XXXV: Trenzas

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-¿Te sientes bien?- inquirió Felicia al aire. Las luces de la habitación en la que se encontraba, estaban apagadas. La oscuridad no le permitía ver a la persona en la cama de al lado.

-Eso creo...- respondió Pietro sin poder conciliar el sueño. Su pesada respiración lo había delatado - Es mi segunda noche fuera de una celda, se siente extraño

-¿Y qué hay de Wakanda? ¿No dormiste allí?

-No pude. Tuve pesadillas- ella se removió en su lugar de manera que su vista se dirigiera hacia la otra cama, a pesar de que no vería a Pietro realmente. Hubo unos segundos de silencio y él decidió hablar nuevamente -Es tonto, lo sé...

-Por supuesto que no lo es. Te contaré algo, ven - lo invitó a que se acercara mientras prendía la pequeña lámpara en la mesita de noche. Él caminó con pesadez hacia allí y Felicia dio unos golpecitos a la cama, incitándolo a tomar asiento. Pietro lo hizo y la chica siguió con lo que estaba por contar -Cuando Hydra me llevó, no la pasé muy bien. Nat y Clint me rescataron fisicamente, pero creo que mi mente tardó unos días más en dejar atrás ese lugar

-¿También tuviste pesadillas? - Felicia asintió y el chico apoyó su mano sobre la de ella.

-Estuve una semana sin poder dormir. Cuando cerraba los ojos, creía que cuando los abriera de nuevo, Strucker me tendría encadenada y estaría experimentando conmigo. Nat estaba harta de tantas veces que tocaba la puerta de su habitación en la noche -soltó una sutil risa ante el recuerdo. Él sonrió observándola. Mientras tanto, los ojos de ella se mantenían fijos en las manos de Pietro, con las que estaba jugando en vagos y pequeños movimientos -Entiendo lo que sientes y... Sabes que puedes pedirme lo que sea, ¿cierto?

-¿Un beso?- Felicia blanqueó sus ojos.

-¡Creí que estamos teniendo un momento serio y emotivo!- negó con la cabeza y Pietro rió, muy divertido -¿Quieres dormir aquí?

El chico levantó y bajó sus cejas varias veces, con una sonrisa de lado. La chica abrió su boca nuevamente, incrédula.

-¡Ya basta, Pietro!- esta vez la que rió fue la chica y lo señaló con su dedo -No, ni siquiera lo pienses. Solo esta vez, pero porque no puedes dormir solo

Él se puso de pie, corrió ambas camas con Felicia sobre una de ellas, y las juntó, formando una especie de cama matrimonial. Todo esto, claro, a una velocidad ultrasónica. Felicia observó su rápido movimiento con incredulidad, pero no dijo nada. Ambos se acostaron con la mirada penetrante en el otro. La chica le sonrió a Pietro y él acarició su mejilla con suavidad, produciendo una inmensa calma en ella con ese contacto.

-Gracias, printsessa...

-¿Gracias porqué?- frunció el ceño levemente, pero con una calidez que endulzó enteramente el corazón de Pietro por una décima de segundo.

-Mañana te cuento, ya te quité mucho tiempo. Es mejor que descanses- llevó sus labios a la frente de la joven, otorgándole un tierno beso. La sensación de protección que la envolvió era vehemente. Ya no recordaba como se sentía vivir antes de él. En realidad, sí lo hacía: era como bajar una escalera en soledad. La soledad no era sinónimo de tristeza, por supuesto que no, su vida era feliz. Pero ahora era como bajar la escalera del brazo de alguien más.

Felicia no tardó mucho en entrar en su sueño, lo cual asombró a Pietro. No lo asombró por lo rápido que lo hizo, ya que él hacía todo de igual manera. Aquello que lo tomó por sorpresa, fue la confianza que Felicia había tenido para dormirse junto a él sin siquiera dudarlo. Horas después, la chica comenzó a removerse en la cama con molestia, y el sol aún no salía.

-¿Pietro? ¿Qué se supone que haces?- habló refregandose los ojos para poder abrirlos por completo y se topó con Pietro sentado a su lado. Luego se llevó las manos a la cabeza, encontrándose con su cabello hecho un desastre.

-Intenté hacerte una trenza, pero no me salió- se rascó la nuca con una mueca de vergüenza.

-¿Por qué le harías una trenza a alguien que está durmiendo?- frunció el ceño un poco confundida, tanto por la situación como por despertarse en un horario poco ideal. La sinapsis en su cerebro no funcionaba del todo bien apenas abría los ojos en la mañana, y mucho menos en la madrugada.

-A Wanda le gustan las trenzas. La ponen de buen humor y creí que si te despertabas con una...sería algo bueno- las ojeras en su rostro se marcaban aún más de como las tenía el día anterior. Ella apretó sus parpados con fuerza intentando despabilarse.

-Nunca pude haber imaginado que eras así de tiernito, Maximoff- comentó sonriendo con burla. Ante el comentario, él blanqueó sus ojos, divertido.

-Claro que no lo soy. Ya vete a dormir de nuevo Clark- la expresión jocosa de ella no desaparecía, y volvió a dormirse con una sonrisa tonta en su rostro.

La mañana siguiente, Felicia hizo aparición en la cocina y la mesa estaba llena de muffins decorados y con distintos sabores, acompañados por varios jugos para elegir. Además, había una cantidad inesperada de fruta cortada, y de tartas exhibidas por todo el lugar.

-¿Acaso estoy en el paraíso?- dijo acercándose a la mesa y tomando un muffin. Wanda, quien se encontraba lavando unos utensilios, giró hacia ella con una sonrisa -¿Tú hiciste todo esto?

-Extrañaba cocinar- dijo encogiéndose de hombros y cerrando el grifo del agua. Su acento sokoviano se marcó mucho en esas palabras -Come todo lo que quieras

-Tendremos para desayunar una semana con todo lo que hiciste -Wanda tomó asiento frente a ella y se sirvió uno de los jugos, este era de un tono rojizo.

-Si mi hermano se despierta y viene hacia aquí, no lo creo- Ese comentario fue como un llamado hacia Pietro, porque a los segundos apareció en la cocina y con su rapidez ultrasónica se sentó junto a Felicia.

-¿Me llamabas hermanita?- comentó tomando un muffin. Su metabolismo intensificado en velocidad, le permitió comer al menos tres de estos y una fruta en un minuto.

-Me alegra que hayas dormido bien, pero creo que deberías bajarle un poquito a tu velocidad Pietro- sugirió Wanda cortando una porción de tarta.
Él solo la observó masticando con su boca repleta de comida. Felicia miraba la incredulidad en el rostro de la pelirroja y se aguantó la risa. Eran hermanos muy unidos, pero Wanda a veces se comportaba como la madre de Pietro.

Pasó un rato en el que conversaban con tranquilidad acerca de lo que pasó en las últimas semanas. Los gemelos se lamentaron al escuchar que Nat estaba huyendo. El gobierno la consideraba una fugitiva, y probablemente las noticias hablarían de ellos también: los Vengadores que escaparon de la prisión más segura del mundo. Y eso implicaba seguir escondiéndose. Felicia cerró el tema en cuanto pudo, no quería generar preocupaciones en ellos. Comenzó a hablar de cualquier otra cosa que sea más positiva.

-Tienes un...-Pietro señaló su boca para indicarle a la chica que tenía pequeñas migajas de la tarta allí. Ella se pasó la muñeca por el lugar, sin lograr sacar ninguna -Déjame..

Pietro llevó su mano al rostro de Felicia, y la pasó por la comisura de su labio, limpiando el lugar con delicadeza. Un movimiento poco habitual en alguien que hacía todo apresuradamente.

Corriendo | Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora