Capítulo 13

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Soñé. La imagen de mis hermanos y mis padres aparecieron muy felices en un campo lleno de flores. Los vi sonreír mucho y eso me hizo hacerlo a mí.
La oscuridad se tornó en el sueño y cuando volví a mirar a mis padres y a mis hermanos, estaban yaciendo en el suelo y con sangre. Sin embargo, la oscuridad estaba ahí cuando vi a Luka ante mí y en segundos como me arrastró hasta el sótano y me hacía suya.
Él me poseía atada de pies y manos. Atada y gimiendo de placer. Lo único que sentía en esos momentos, era un vibrador sobre mi sexo. Uno que tenía puesto sobre mi clítoris mientras que Luka me penetraba en la vagina.
Excitada y sin saber cómo quitarme las cuerdas que me hacían su prisionera, lo único que se me ocurrió fue dejarme llevar por lo que él me hacía sentir cuando estábamos juntos en una misma habitación a solas.
Las palmadas en mi trasero me excitaban más y me hacían querer llegar a un orgasmo. Uno que Luka sabía controlar. Fue cuando ahí recordé que una vez le conté a Luka lo que más me excitaba. Le dije que me gustaba los hombres controladores en el sexo. Supuse que había sido todo eso lo que hizo que pensase con claridad y me diera a experimentar las cuerdas y la mordaza. Sin embargo, sabía que aquello no era real y aunque no lo fuera, me estaba poniendo a mil por hora.
Desperté de un largo sueño y me noté un poco sofocada. Por lo que comencé a respirar entrecortadamente. Donde comencé a pensar en si había hecho bien en haberle contado que el mismo día en que Luka me secuestró, aún estaba sintiendo cosas por él.
Sentí que algo me tocó y cuando volví a recuperar mis sentidos, supe que era Luka quien me tocaba.
―¿Estás bien nena? ―preguntó.
―No lo estoy. Malditos sueños joder. Tenían que desaparecer de una buena vez de mi cabeza.
―¿Qué es lo que ocurre?
Bajé la mirada y enseguida noté que él se puso delante de mí. Donde la levantó enseguida y me dijo después:
―Estás cachonda eso es lo que pasa. Y has soñado con que te follaba como tú siempre habías soñado.
Asentí.
―Fóllame Luka ―dije de pronto.
―Sabes que estas castigada.
―Me da igual. No soy una niña. Soy una mujer de casi treinta años que solo quiere quitarse el calentón.
―Si lo hago, lo haremos a mi manera. No va a ver ningún forcejeo ni nada por el estilo.
Me encogí de hombro. Me daba igual como lo hiciera, pero quería un orgasmo.
―Bien ―volvió a decir―. En ese caso, termina de desnudarte y ve al sótano. Espérame ahí.
Me levanté de la cama y comencé a quitarme lo que me quedaba de ropa. Y cuando terminé, caminé para ir hacia el sótano.
Cuando llegué ahí en pocos segundos, no supe que hacer. Lo único que quería era quitarme el calentón que sentía y lo haría con o sin normas.
Esperé a Luka durante muy poco tiempo y cuando apareció por el sótano, me tapó los ojos. Dejándome a penumbra.
Después, me hizo caminar a oscuras y cuando toqué algo liso, supe que estaba encima de la cama.
―Sube arriba. Y cuidado con no darte.
Le hice caso.
Subí mi cuerpo hacia arriba y esperé a que Luka me tocase.
Él comenzó a tocarme las muñecas y comencé a notar algo sobre ellas. Fue cuando supe que Luka me estaba atando las dos manos juntas arriba de la cama. Sin embargo, las ató tan fuerte que no me dio tiempo a pensar en algo más.
Noté que él bajó de la cama y sentí ruidos. Supe que estaría haciendo algunas de las suyas.
Volví a notar en segundos el peso sobre la cama y supe que Luka había subido de nuevo a la cama.
Noté en pocos segundos que levantaba un poco mi pierna derecha notando su erección y entraba algo en mi vagina.
―No voy a darte el castigo que mereces por ocultarme lo de las cámaras de seguridad. Pero serán tus fluidos el mejor castigo.
Sin embargo, fueron las vibraciones lo que me hizo entender que había vuelto a meter ese vibrador dentro de mí y que no me escaparía de ello.
―Sácalo ―le supliqué.
―Ya conoces mi respuesta a ello Mariella. Y es un no.
―Por favor.
En breve, subió mi pierna izquierda aún más arriba y tras ello lo hizo con la derecha. Poniéndome aún más el trasero en pompa.
Noté un ligero dolor sobre mi ano y supe que estaba metiendo muy despacio su pene en él.
Gemí porque no tuve opción. Sin embargo, él comenzó a moverse mientras que sentía las vibraciones dentro de mi interior.
Tras unos segundos dilatando mi ano, paró de moverse y enseguida noté algunas vibraciones fuera de mi sexo. Por lo que no llegué a entender nada. Hasta que, en breve, noté las vibraciones sobre mi clítoris. Las cuales me hicieron gemir más seguido.
―Eso es. Gemir es lo único que quiero escuchar ahora de tus labios.
Luka comenzó a moverse en mi ano y junto a él las vibraciones hacían que mi placer se disparase aún más.
―Recuerda que no debes de correrte sin que lo haga yo. Si lo haces, me correré en tu boca y ya conoces la norma después de que lo haga. Solo quiero que esperes o me digas cuando llegas al clímax. ¿Lo has entendido Mariella?
Asentí.
Él aumentó un poco más sus embestidas sobre mi ano y me estaba retorciendo por el placer. Tanto que llevé mis manos a las rendijas de la cama y subí mi cabeza para observar que es lo que estaba haciendo. Pero la venda me impedía hacerlo.
Los gemidos fueron aumentando de mi boca. Sin embargo, lo que más me excitaba era tenerle dentro de mí. Olvidé que Luka era un Dios en la cama cuando se lo proponía. Sin embargo, antes no usaba cuerdas o vendas para atrapar mis sentidos. Solo su instinto de hombre para solo correrse y darme a mí un orgasmo. Esto era nuevo para los dos, a pesar que estar atada era una de mis grandes fantasías eróticas.
También aumentaron las embestidas y noté que Luka me agarró con la mano que tenía libre, los muslos de las piernas. Apretándolos como si quisiera llegar al orgasmo antes que yo.
El choque de su pelvis con mi trasero hizo que sintiera algo sobre mi estómago. Algo que no podía entender aún. Sabía que era placer, mezclado con adrenalina. Sin embargo, lo que le motivaba a Luka a chocar su pelvis con mi trasero, era mis gemidos. Que eran muy seguidos por que estaba sintiéndole en tres lugares.
Él paró de embestir por unos segundos y fue hasta mi cara. Donde me quitó la venda de mis ojos. Ahí le vi con la misma cara de placer que yo tenía en esos momentos.
―Me gusta ver que los dos vibradores y mi polla están haciendo que tu placer sea aún más intenso.
Sin embargo, solo hubo gemidos de mi parte.
Luka continuó penetrando mi ano y pude notar como palpitaba mientras que lo hacía sin parar.
Mi vagina se contrajo y supe que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.
―Luka... ah...
―Dime nena.
―Estoy a... punto de... ah... llegar al... ah... orgasmo... ah... ―le dije.
―Mejor. Yo todavía no. Así que me dará más tiempo a mí de correrme y tu tener otro orgasmo.
―Para los vibradores ―le dije.
Sin embargo, Luka hizo oídos sordos. Continuando con sus embestidas.
―Córrete nena ―me dijo mientras que me penetraba.
Luka embistió aún más rápido y noté mi orgasmo en pocos segundos. Donde las vibraciones en mi clítoris parecían puñales exquisitos. Sin embargo, me dolía más que si tuviese tres orgasmos a la misma vez. Ya que el vibrador sobre mi clítoris estaba haciéndome sentirlo más fuerte y con una sensación diferente.
Luka continúo penetrando y yo temblando por haber llegado al orgasmo. Que hubiera llegado, no significaba que él se iba a dar por vencido tan pronto.
Él salió de mi ano y quitando el vibrador de mi vagina, me hizo respirar. Sin embargo, Luka entró su pene en mi vagina muy rápido ―pues estaba muy lubricada― y comenzó a embestir ahí con la misma rapidez que en mi ano.
Mientras que me penetraba volví a sentirme libre. Libre porque sabía que no había olvidado a Luka y que mi corazón le seguía perteneciendo a pesar de lo que ha pasado últimamente. Simplemente que aún no quería decirle nada. Pues quería comprobar de lo que sería capaz de hacer por mí está vez sin importarle el sexo o si me llegara a quedar a su lado. Incluso quitarse de las drogas y dejar a un lado a Patrick. Temía por qué la muerte de mis padres y hermanos no le trajesen consecuencias después.
Luka quitó el vibrador de mi clítoris y se tumbó encima de mí mientras que lamía mis pechos. Lo sentí tan profundo que me dio igual todo lo que pudiera pasar.
Continúe notando como su pene estaba palpitando en mi interior y solo noté pequeñas embestidas.
Luka desató mis muñecas en pocos minutos. Donde por ningún minuto dejó de lamerme los pezones.
Subí mis piernas arriba a su espalda y sin decir nada, Luka dejó de lamerme los pechos y se puso de nuevo de rodillas para volver a penetrarme.
Él cogió mis piernas y las puso encima de sus hombros. Donde en breve comenzó a embestirme más rápido.
Eché mi cabeza hacia atrás y lo único que conseguí con ello es llegar junto a Luka al clímax. Donde noté como su pene palpitaba como si estuviese a punto de conseguirlo antes que yo.
Continuaba preguntándome por que soñaba que Luka me ponía a cien como siempre. Pero lo hacía como a mí me gustaba. Era algo que no tenía respuesta a ello.
―Voy a correrme ―escuché de los labios de Luka.
Sin embargo, yo aún no llegaba al clímax.
Abrí los ojos y después observé que Luka estaba observando mis reacciones a su placer. Donde no tardé en notar su cara de haber llegado al orgasmo.
Él no tardó mucho en meter dos de sus dedos en mi vagina que comenzó a moverlos rápidamente. En un gemido solté su nombre y en algunos más, pude notar de nuevo mi clímax.
―Cuando te saque mis dedos, espero que te corras como nunca ―me dijo.
Movió aún más rápido sus dedos y notaba que iba a explotar. Luka conocía mi cuerpo a la perfección y sabia cuando hacerme correrme como nunca.
Él sacó a cabo de pocos minutos sus dedos y mis fluidos comenzaron a salir a borbones de mi vagina. Como si Luka hubiese estado esperando ese momento.
Caí rendida al cabo de pocos segundos y me percaté que estaba cansada.
Luka se tumbó a mi lado. Donde no tardé ningún segundo en abrazarlo y él hacerlo conmigo.
Mi respiración entrecortada seguía fluyendo sin parar mientras que notaba el corazón de Luka latir. Sin embargo, estaba tan exhausta por todo que aún no quería decirle que en casi dos meses no le había olvidado de mis sentimientos por él.
―Sí sé que atarte y hacerte mía así, me ponía más cachondo lo hago antes ―dijo.
―Te lo dije cuando nos conocimos ―le respondí―. El sexo es más placentero así que de la otra forma.
―¡Dios! Eres una puta diosa del sexo.
Pero no le di respuesta alguna a ello. Por lo que me quedé pensativa a una cosa.
―¡Luka!
―Dime nena.
―Déjame llamar a mis tíos para decirles que estoy bien.
―Sabes que no puedo hacer eso.
―Luka por favor. Imagínate que tu madre se encuentra con ellos y les dice que me ha visto.
Hice una breve pausa y le miré a los ojos volviéndole a decir:
―Prometo que no les diré nada de que me tienes aquí a la fuerza. Solo les diré lo mismo que a tu familia.
Su mirada hacia el techo me hizo entender que estaba muy pensativo. Tanto lo conocía que sabía cuáles eran sus gestos para una cosa como para la otra.
―¿Qué es lo que recibo yo a cambio? ―me preguntó.
―Lo que me pidas.
―Tú ya sabes lo que voy a pedirte.
Asentí.
―Voy a pensarlo, Mariella.
Sin decir palabra alguna, volví a poner mi cabeza sobre su pecho y solo me limité a escuchar el latido de su corazón. Donde no tardé en quedarme dormida.

Cuando abrí los ojos de nuevo, me percaté que Luka no estaba a mi lado. Por lo que salí del sótano y caminé hasta la cocina. Ya que noté un olor exquisito.
Desnuda, entré en el salón y Luka estaba allí con unos pantalones puestos. Donde me quedé por unos minutos observándole.
―Deberías de ponerte algo para no constiparte ―me dijo mientras que cocinaba.
―Así estoy bien ―le respondí―. No tardaré mucho en darme una ducha y en volver a la cama.
―Pero antes comerás algo.
Asentí.
Me acerqué a él y le ayudé a cocinar. Sin embargo, no le dije nada de lo que hablamos después de tener el orgasmo.
―¿Qué hora es? ―le pregunté.
―Casi las nueve de la noche ―me respondió―. Los dos nos quedamos dormidos después del orgasmo. Me he despertado un poco antes que tú y me di una ducha para ponerme a cocinar.
―Vale.
Luka llevó su mano al bolsillo detrás de su pantalón y sacó su teléfono móvil. Donde marcó un número de teléfono y después me lo entregó.
―Ya conoces las normas. No le digas en qué condiciones estás a tus tíos o me veré obligado a actuar.
―Gracias Luka.
Él le dio a la tecla de llamar y le dio al altavoz.
El tono de llamada sonó y tras dos segundos, mi tío respondió:
―Dígame.
―Tío, soy Mariella.
―Hija estás bien ―me dijo.
―Sí lo estoy.
―¿Dónde te tienen?
―No estoy secuestrada. Luka me salvó la vida dos veces. Incluso el día en que mataron a mis padres, sus asesinos intentaron matarme a mí también.
―Mariella voy a buscarte.
―No tío. Estamos en el país, pero no puedo decirte donde estamos. Te estoy llamando desde número oculto por si acaso los asesinos nos estuvieran vigilando.
―Pensé que vendrías a enterrar a tus padres y a tus hermanos.
―Luka pensó que era mejor no poner mi vida en riesgo. Estamos bien, no os preocupéis.
―Dame algún número de teléfono para llamarte.
―No tío. Debo manteneros a salvo. Solo esperar a mi llamada.
―¿Está Luka contigo?
―Sí.
―Hola señor Sanz ―dijo Luka.
―Es cierto lo que dice Mariella.
―Sí señor. El día en que dispararon a sus hermanos vino malherida a mi departamento y le estuve curando. Dos o tres días más tarde, fuimos a ver a sus padres para ver cómo se encontraban y la sorpresa de sus asesinos estaban allí. Yo me quedé fuera de la casa esperándola. Cuando vi que se tardaba mucho, entré y vi que estuvieron a punto de matarla. Sin embargo, a sus padres ya le habían disparado. La saqué de la casa como pude y la tengo aquí conmigo. Señor, siento no dejar que ella le llamase para decirles que estaba bien. Como también siento la muerte de su hermana, su cuñado y sus sobrinos.
―Hijo, cuídamela. No permitas que le hagan lo mismo.
―No lo haré.
Bajé la mirada y no supe que decir.
―Hija, cuídate mucho. No sabemos si los asesinos que mataron a tus hermanos y a tus padres eran tipos de la mafia.
―Vale. Debemos colgar. Volveré a llamarte. Te lo prometo.
―De acuerdo.
Luka colgó el teléfono y le dije después:
―Gracias Luka.
―Ya sabes que me debes este favor.
Asentí.
Al cabo de media hora, Luka terminó de hacer la cena y estuvimos comiendo de esa deliciosa comida.
Cuando terminamos, él se quedó recogiendo y yo me marché a darme una ducha.
Cuando terminé de ducharme, me metí en la cama de la habitación y me quedé dormida, mientras que escuchaba una canción que me gustaba tanto. No supe cómo reaccionar a la canción de Donde quedaron las ganas de Galván Real. Supongo que Luka estaba escuchando mi lista de reproducción. Sin embargo, no le dije nada. Ya que la canción me hizo pensar hasta que pasaron a más canciones de mi lista de Spotify.
Me quedé de nuevo dormida cuando Luka entró diez minutos antes a la habitación. Donde él no tardó en abrazarse a mí y quedarse dormido antes que yo.

Simplemente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora