Parte 29

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MÁXIMO

El pitido abrumador llegó a mis oídos. Lo cual me hizo recordar aquel mal miento en el que mi madre murió. Abrí los ojos y me di cuenta que ya me encontraba en una habitación de hospital.

Mi cabeza daba vueltas, creo que había restos de anestesia en mi cuerpo aún. Mi vista estaba borrosa, pero conforme me mantuve despierto, mi vista mejoró.

Cuando me encontré consciente recordé que Oliver se encontraba en la misma habitación que yo, así que me levante de la cama a toda velocidad, mi brazo tenía una intravenosa, la cual daba suero a mi cuerpo, esta se arrancó fuertemente y dolió, también comenzó a salir sangre, pero eso no me importó. Lo que quería era encontrar a mi Oliver lo más pronto posible.

Abrí la puerta y mire que una enfermera estaba a punto de entrar a la habitación, por detrás de ella venía un médico y en cuanto me vieron el hombre me tomó y me retuvo para impedir que yo siguiera mi búsqueda.

—Alto ahí, muchacho— el médico me tomó del brazo.

—Suélteme— forcejee, pero me fue imposible liberarme de él —Necesito encontrar a Oliver.

—Tranquilo— dijo él —tu amigo esta bien, el se encuentra en mejores condiciones que tú— me hizo dar la vuelta y regresar de nuevo a la cama.

—¿Puedo verlo?— pregunté mientras me recostaba de nuevo en la cama.

—Me temo que tu estado no te lo permite— me miró a la cara y también miró otras partes de mi cuerpo, mismas que estaban dañadas. —Pero si estás de acuerdo podemos traerlo aquí cuando él mejore más.

—¿Por qué no ahora?

—Está en reposo y tampoco puede levantarse de la cama hasta que su médico lo ordene.

—Está bien— me cruce de brazos, así que la parte en la que la aguja del suero estaba inicialmente, me dolió, pero no me quejé frente al medico.

—Por cierto, la hora de las visitarás esta próxima— dijo eso después de terminar de revisarme y tomo sus cosas —ten cuidado con la pelirroja— me miró serio —Ella esta hecha una furia— se giró y salió de la habitación, seguido por la enfermera.

Debía entender a mi hermana, ella estaría preocupada por mi. En su lugar yo también estaría preocupado y desesperado por no encontrarla.

Me quede en la cama, aburriéndome de no poder hacer nada, así que me acomode para poder dormir.

Al poco rato mi hermana me despertó. Abrí los ojos y la mire, su rostro estaba inundado de tristeza y preocupación.

—Hermano— se abalanzó a mi y me abrazo, eso dolió, pero no iba a quitármela de encima —En serio que me preocupe por ti.

—Yo estoy bien— dije para despreocuparla.

Ella soltó una risita —Si claro— susurró sin despegarse de mi —solo mírate en un espejo y verás que no es así.

—¿Tan mal me veo?

—Por supuesto— dijo sin despegarse —Parece que un montón de pies pisaron tu cara.

—Ya, ya— habló Celine, misma que iba entrando acompañada de mi padre —Deja al pobre Max en paz, que no ves que lo lastimas.

—No es verdad— se unido más a mi.

—¿Como estas?— pregunto mi padre.

—Mi cara lo explica todo— mire en otra dirección —gracias por salvarme— susurre.

La cosa era así, ya lo había perdonado, pero eso no quería decir que volveríamos a ser la misma familia unida de antes.

—Yo no te salve— dijo él.

Yo volteé mi vista para verlo —Entonces ¿Quien?

—Fue Celine— miró a mi hermana.

—Fue por orden tuya, así que fuiste tú.

—De todos modos gracias— sonreí y los mire a ambos —Y lamento haberlos preocupado de esa manera.

—Igual él iba a atacar tarde o temprano.

—¿Que pasó con él?

—No hubo mucho por hacer— habló Celine —Murió bajo las manos de Alisa.

—Pudo cumplir su cometido— susurré.

El resto de la tarde pasamos un buen rato, platicamos como nunca antes. Rose contó todos sus sueños y de paso contó los míos. Celine también nos contó algunas de las grandes hazañas que había hecho junto a su pelotón y mi padre solo escuchaba atentamente, sonriendo y sintiéndose contento por tener al fin a sus hijos con él.

(...)

Durante las próximas dos semanas me mantuve en cama, el médico no dejó que hiciera movimientos exagerados, eso podía empeorar mi estado de salud, las únicas veces en las que me movía era para comer y los últimos días me ponían en una silla de ruedas para moverme por toda la habitación.

—Ya estoy harto— dije a la enfermera —¿Por qué no puedo salir?

—Ya te lo dije— dijo ella —Tú estado de salud no te lo permite, pero tengo una sorpresa para ti— sonrió.

—¿Qué es?

—Tu amigo, el que entro junto contigo al hospital ya está casi recuperado, así que su médico le permitió venir a verte— dijo eso mientras recorría la cortina de la ventana.

—¿En serio?— pregunté emocionado.

—Así es— respondió mi pregunta —El no deja de preguntar por ti, al igual que tú por el.

—Que bueno— dije.

Eso si que era una buena noticia, esta era la primera vez que lo veía desde el accidente, y la verdad estaba impaciente por verlo y saber cómo estaba. Todo el tiempo que he estado aquí me he preocupado por su estado de salud, no sé cómo lo lastimó el idiota de Jhonatan y eso me ponía ansioso.

—Te prepararemos para que estés presentable cuando él venga— dijo y yo asentí. La emoción irradiaba en mi cara y la chica lo miró, así que rió ligeramente —El debe ser muy especial para ti.

—Lo es.

—Que bueno que tenga a alguien que se preocupe tanto por él.

—El fue el primero que me aceptó tal cual era, así que es por eso que lo quiero.

—Bueno, iré por el— se giró y me dejó ahí, recostado en la cama —Espera que no tardaremos en venir— dicho eso salió de la habitación y no volvió en un par de minutos.

El Chico de Enfrente (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora