Parte 6

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—Vecino— hable —¿Viene a mi fiesta? Adelante— me moví de la puerta para que pudiera pasar.

—Eh, no he venido a eso. Solo quiero que por favor le baje un poco al volumen de su música. Mañana tengo un examen muy importante y necesito descansar.

Si como no. Obvio que no cancelaría mi fiesta solo porque este chico me lo pide ¿verdad? —No se preocupe vecino. Yo le bajaré el volumen a la música para que pueda descansar.

—En serio le agradezco— después de darme una sonrisa, dio media vuelta y se fue.

Volví adentro —¡QUE SIGA LA FIESTA!— grite mientras caminaba hacia la sala en donde se encontraban reunidos la mayoría de los invitados.

Alcohol, alcohol y más alcohol. La fiesta continuó hasta que la puerta fue tocada nuevamente —Recibimos una queja por el ruido— habla uno de los policías que se encontraban parados fuera de la casa —le pediremos que por favor baje el volumen.

—Lo siento, lo siento— dije dándole un trago a mi bebida —Bajaré el volumen así que pueden irse sin preocupación.

—Gracias por comprenderlo— ambos policías se dijeron la vuelta y subieron a su patrulla para seguido marcharse.

—Tontos— susurré antes de volver a entrar.

La fiesta continuó hasta casi las cuatro de la mañana. Fui a dormir el tiempo restante y a la mañana siguiente mi tía me despertó con una llamada.

—¿Qué pasó?— pregunté cuando conteste. Tenía los ojos cerrados y cuando la escuche gritar los abrí cuando molestamente.

—¡OLIVER ROSSI!— su grito casi hace que mi cabeza explote por la resaca que tenía —¡HACE MEDIA HORA QUE TENÍAS QUE ESTAR EN EL HOTEL Y AÚN NO LLEGAS!

Me quite las cobijas y me paré como rayo de la cama —lo siento tía, tuve una falla en el despertador— me apure en entrar al baño para darme una ducha.

—Si como no. Te quiero aquí en media hora y pobre de ti si no llegas en ese lapso de tiempo— dijo antes de colgar.

Mi tía molesta es algo que jamás en tu vida querrás ver. Ella es aún peor que mi padre y si, ella me da mucho miedo cuando se enoja.

Entre a la ducha y me apure a bañar. Al salir me puse lo primero que me encontré en la maleta y salí corriendo de la casa. Entre al auto que me había dado para que me transportara y comencé a manejar en dirección al hotel.

En cuanto llegue me dirigí a su oficina y me pidió esperar a la persona que me orientaría para que hiciera mi trabajo. En cuanto el chico llegó nos presento y, valla que esto si que era más que una coincidencia, era ese guapo y encantador chico de enfrente.

—¿Como te fue en el examen?— pregunté y él me fulminó con la mirada.

—¿Tu qué crees? Por tu culpa no dormí casi nada y no pude concentrarme— caminó hacia una habitación cerrada. Entró y yo entre detrás de él.

Comenzó a quitarse la ropa y pude ver que su cuerpo estaba marcado con varias cicatrices y moretones y también tenía el tatuaje en el hombro que distinguía a esa banda mafiosa del Nuevo México ¿como era que se llamaba? Androide, Andrógeno. No, era Andromeda.

¿Por qué ese chico tenía ese tatuaje? ¿Acaso trabajaba para ellos? Bueno, mi lado chismoso no pudo aguantar y pregunté el por qué de sus moretones. Creí que era un maton experimentado que se deshacía de sus víctimas s través de dolorosos métodos de tortura, pero solo se rió y me dijo que no lo era. Si como no, llevo años dentro de esta industria y conozco a los tipos de tu calaña.

El Chico de Enfrente (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora