III

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—Comienzo a entender porqué estás en contra del kok'ta.

—Tener sexo con extraños no está mal, follar en la selva como animales sí —pronunció despreocupada, mordiendo su porción de pizza, antes de levantar la cabeza y ver la expresión de Noaelí—. Es decir, sin protección y dejándose llevar por los instintos y eso —rio apenada.

—Es parte de nuestra naturaleza, no somos humanos, somos kanatitas.

—Pero tampoco somos animales —le dijo antes de cubrirse la boca, terminando de masticar.

—Muchos eritmatitas vienen durante el kok'ta aquí, tú nunca participaste ¿Verdad? —le inquirió tomando su copa se vino.

—No me veo follando en medio de la selva, Noaelí.

—Hay un sector con cabañas para eso.

—Sí, si tienes pareja. Porque si no tienes pareja, duermes con todos los demás en un gran salón. Y tener sexo, en medio de otros, tampoco me llama atención —le dijo encogiéndose de hombros, antes de tomar otra porción.

—Yo nunca he participado de los kok'ta.

Araza lo miró curioso, sirviéndose un poco de vino.

—Supongo que te uniste joven, es entendible.

—¿Unirme? —inquirió confundido—. Yo no estoy unido.

—¿Zany no es tu pareja?

—No, es mi amiga —rio suavemente—. La conozco desde pequeño, ya que nuestros padres solían frecuentarse.

—Pero ella es mayor que tú, o sea, ella te conoce desde niño a ti —le dijo mientras le servía una porción de pizza a él—. Y te tienes ganas, que... Extraño.

—Sí, nos llevamos diez años —pronunció bajo.

Kirash abrió los ojos sorprendida, intentando no toser por la sorpresa.

—¿Diez años? ¿Tiene casi cuarenta años y te sigue acosando? Madre mía, que paciencia.

—Sí —sonrió incómodo, dándole una pequeña mordida a su porción.

—¿Por qué no le dices que no sientes lo mismo? ¿O es que sí te atrae?

—No sé cómo decirle de un modo amable, sin herir sus sentimientos, que yo sólo la veo como una amiga. Ya lo he intentado muchas veces, pero ella sigue insistiendo.

—¿Ni siquiera cuando has tenido novia dejó de acostarte?

—¿Desde hace cuánto vives aquí sola? —le preguntó antes de beber vino.

Kirash lo miró curiosa, y se mojó los labios en un poco de alcohol, antes de pasarse la lengua y sonreír.

—¿Por qué no respondes, Noaelí?

—No me gusta hablar de mi vida privada.

—Pero si veníamos hablando muy bien, hasta que toqué el tema de tus novias. Y dudo que alguien como tú, no haya tenido novias, o encuentros. Tuvieron que sacar a la antigua representante de Eritma, y por eso ahora estoy yo, porque estaba casi obsesionada contigo. Y según escuché, la del este también, y por eso pusieron al otro rubio.

—Sí, las mujeres suelen... Acercarse a mi —pronunció incómodo—. Pero yo no busco nada con ellas.

—Oh, eres gay —pronunció con naturalidad, terminando su porción de pizza, para tomar otra.

—No, no soy gay ¿Por qué las personas asumen eso? Detrás de mi negativa, hay un trasfondo, y mi orientación sexual, no tiene nada que ver.

—Tienes razón, lo siento.

—No encuentro a nadie que pueda comprenderme —le dijo en un tono bajo.

Araza lo miró por un momento, y se aclaró la garganta.

—¿Quieres contarme?

—Llevo un año y medio yendo al psicólogo por esto, y la verdad no encuentro cambio alguno. Bueno, sí, el estar aquí hablando contigo es un cambio, un avance. Antes no podía siquiera entablar una conversación con una mujer.

—¿Qué te traumó tanto?

—Mi hermana quedó embarazada cuando era adolescente —suspiró, mirando hacia abajo—. Mi madre estaba furiosa, porque ella abortó al bebé, e Ilu estaba obsesionada con ser la próxima líder. Creyó que un hijo a esa edad, le impediría llegar al liderazgo. Desde entonces, mis padres sólo me inculcaron que la paternidad no era un juego, que para traer un niño al mundo se debía tener una buena estabilidad mental, económica... Que un mínimo error, podía arruinar por completo la vida de ese nuevo ser.

—Entiendo por lo que pasaste, pero si tanto miedo tienes de tener un bebé ¿Por qué no te haces una vasectomía?

—No es sólo eso, Kerish, mi miedo, la ansiedad que me causó aquello, sólo...

—¿Sólo?

—Sólo provocó que me diera pánico estar con una mujer.

La castaña asintió con la cabeza, curiosa.

—¿No puedes tener una erección? ¿Eres eyaculador precoz? Es normal si-

—No —la interrumpió, incómodo—. Me da pánico estar con una mujer, me dan ataques de ansiedad. Me pongo muy nervioso.

—Es increíble lo que los padres pueden provocar —suspiró la castaña.

—Es un tema muy delicado para mí de tratar —murmuró—. Pertenecer a una especie tan... "Sexual", y no haber tenido nunca sexo, es demasiado vergonzoso.

Lo observó, con los ojos abiertos de asombro. ¿Le acababa de confesar que era virgen? No, no podía creerlo. Noaelí levantó la cabeza al no recibir respuesta alguna de ella, y Araza rápidamente se llevó la porción de pizza a la boca.

—Am... No te pierdes de mucho —le dijo intentando sonar indiferente.

—Claro —sonrió levemente.

—No, en serio, o sea, sí, el sexo es rico, se siente bien, pero cuando lo haces con la persona correcta. Y no me refiero a tener algún tipo de conexión sentimental.

—Creo que ya se hizo muy tarde, debería volver a mi casa.

—¿Vives muy lejos de aquí?

—Mi casa principal está en la tribu de machos, pero me quedaré en la casa de un amigo esta noche.

—Apenas comiste una porción de pizza, y mordiste un trozo de la segunda ¿No te gustó?

—Oh no, no es eso, la pizza estaba bien, sólo que... Soy intolerante al gluten —sonrió incómodo.

—Demonios ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Cómo te sientes ahora? ¿Tienes algún síntoma?

—No te preocupes, sólo estaré con cólicos, y gases —rio con pena—. Pero estaré bien.

—Me hubieras dicho que no podías comer pizza, habría pedido otra cosa. Ahora dirán que intenté envenenar al príncipe kanatita.

—No me llames así, detesto ese apodo.

—¿Por qué? Todos te llaman de ese modo —pronunció divertida.

—Me incomoda, y no soy ninguna clase de príncipe tampoco. Noaelí, mi nombre, está bien.

—Mm, te diré Noa entonces —sonrió levemente.

—Perfecto —sonrió, caminando ambos hacia la puerta—. Gracias por haberme recibido.

—Fue una sorpresa para mí haberte aguantado tanto tiempo en mi casa.

Noaelí la miró curioso, antes de reír.

—¿Por qué dices eso?

—No suelo recibir visitas, porque no soy muy paciente.

Y lo cierto, es que el castaño se había quedado toda la tarde allí, hasta la hora de la cena, cuando Kirash había decidido pedir una pizza.

Al final, no había sido tan mala compañía.

...

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