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Estar a solas con Tom era lo más raro para Cailin, trataba de no mirarlo a los ojos cada vez que surgía alguna plática, eso estaba mal, ella más que nadie lo sabía, pues era una chica educada a comparación de muchas. ¿Cómo mirar a los ojos al chico que te gusta? Sabía que era difícil, pues en ese momento le sucedía, y claro, también lo había visto en películas de romance.

Cailin creía que las relaciones podían ser como de película, tal vez sí era así en algunas ocasiones, pero era algo difícil de ver. Era una tonta romántica, eso era seguro.

—Entonces, ¿estudias derecho en una de las mejores universidades?-. Preguntó Tom sonriente mientras tomaba algunas artesanías de las cajas de cartón y las acomodaba de cualquier manera.

—Estudio derecho en una escuela que es buena, no la mejor. ¿Siempre haces sonar todo de manera... Egocéntrica?-. Negó y sonrió con la cabeza mientras se acercaba a las cosas que Tom había "acomodado" y las cambiaba de lugar haciéndolas lucir mejor.

Por las palabras y acciones de Cailin Tom logró reír un poco. Por un lado se sintió ofendido, ¿le estaba diciéndole engreído? Sí, en definitiva lo hizo, cosa que muy pocas personas le decían y ella lo mencionaba sin importar nada y con solo haberlo conocido un par de días.

• • •

Un mes era suficiente como para querer alejarse de Tom, como para odiarlo y sacarlo para siempre de la vida de una chica tan noble como Cailin. Pero no, ella se había vuelto tonta, demasiado tonta. No fue suficiente el ser humillada cada vez que estaba con Tom o con alguna de sus descerebradas rubias. No utilizaba maquillaje, no vestía de manera sexy, era tal vez muy inocente o trataba de serlo. En tan solo un mes había vivido tal vez demasiado, pero nada de eso le hizo perder los sentimientos hacia Tom, que incluso cada día crecían más.

Era de noche, muy tarde, y la chica estaba apresurada corriendo de un lado a otro con el celular pegado al oído, ¿cuál era el problema? Tom una vez más estaba en problemas, solo que esta vez había terminado en la cárcel y él recurría a la única persona ingenua que estaría dispuesta a todo con tal de llamar su atención.

—Está bien Tom, está bien. Te-te sacaré de ahí, no te preocupes, ¿de acuerdo?

Una vez dicho aquello el celular lanzó a la cama, ¿de dónde sacaría el dinero que Tom necesitaba? Ella tenía, sí, pero no todo aquello. Tenía que pedirle a sus padres o hermano, pero no podía, Tom le había pedido que no le dijera a nadie. Lo hizo de manera dulce, y como siempre, Cailin nunca se daba cuenta cuando él la utilizaba y le mentía. Estaba totalmente cegada.

Ser dulce, cosa que casi nunca pasaba, fue más que suficiente. Cailin de manera sigilosa salió de su habitación y se dirigió a la de sus padres, con demasiado cuidado abrió la puerta y estiró un poco su cuello para asegurarse de que estaban completamente dormidos. Así era. Entró haciendo puntillas y se dirigió donde sabía que se encontraba la caja fuerte con algunos de los ahorros de los señores de la casa. Robaría, ella le robaría a sus propios padres, o como ella lo veía, "tomaría algo de dinero prestado". Se sentía mal al hacerlo, demasiado, pero eso no le hacía detenerse.

Introdujo la clave en el sistema de seguridad, y con un suave sonido, pero lo suficientemente audible, la caja se abrió. Ella cerró los ojos y apretó los labios esperando a que alguien la descubriera por eso, pero no hubo ni un solo movimiento. Entonces suspiró y continuó con lo suyo tomando poco menos de la mitad del dinero, y aun así era notable que algo hacía falta.

Tomó lo necesario y salió rápidamente logrando pasar desapercibida de ese lugar y de la vista de todos. Todas las luces estaban apagadas, regresó a su habitación para tomar lo que necesitaba y salió rápidamente de casa. ¿Cómo llegaría hasta dónde se encontraba Tom? Era algo lejos y esperar por un taxi en esos momentos sería perder demasiado tiempo cuando en realidad tenía mucha prisa. Con un suspiro se mordió el labio inferior y fue hasta la cochera para utilizar el Audi que una vez le reglaron pero que nunca había usado hasta ese momento. Aún tenía ese olor a nuevo.

Se sentía un poco nerviosa, pues sabía la razón por la que después de tanto tomaba su auto y pedía prestado algo de dinero. Media hora quizás fue lo que tardó en llegar hasta el lugar donde estaba encerrado Tom, en cuanto estuvo ahí, bajó corriendo y entró al lugar logrando hacer un trato con el oficial que había arrestado al hombre que le gustaba. Aceptó dejarle libre, Cailin pagó su fianza, salió para esperar y al momento en que vio a Tom se abalanzó sobre él para poder abrazarlo.

—¿Estás bien? ¿Qué fue lo que hiciste?

-Sí, sí, sí.

Respondió de manera seca, ¿cómo podía ser así con alguien que daba lo mejor de ella y muchas otras cosas que no las mujeres no le ofrecían ni en sueños?

-Tom, ya vámonos-. Se escuchó una voz femenina detrás de Cailin, Tom la empujo un poco para poder alejarla y se acercó a la morena pelirroja.

-¿No irás a casa?-. Cuestionó de manera inocente la joven ingenua.

-Sí, pero me iré con Ria. Adiós.

Ria, ahora se había grabado ese nombre en la mente, un nombre que odiaría escuchar siempre que lo mencionaran. Quiso protestar pero, pero como siempre, era ignorada.

—Claro, de nada, Tom—. Se respondió a sí misma imaginando que Tom le había dado tan solo un simple gracias por lo que había hecho. Pero no, Tom solo salió de ahí enseguida buscando su diversión de la noche o de la mañana. Faltaban solo unas pocas horas para que el solo saliera.

Estaba triste, incluso molesta y demasiado cansada. Una vez más se encontraba cuestionándose el porqué de tal trato a su persona, era algo común y normal en las últimas semanas para muchos, pero no para ella, lo soportaba a veces, pero otras solo lloraba a solas en su habitación.

Eran las cinco y media de la mañana, se arriesgaba a llegar a esa hora pues su hermano a veces podía estar despierto a esa hora e incluso sus padres. Dejó el auto en su lugar y cerró la cochera para después dirigirse a la entrada principal tratando de abrir esta con mucho cuidado. Al final alguien la abrió por ella.

—¿Dónde estabas?—. Preguntó su hermano claramente molesto y preocupado.

—¡Sam, hola!... Buenos días...—. Dijo de manera nerviosa mientras sonreía y trataba de desviar el tema. Pero no era buena mintiendo.

—Te repito, ¿dónde estabas?

—Ah... No... Podía dormir, así que salí a caminar un poco, sí...

—¿Tu auto igual camina? Es raro que lo uses, nunca lo hacías.

—Era una emergencia...

—¿Algo malo pasó?

—¡No!... No, solo quería salir un momento, eso es todo. ¿Me dejarás pasar? Tengo frío.

Con un suspiro su hermano mayor se apartó de la entrada y le permitió pasar, a lo que Cailin no se detuvo y subió casi corriendo las escaleras. Era claro que algo escondía, y su hermano no era nada tonto.

La pregunta que pasaba por su mente en ese momento era: «¿Qué haces en estos momentos, Tom?»La respuesta era clara, pero no quería creerla en lo absoluto. Ya no podía dormir por más que quisiera, solo estuvo durante horas recostada boca abajo esperando a que Morfeo la rodeara con sus brazos y se la llevara a un profundo sueño, pero nada de eso pasaba. Dieron las nueve en punto. Despierta por cinco horas y pensando en solo una persona.

A las nueve en punto se puso de pie con una idea en la cabeza. Siempre desayunaba a las ocho con su hermano, pero en ese momento se le había pasado el tiempo, y según le habían dicho, se había ido ya hace unas pocas horas. Bien, ella podría salir tranquila. Se peinó un poco y salió de casa una vez más.

Seguramente Tom había tenido una noche difícil y seguramente le gustaría tener un buen desayuno. Lo claro era que cuando le despertaban muy temprano le molestaba de verdad, pero, ¿qué importaba? Allí iba Cailin a hacer lo que siempre le molestaba a Tom.

Addicted to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora