XXXVII: Visitas inesperadas

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-Era broma, era broma- dijo sacudiendo levemente su hombro. Felicia no se inmutó -No te enojes, Clark. Sabes que te quiero solo a ti

El beso que le dio en la parte trasera de su cabeza no hizo que ella se moviera, pero sí que retuviera una sonrisa. Lo que en realidad logró que la chica se moviera fueron los dedos de Pietro en su estómago, haciéndole cosquillas.

-¡No! ¡No! ¡No! ¡Basta!- exclamó entre risas e intentando sacar las manos de su cuerpo -¡Te juro que...me...vengaré...de esto!

Cuando paró de hacerle cosquillas, sus respiraciones se cruzaban. Pietro estaba sobre ella, mirándola a los ojos. Comenzó a intercalar su vista entre los profundos ojos de Felicia y sus labios. Eso solo significaba una cosa.

Sus bocas se juntaron, generando un contacto abrasador. Pietro habría considerado impensable la forma en la que su corazón se aceleraba cuando estaba tan cerca de ella, pero esa sensación estaba allí, en cada momento. Su simple existencia era amada por él. Le encantaban sus labios, su cabello, sus ojos. Le encantaba todo de Felicia.

Amaba su manera de comportarse ante los demás, a veces se mostraba tan fuerte y decidida con todos, y otras veces, cuando se encontraba rodeada de las personas en las que confiaba, se mostraba vulnerable. Pero él no pensaba que esa vulnerabilidad la hacía más débil. Pietro creía que esa vulnerabilidad la hacía más persona. Una persona que cualquiera podría admirar, porque Felicia superó cosas que otros no hubieran podido soportar. Y él la admiraba.

El sol salió un par de veces más, y luego de uno de esos amaneceres, una visita inesperada tocó la puerta. La sonrisa que se formó en el rostro de Felicia cuando abrió, fue inmensa.

-¿Qué haces aquí?- dijo abrazando a la persona frente a ella. Se mantenía incrédula de lo que estaba viendo.

-Será mejor que pasemos, no quiero que una bala atraviese la cabeza de alguna de nosotras

Una vez dentro de la casa, un abrazo volvió a acentuarse.

-Creí que no volvería a verte, Nat

-Y yo creí que confiabas un poco más en lo que digo- soltó sarcásticamente. Felicia apretó sus labios y luego dirigió su mirada a la joven que venía junto a la pelirroja -Oh, ella es Yelena

-Un placer- comentó la rubia estrechando su mano con la de Felicia, junto con unas sonrisas incómodas por parte de ambas. Cuando se separaron, la chica miraba a las recién llegadas sin decir nada.

-¿Acaso no nos invitarás a conocer tu pequeña morada?- Felicia sonrió ante el inesperado comentario de Natasha y llevó a las mujeres hasta la cocina. Visión y los Maximoff recibieron a Natasha con afecto, después de todo, compartieron bastantes cosas juntos.

-Soy Yelena, su hermana -dijo cada vez que estrechaba su mano en forma de saludo.

-Hola, soy Pietro- se presentó él, quien fue el último en saludar.

-Wow, ¡me gusta tu acento! No es ruso, ¿O si? ¿O tal vez polaco? ¿Quizás de Eslovaquia?- comenzó a hacer las preguntas una tras otra -¿De dónde es? ¿Lituania?

-De hecho, es de Sokovia- comentó él, con las comisuras de sus labios levantándose de manera sutil. Le había causado diversión la manera en la que la rubia le habló.

-¡Claro! Cómo no lo pensé antes

-Es que tienes la cabeza hueca- soltó Natasha con seriedad y Yelena le dedicó una mueca de sarcasmo.

El almuerzo que prepararon Wanda y Visión, les estaba pareciendo una exquisitez a todos en la casa. Tanto así que tuvieron que terminar su plato para seguir hablando, no querían interrumpir su comida.

-Entonces, estos líquidos o gases que tienes, ¿Qué es lo que hacen?- inquirió Felicia luego de una larga explicación. Los demás escuchaban con atención y un poco sorprendidos ante la anécdota de Natasha y Yelena, quienes contaron que casi mueren huyendo de una persona enmascarada y con una super armadura.

-Es un gas sintético. Contrarresta la subyugación química, protege las vías neuronales del cerebro de la manipulación externa -la chica y Visión asintieron, comprendiendo con claridad. No fue lo mismo para Pietro.

-¿Podrías explicarlo en un idioma entendible?- preguntó con una mueca.

-Yavlyayetsya protivoyadiyem ot kontrolya nad razumom, urodlivyy

-Yelena...- advirtió Natasha. Todos fruncieron el ceño ante las palabras de la rubia. Pero Felicia no lo hizo por lo que dijo: ella, a diferencia de los demás, no había entendido. Yelena comenzó a reírse fuertemente.

-Perdón, pero...¿viste la cara que él...puso?- soltó entre carcajadas y Pietro la miraba con recelo.

-¿Qué fue lo que dijo?- preguntó Felicia a Wanda, en un susurro.

-Le dijo que era un antídoto para el control mental. Y luego le dijo feo, en sokoviano- "¿Feo?" repitió la chica en su mente ante la respuesta. Pietro terminó contagiandose de la fuerte risa de Yelena, pero fue el único, los demás solo observaban la situación un poco confundidos.

La noche llegó rápido mientras Felicia hablaba con Natasha, quien no tardó en descubrir la relación entre ella y el chico con supervelocidad.

-Tantos problemas que te hacías para ver si lo invitabas a salir o no y ahora mírate..- sonrió para luego soltar un comentario sarcástico -Estás mal niña, muy mal

-¿Por qué mal?- Natasha levantó una ceja ante la pregunta.

-Hay un pequeño brillo en tus ojos cuando hablas de él. Es el mismo que tenía Steve cuando...-frenó sus palabras.

-¿"Cuando"?- inquirió Felicia. Natasha negó con la cabeza, para luego sonreír hacia un costado -Nat dime, ¿Cuándo qué?

-No es importante, mejor dejemos esa pregunta para otro día- comentó entre bostezos -Muero de sueño

-Deja que te lleve a nuestro cuarto, Wanda llevó a Yelena al suyo y no se opuso para nada, dijo que no veía la hora de por fin dormir en una cama cómoda. Agradezco a Coulson que haya preparado la casa para recibir más personas- soltó caminando hacia la habitación que compartía con Pietro.

-¿Coulson?- frunció el ceño.

-Larga historia, pero está vivo

-Increíble- murmuró la pelirroja incrédula, pero a la vez un poco confundida ante la situación tan inusual. Se encontraban ya en la habitación y Felicia estaba buscando las sábanas para armar la cama de Natasha -Felicia, espera. Dormiré en el sillón, no quiero meterme en su lugar de tortolitos y molestar

-Claro que no, no molestas Nat. Y no somos tortolitos, asi que deja de llamarnos así- pidió con diversión.

-No tengo ganas de escuchar como se besuquean, mejor duermo en el sillón. Y sí lo son- susurró las últimas cuatro palabras tomando una almohada -Adiós

Despertarse por el sonido de las exageradamente fuertes risas en la cocina, no fue algo que generó un muy buen humor en Felicia. Luego de ir al baño y cambiarse, se dirigió a la cocina para desayunar. Al entrar, la animada conversación que se estaba dando entre Pietro y Yelena frenó de golpe. Felicia intercaló su mirada entre ellos y siguió su paso sin decir nada.

-Buenos días- saludó Yelena y dio un gran sorbo a su taza de café.

-Hola- respondió ella mientras servía un leche en un vaso. Pietro se puso de pie para acercarse a la chica y le dio un beso en su mejilla, en forma de saludo.

-¿Cómo dormiste?- preguntó con una sonrisa.

-Bien, pero creo que tú no, hoy no esperaste a que despertara- comentó ahora comiendo una galleta -¿Las pesadillas volvieron?

-Oh, no. Solo escuché que Yelena había roto un vaso y vine a ver qué sucedió. Luego me quedé aquí- se encogió de hombros.

Corriendo | Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora