—Toma, ponte esto—. Le dijo Jeremy a Cailin poniéndole los lentes de sol que él estaba utilizando. La joven poco después se dio cuenta de la mirada de Tom, por lo que negó con la cabeza y le devolvió las gafas.
Se sentía apenada por aquello, ¿cómo no hacerlo? Últimamente rechazaba demasiado los cariños que su mejor amigo le daba, y todo porque sabía que a Tom le molestaba. Sabiendo la forma en la que la trataba, era obvio que para muchos era una completa estupidez por parte de ella.
Jeremy sin decir nada, con un suspiro dejó caer las manos algo molesto, las reacciones de ella ya comenzaban a fastidiarle, si se encontrara muy molesto, seguro ya le hubiera mencionado que a su parecer y al de muchos seguramente, Cailin ya parecía una perra faldera. Y tal vez así era, estaba completamente hipnotizada por Tom.
• • •
Mientras se acomodaban en la hermosa casa de madera, dieron exactamente las dos de la tarde, la hora del almuerzo.
—Jóvenes, el almuerzo está servido.
Se escuchó decir a la ama de llaves con cariño a todos. Así que sin pensarlo, todos bajaron de sus habitaciones, algunos no pudieron desayunar, por lo que el hambre estaba presente en todos los invitados. La cocinera sin duda había preparado platillos deliciosos, pues la mesa que estaba llena de comida pronto quedó vacía.
Todos descansaron por al menos una hora, después de ello, animados subieron las escaleras hasta sus habitaciones para cambiarse las prendas por los trajes de baño. Desde el primer día ahí, los planes eran disfrutar todo lo posible de cada bella zona alrededor de la cabaña, durante todos los días restantes allí mismo.
—Tom, ¿tú no irás al lago?—. Preguntó Ria con una sonrisa, sabía que con el bikini que tenía, podía provocarlo, y mucho. Sin embargo el cansancio de Tom era más en esos momentos que sus deseos de tener sexo.
—No, descansaré un poco. Mañana por la mañana disfrutaré todo.
-Yo iré contigo-. Habló Cailin enseguida al notar que Ria hacia movimientos con la intención de ir con Tom.
—No, quédate con nosotros a disfrutar el lago. No tienes por qué encerrarte solo porque él lo hace—. Habló Jeremy, reprendiéndola no solo con sus palabras, sino también con la mirada.
Tom lo miró con los ojos entrecerrados, no solo por el hecho de que el sol le incomodara, sino también por el deseo de querer tirársele encima y callarlo a golpes. La joven indecisa se quedó mirando el guapo Jeremy, él le extendió su mano invitándole a tomar por primera vez, una buena decisión; los pensamientos de Cailin por primera vez eran ordenados, así que asintió una vez y se giró para ir directamente a tomar la mano de su amigo, sin embargo Tom la detuvo tomándola del brazo derecho. Incluso él estaba sorprendido por la decisión que la chica había tomado, estaba eligiendo a otro que no era él.
—Pensé que querías estar conmigo.
—Bueno...
—Podemos tener un momento a solas, solo tú y yo—. Tom sonrió, y aquello, al igual que sus palabras, fue más que suficiente para desorientar nuevamente a la tonta enamoradiza.
—Está bien, iré contigo.
—Bien—. Dijo su novio dedicando una sonrisa de victoria hacia el mejor amigo de su novia.
Se la llevó a la que ahora era su habitación, y como si la joven estuviera programada, al ingresar a dicho lugar se acercó a la mesa de noche y encendió la lámpara que ahí había a pesar de que la luz del sol entraba perfectamente por la ventana corrediza; acomodó la tonalidad de la lámpara hasta que quedara de forma tenue y enseguida procedió a cerrar las cortinas dejando casi todo en completa oscuridad. Mientras ella hacía aquello, Tom se desvestía y al mismo tiempo la miraba con curiosidad, una vez solo con ropa interior, se metió a la cama, Cailin aún acomodaba las cosas para la comodidad de él y al final se giró para mirarlo quien para su sorpresa, hacía lo mismo.
—¿Qué?—. Preguntó ya estando nerviosa y sus mejillas sonrojadas. Él nunca la miraba de esa manera, una mirada que decía por primera vez un ❝me gustas❞, o un simple ❝te quiero❞. Por más pequeño que fuera, para ella tenía un hermoso y gran significado.
—Ven aquí—. Le llamó él señalando un lugar a su lado.
Sus piernas respondieron enseguida acatando sus órdenes, se subió a la cama y gateó sobre esta misma hasta llegar al lugar señalado. Cuando se trataba de ir a dormir, era como si algo cambiara en él. Cailin siempre estaba ahí, el chico se recostaba sobre sus piernas, y la chica acariciaba su rostro y sus cabellos con las yemas de sus delgados y blancos dedos, haciendo que Tom quedara dormido casi al instante. Eso era como un ritual, a veces Tom no lograba conciliar el sueño si Cailin no hacía eso, si Cailin no estaba con él.
Extendió sus piernas y Tom se recostó sobre ellas, entonces los dedos de ella comenzaron a hacer lo suyo. De los labios del hombre quería salir algo, sin embargo ninguna palabra fue mencionada, algo se lo impedía, así que solo pasaron los minutos y se quedó dormido al igual que ella.
• • •
Se comenzó a mover en su lugar, dejando que su mano palpara en busca del cuerpo de Tom, pero él no estaba ahí. Abrió poco a poco los ojos sin la necesidad de tener que acostumbrar su vista a la luz, pues la luz de la lámpara era muy baja y, al parecer ya era de noche. Miró hacia todos lados levantándose de la cama y aun buscando sin resultado alguno. No tenía sus zapatos, seguramente Jeremy había entrado a la habitación después de que Tom se fuera y le había quitado sus converses.
Salió de aquel cuarto frotándose los ojos mientras recordaba que había dormido con su novio, eso ya era demasiado para ella, pues él nunca le permitía dormir a su lado. Fue directo a su habitación y dejó sus zapatos en la tercera habitación de su cuarto, el cual era un enorme closet. Salió descalza, la madera del suelo era fría, le erizaba la piel, pero era algo que le gustaba. Mientras bajaba, bostezó cubriéndose la boca con el dorso de su mano, algunos disfrutaban de la vista desde el balcón, otros estaban en la sala mirando la televisión y Ria y Tom hablaban muy a gusto mientras comían en el comedor. Hizo una mueca ante aquella imagen, tenía hambre, así que aprovechando eso, se acercó a Tom y se sentó a su lado, robando su atención apenas por unos segundos; la miró, pero fue como si no fuera nadie importante, una desconocida. Ahí estaba de nuevo esa punzada en el pecho cada vez que él le despreciaba de alguna manera. Se mordió el labio inferior, callándose todo lo que quería decir y solo dedicándose a comer un poco, pues de repente el apetito había desaparecido.
Mientras comía, dejó que su mente volara a otra parte, tratando de ignorar las cosas de las que hablaban los otros dos. Su mente divagó sin molestarse ya por lo que ocurría a su alrededor. Como si de una televisión se tratara, escenas, momentos con Tom se plasmaban en su mente, y entonces pensó en dividir sus momentos buenos y malos, es decir, los ❝archivaría❞ de alguna manera, en una carpeta mental irían los momentos malos, y en otros los momentos buenos. Los resultados fueron realmente deprimentes, entre los buenos recuerdos, apenas y había cinco, por lo contrario, los malos recuerdos ya no daban en su carpeta, había que crear cuatro más.
Había dejado de comer por pensar en eso. ¿Cuántos malos recuerdos continuaría acumulando? Una pequeña voz en su mente le llamaba estúpida, otra le decía que estaba bien, solo estaba enamorada. Giró un poco su rostro, y ahí estaba Tom, ¿en qué momento se había ido la arpía? No sabía, pero Tom ahora la miraba con deseos de saber lo que la chica pensaba. «No puedo seguir con lo mismo... Tal vez... Sería mejor terminar» pensó.
ESTÁS LEYENDO
Addicted to you
RomancePrólogo ―No me dejes― exclamó el chico con lágrimas en los ojos. Instagram: @writer.cjg