill, y le guiñó el ojo, ocasionando la risa en todos. Este le saludó casi igual que George.

—Es un gusto conocerlos— Comentó entre risas Cailin.

—Eres sexy— Mencionó George en una broma.

—Hey, tranquilo, o su novio te golpeará— Le defendió Bill.

—Oh vamos, ¿qué serían las fiestas si no hay peleas por una chica?

Soltó una encantadora risa y entonces todos saludaron y se presentaron con Jeremy. Lograron llevarse bien enseguida, siendo cosa de hombres, decidieron irse un rato. Frente a todos, Jeremy le dio un lindo beso en los labios a su novia, acarició su vientre y le dijo que lo buscara cuando deseara irse. Muchos quedaron atónitos y enternecidos por esa pequeña escena. Sin embargo, a Tom le logró romper parte del corazón que ya había reconstruido.

Vanessa y Cailin fueron en busca de sus padres. Al principio estaban sin palabras, tanto la madre y padre de los Kaulitz, como los de Cailin, incluso su hermano. La miraron por varios minutos.

—¿Qué acaso no sabes lo que son los preservativos? Demonios, Cailin— Su hermano mayor fue el primero en hablar, al igual que fue el primero en ponerse de pie y abrazarla con cuidado pero demasiado cariño. —Pero te ves simplemente hermosa.

Cailin sonrió, él lo aceptaba, al igual que no tardaron en hacerlo los demás padres. Su felicidad era clara, al igual que su sorpresa, ya no podían hacer nada al respecto, así que optaron por sentir únicamente felicidad.

La madre de los Kaulitz la miró con cierta melancolía.

—Lo siento.

Se vio en la necesidad de decir eso, y entonces la señora negó y acarició su mejilla. Sabía que su hijo no había sido de lo mejor con ella. Aquella mujer esperaba que ese regalo, fuera dado junto con Cailin y Tom, pero solo fue Cailin y alguien más.

• • •

Ambas estaban en el ambiente, de la fiesta, Cailin aún se debatía por algo en su cabeza, pero en cuanto lo vio, le pidió a Vanessa que la esperara y, con el corazón latiéndole a mil por segundo, se puso de pie de su lugar para poder hablarle.

—¿Disfrutas de la fiesta?— Estaba nerviosa, pero intentaba no demostrarlo

Tom se giró, y tenerla ahí, frente a frente, con esos bellísimos ojos verdes que extrañaba, esa voz tan dulce, esa sonrisa encantadora... Sintió que se volvería loco.

—No me quejo, es buena— Respondió con calidez y tratando de sonar animado.

Como si sus cuerpos se comunicaran, automáticamente ambos se abrazaron, Tom la apretó con los ojos cerrado y Cailin hizo lo mismo, sintiendo como las piernas le temblaban por esa simple cercanía.

—Feliz cumpleaños, Tom— Le murmuró al oído, se separó un poco, y le dio un beso en la mejilla.

Él no pudo evitar sonreír, no podía pedir más, eso le había sido suficiente, debía conformarse aunque no quisiera.

—¿Puedo?

Cailin bajó la mirada y vio una de las manos de Tom, queriendo tocar su vientre. Por su sensibilidad y aquellas hormonas del embarazo, apretó los labios entre sí, intentando no llorar por ello. Solo asintió una vez.

Él sonriente puso su diestra sobre su vientre, y acarició, luego la otra mano le acompañó y ambas manos se encontraron sobre la panza de Cailin, acariciando con cariño y cierta emoción. No podía evitarlo.

—¿Cuánto tiempo?

—En unos días serán cinco meses.

Ese era el tiempo que Tom había estado esperando, ella se había embarazado solo poco después de haberse ido.

—Fue después de que te fuiste...—Murmuró. Enseguida sacó esos tristes recuerdos y sacudió la cabeza. —Tú estás... Hermosa.

Un notorio color rojo se apoderó de las mejillas de Cailin. Escuchar eso de él, era lo que menos esperaba, pero debía de admitir que fue más que perfecto escucharlo de él.

—Gracias. Tú... Pareces diferente, en muchos sentidos. Luces mejor que antes.

Tom sonrió de manera amplia, muy amplia, y eso casi hace a Cailin desvanecerse de la emoción por esa perfecta sonrisa. Estaban manteniendo una conversación saludable, sin la necesidad de mencionar lo que habían pasado juntos, sin la necesidad de mencionar su dolor, eso era bastante bueno.

Tom finalmente quitó las manos del vientre de la chica, y antes de que pudiera alguno decir algo más, Tom miró detrás de Cai. Por un momento pareció tensarse, pero luego se mostró bastante tranquilo y sonrió de manera amigable.

—Hola, Jeremy—. Saludó Tom con un leve asentimiento de cabeza.

En ese momento Cailin se puso nerviosa, y Vanessa y unos pocos más, les observaban expectantes.

—Hola, Tom. Feliz cumpleaños.

Como si se llevaran bastante bien, Jeremy le dedicó una media sonrisa y ambos se dieron aquel saludo típico de los hombres. Eso, por alguna razón, puso más nerviosa a Cailin, causándole cierto malestar. No quería, pero dijo que sería mejor irse, tanto Tom como Jeremy se preocuparon un poco, pero ella mencionó estar bien. Se despidieron de todos los conocidos, pero antes de poder salir de casa, Tom llamó a Jeremy, quien se giró junto con Cai.

—Cuídala—. Eso dejó sin palabras todos, incluso a Jeremy.

Addicted to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora