Epílogo

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Luka y yo contrajimos matrimonio el mismo día en que Leandro hizo su primera comunión al año siguiente. Donde nos dimos mutuamente nuestros votos nupciales y los de Luka me hicieron llorar por una vez. Unas lágrimas llenas de felicidad y amor mutuo.
Ese mismo día, decidimos que íbamos a esperar un poco más para tener hijos propios. Ya que Luka aún seguía estando con su terapia y quería esperar a que le dieran de alta.
Paso dos años de nuestra boda.
En esos meses que habían pasado, a Luka le habían dado el alta de las terapias y también porque continuaba su labor con el FBI.
Durante ese tiempo, Luka decidió que deberíamos de marcharnos de la casa de mis padres y estar en la casa que le dejó por herencia su padre. Ya que él sabía que aún seguía teniendo pesadillas con lo que pasó el día en que Patrick mató a mis padres.
Un mes y medio después, Luka me pidió que dejara las pastillas anticonceptivas. Ya que se notaba preparado para ser padre. Pues tras dos años más de terapia supo por sus psicólogos que estaba listo para ello.
En cambio, él y Luka se convirtieron en los mejores amigos. Tanto que él ya tuvo que darle consejos de que se cuidase. Pues le vio salir del instituto con una amiga y que ellos hablaban sonriendo.
Aquel mismo fin de semana, invitamos a mis tíos a la casa de Luka. Donde mi tío no tardó por ningún segundo en estar con Leandro y este enseñarle a mi tío la era moderna del siglo XXI.
Mientras que ellos estaban entretenidos, le pedí a mi tía que le echara una ojeada a la comida. Ya que me encontraba un poco mareada y Luka pensó que debía de darme el aire.
Cuando llegamos a la parte de detrás del jardín, me senté un poco y comencé a respirar algo más. Pues dentro de la casa me sentía un poco más agobiada que cuando estábamos fuera.
―Nena, ¿estás segura que no quieres que llame al doctor?
―Estoy segura Luka. No te preocupes.
―Recuerda, en la salud y en la enfermedad. Te lo prometí en mis votos.
―Y yo también ―le dije―. Pero lo que tengo no es nada de la anemia que tenía.
―Entonces, ¿qué es lo que te...? ―Luka se paró un poco y se quedó sin saber que decir por un momento.
Cuando él me miró, le señalé con la vista mi estómago. Por lo que no tardó por ningún segundo en decirme:
―¡Estás embarazada!
―Sí.
―Pero, ¿por qué no me habías dicho nada?
―Quería esperar el momento adecuado. El día de tu cumpleaños dentro de dos semanas. Pero este mareo se me adelantó.
Luka me ayudó a levantarme de donde me senté y empujó mi pecho hasta su torso, diciendo:
―Sabes que soy el hombre más feliz del mundo.
―Lo sé.
Hice una breve pausa. Donde no tardó en darme un beso tan intenso como ese.
Tras dejarme de besar, nos miramos de nuevo a los ojos y vi ese brillo de esperanza de nuevo en Luka. Uno que acababa de redimirle por completo.
―Te amo.
―Soy tuya. Yo también te amo.
―Sí. Simplemente mía...
Y Luka volvió a besarme, donde noté que el universo por fin me había dado algo que me quitó por unos momentos. Momentos en los que ahora sí que era feliz..

Fin.

Simplemente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora