Parte 30

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Oliver entro por la puerta, acompañado de la enfermera, misma que lo ayudaba a moverse. Los moretones en su rostro estaban desapareciendo, pero aún lograban verse.

Yo permanecí en la cama, mientras iba enorme sonrisa de felicidad se apoderaba de mi rostro. Oliver también tenía una y la felicidad me inundaba.

Con pasos lentos logró llegar hasta la silla que se encontraba al costado de la cama, al lado de la ventana.

—Hola— salude contento y satisfecho por poder, por fin, verlo.

—Hola— él también sonrió.

—Me alegra verte— tomé su mano, misma que él había colocado sobre la cama.

—Bueno— habló la enfermera —Tienen muchas cosas de que hablar, así que los dejaré a solas. Voy a ver si el médico me ocupa— señaló a la puerta y luego salió de la habitación.

—Creí que te perdía— dijo el, apretando mi mano. —Cuando los rescatistas llegaron, aún me encontraba consciente, pero tú ni siquiera tenías señal de vida.

—Perdón por preocuparte de esa forma— lo mire y tomé su mejilla —Prometo que jamás volverá a pasar.

—Esto seguirá ocurriendo, nosotros somos hijos de hombres peligrosos y poderosos, quien sea que sepa tratará de usarnos para llegar a ellos.

—Entonces vámonos lejos— opiné. —Hay que huir de todo este lío.

—¿Que pasará con nuestros padres? ¿con nuestra vida aquí?

—No lo se— susurré —Solo quiero protegerte, si nos vamos podemos comenzar una nueva vida y el peligro no estará ahí.

—Es una buena idea, pero mi padre no la aprobara, él quiere que yo siga su camino y me convierta en el líder de su organización.

—¿Tu quieres eso?

—No— susurró y agachó la mirada.

—Entonces hay que huir.

—Mi padre me buscaría y me encontraría.

—Si pasa eso yo impediré que te lleve de regreso.

—Yo...— la frustración comenzó a formarse en su rostro.

—Ya deja de tenerle miedo a tu padre— tome su mentón y lo hice mirarme —Recuerda que te amo y apoyare cualquier deducción que tomes.

—Lo pensaré ¿Esta bien?

Asentí —Te extrañe— dije tratando de acercarme a él.

—También te extrañe— el noto que no pude abrazarlo, así que se acercó para abrazarme a mi —Te amo— susurró.

(...)

El resto del día Oliver se quedó a mi lado, manteniéndose pendiente de cualquier cosa que me molestara.

Así, pasaron los días. En los cuales me mantuve en reposo, mientras esperaba a que las heridas sanaran. Oliver recibió el alta antes que yo y todos los días, sin falta, iba a visitarme para ver mi estado de salud.

Finalmente, después de casi tres semanas, recibí el alta y pude regresar a casa. Muy temprano en la mañana la enfermera entró con la noticia, lo cual me puso contento, no solo volvería a la vida que normalmente llevaba, sino que también podía hacer otra cosa que no fuera lo que mi médico había indicado.

—Recuerda muy bien— hablo la enfermera —Aunque hayas recibido el alta aún tienes que reposar tu cuerpo y no debes someterlo a peleas nuevamente. Me alegra que tu cuerpo fuera fuerte, porque si hubiera sido alguien más quien se encontrara en tu lugar, tal vez no siquiera habría tenido la posibilidad de haber ingresado al hospital siquiera— dijo eso mientras cambiaba mis vendajes —Por favor cuídate muy bien— me miró y sonrió.

—Lo haré, puedes asegurarlo— la mire y también sonreí —y agradezco mucho que me hayas proporcionado tus cuidados y también que me hayas tenido paciencia.

—Hay no fue nada— meneó su mano de arriba hacia abajo —Es mi trabajo. Yo me encargo de cuidar s los enfermos de este hospital.

—Creo que esta es la despedida— dije cuando vi entrar a todos por la puerta.

—Si— movió la silla de ruedas hacia donde Rose se encontraba —Debo reconocer que fuste quien más dolores de cabeza me dio.

Rose tomó la silla y me sacó de la habitación —Me alegra que por fin hayas salido. Hay muchas cosas que pasaron en tu ausencia— dijo ella mientras caminaba hacia la salida —Papá me compro una computadora y remodelo la casa. Celine prácticamente se adueñó del sofá y Alisa la acompañó, el pequeño Lucas se adueñó de tu cama y ahora técnicamente pareces un hombre despojado de su casa.

—¿En serio?— pregunté.

—Así es.

—Bueno, en ese caso no tendré más opción más que ir a la casa de Oliver para vivir ahí— mire a mi chico, mismo que me miró un poco nervioso —El tiene habitaciones de sobra y estoy seguro que no querrá que su lindo novio se quede en la calle.

—Por supuesto que no— dijo él —Si Rose ya no lo quiere en su casa yo puedo adoptarlo y quedármelo.

—¡No!— exclamó mi hermana —Max se quedará en mi habitación si la suya está ocupada, pero no pienso entregártelo.

—¿Por qué no?— él la miró —Ya es mío de todas maneras.

Su comentario me hizo enrojecer, así que mire en otra dirección. Rose soltó una risita —Bien, solo por esta vez voy a dejarte tenerlo, pero no permitiré que te lo robes por completo. Él sigue siendo mi hermano y me quiere más a mí que a ti.

Salimos del hospital y nos dirigimos al estacionamiento, en el cual se encontraban un montón de los hombres de mi padre, bien alerta por si acaso el enemigo llegase a atacar.

Mi padre, Celine y Alisa entraron en un auto y luego Rose, Oliver y yo, entramos a otro. El auto comenzó a moverse y regresamos a casa, a mi pequeña, cómoda y acogedora casa.

—La extrañe— dije una vez estuvimos dentro.

Mire detalladamente cada rincón. Si que había cambiado mucho, el color de las paredes era otro, los muebles también eran nuevos y estaba seguro que mi habitación y la de Rose también estarían distintas. Las paredes tenían algunas pinturas colgando de ellas, pero la que más me llamó la atención fue la de mi madre. El enorme cuadro de ella colgaba de la enorme pared de la sala. Un nodo se formó, pero la felicidad me superó y me dirigí hasta donde se encontraba para admirarlo mejor.

—Creí que aquí luciría mejor— dijo mi padre posicionándose detrás de mi.

—Había olvidado lo hermosa que era— susurré.

—También lo hice— susurró él —Pero ahora que la veo mejor, me he vuelto a enamorar de ella— se acomodó al lado mío y me miró —Rose me llevó a su tumba y charlamos con ella un poco.

—Me alegra saberlo.

—Por cierto— habló mirando de nuevo el cuadro —Oliver me dijo que deseas irte, así que me tomé el atrevimiento de contactar a tus abuelos maternos y ellos accedieron a recibirlos a ti y a Rose en su casa.

—¿Que?— eso sí que había caído de sorpresa.

—Oliver también irá. Hablé con su padre y ahora somos aliados, ese hombre dijo que Oliver podía ir sin problemas, solo con la condición de que no deje de escribirle.

Eso si que era una buena noticia, todo se había arreglado al fin y Oliver, Rose y yo tendríamos un nuevo comienzo, lejos de los problemas entre organizaciones, lejos de las cosas que nos ponen en peligro.

El Chico de Enfrente (En Proceso De Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora