Capítulo 16

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Dormí como una flor toda la noche. No me había percatado de nada salvo cuando Luka me abrazó.
Soñé una y mil veces con mis padres. De como mi madre me enseñó la lección más valiosa que existía. La de ser una madre ejemplar, aunque se tenga poco dinero y la lección de mi padre fue sacarnos a los cinco hacia adelante usando su cabeza y montando su propio negocio. Soy hija de los Sanz y nunca dejaría que mi hijo pasara hambre. Aunque no haya podido saber nada de la herencia de mis padres, sabía que tenía gran parte de una fortuna que mi padre nos había dejado a los cuatro cuando creó su imperio hace treinta y nueve años. Cuatro años después de nacer mi hermano Manuel.
Esa mañana no tenía ganas de levantarme. Me sentía como un oso perezoso. Sin ganas de hacer nada y con ganas de estar tranquila durante todo el tiempo.
Sentí algo encima de mí y cuando mis piernas se levantaron, abrí corriendo los ojos y vi a Luka intentando poseerme.
―Luka no por favor.
―Ya sabes que después de meterme cocaína y de dormir, salgo con una erección que descargar. Así que no me lo impidas o te ataré las manos con las esposas.
Ya me estaba cansando de todo lo que quería de mi Luka. Para colmo no sabía cómo iba a aceptar la noticia del embarazo. Pero una cosa tenía clara, aun no le diría nada hasta que viera de lo que era capaz de llegar por un puñado de polvos blancos de la risa.
―Déjate llevar Mariella. No quiero hacerlo de nuevo a la fuerza y más cuando llevo dos días sin hacerte nada.
Sin embargo, no le dije nada.
Luka llevó sus manos a mi sexo y comenzó a sacar como a meter sus dedos dentro de mi vagina. Donde noté como me dolió un poco al entrarlos.
Gemí por ello y cuando Luka comenzó a moverlos más rápido, me dejé llevar como antes. Pero no significaba que mis sentimientos estuvieran centrados hacia a él. Si no, en la personita que llevaba dentro de mi interior.
Me noté mojada al cabo de cinco minutos y fue cuando noté que Luka se puso encima de mí.
En breve, metió su pene dentro y sentí ese pequeño dolor sobre mi sexo. Un dolor que se convertía en placer cuando lograba de llegar al clímax.
Luka comenzó a moverse muy despacio para conseguir la erección más fuerte y yo solo estuve pensando en correrme para que todo se acabase cuanto antes.
En pocos minutos, sentí que iba más despacio. Tanto que me hizo sentirle tan profundo. Salvo que su erección no llegaba a crecer tanto como lo hizo antes de que estuviera tan enganchado a esa mierda. Algo que le estaba destruyendo poco a poco y acabando con todo lo que poseía.
Sin embargo, Luka no paró de penetrarme para verme a mi disfrutar. Aunque sabía que su cabeza estaba pensando porque no llegaba al orgasmo como lo hizo hace dos días. Aunque en esos dos días tan solo se metió una raya de cocaína y anoche no sé cuánto se metería. Algo que no quería averiguar. El único que me importaba en estos momentos, era el bebé.
Llegué al clímax y noté como mi orgasmo estaba a punto de llegar. Salvo que Luka aún no lo había conseguido todavía.
La imagen agradable de Hunter llegó a mis pensamientos. No le recordaba así. Lo recordaba con su pelo negro corto, unos pantalones vaqueros y un jersey naranja. El Hunter que vi ayer tenía unos pantalones de lino negro, una camisa blanca y la chaqueta del traje del mismo color. La corbata que tenía puesta era roja con rayas blancas. Fue cuando supe que ya no era el hombre que me arrebató la virginidad a los dieciocho años. Si no, un hombre que trabajaba para el FBI y yo solamente era una historiadora que no ha podido ejercer su carrera.
Me terminé de correr al cabo de unos segundos. Algo que me dejó sin aliento tras pensar en Hunter.
Luka se tumbó encima de mí al cabo de veinte minutos exhausto. Algo que aún no llegué a entender hasta que noté su pene flácido.
―No he podido ―me dijo enfadado―. Maldita sea.
―¿Qué es lo que te ha ocurrido?
―Sera por la mierda de la cocaína. No lo sé.
―¿Nunca te llegó a pasar antes?
―No. Ya que solo me metía una. Sin embargo, anoche me excedí.
―Luka deja la droga por favor. Necesito que estés bien para cuando le dé la sangre a tu madre.
―Solo cuando ella este bien, yo lo estaré.
―Luka te volverás más adicto y dudo que salgas de ese bache.
―No te metas en mi vida ―me dijo y salió de mi interior aún más furioso―. Vete a la ducha. Desayunaremos y nos iremos al hospital.
―Si señor.
―Déjate de tonterías.
Luka se levantó de encima de mí y se marchó de la habitación.
Después me levanté y fui a darme una ducha. Aún seguía sin entender que es lo que había pasado con el orgasmo de Luka como también como fui tan tonta para dejarme embarazar por una persona que antes me dijo que abortase.
Cuando salí de aquella ducha al cabo de diez minutos, fui al closet y escogí un vestido de un solo color para salir de nuevo de la casa.
En breve, me sequé el pelo y me lo alisé. Y tras terminar, le di un poco de color a mi cara pálida.
Tras terminar de ponerme unos tacones de color negro, bajé a desayunar.
Al entrar en la cocina en pocos segundos, comencé a oler a huevos revueltos y eso me hizo ir directamente al fregadero. Vomitando me hizo entender que era otro síntoma del embarazo.
Luka se puso detrás de mí y lo único que hizo fue ayudarme.
―¿Qué es lo que te ocurre mujer? ―me preguntó.
Cuando me limpié la boca le respondí:
―Es la anemia supongo. No lo sé.
―Si vas a estar así, es mejor que hoy no vengas al hospital.
―Quiero ir. Esto no es nada.
―Me preocupa tu estado de salud.
―Mañana me harán esa analítica de sangre y le pondremos un tratamiento.
Él asintió y fue a terminar de hacer los desayunos.
Me senté pensando que ya había salido otro síntoma más del embarazo. Tenía que encontrar el momento adecuado para contárselo. Sin embargo, sabía que esto le afectaría mucho más que la enfermedad de su madre.
Cuando él terminó de hacer los desayunos, comí un poco. No tenía muchas ganas porque seguía teniendo el estómago revuelto.
Después de eso, recogimos los platos y en veinte minutos nos marchamos de la casa para ir al hospital.

Simplemente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora