XXXVII

1.8K 314 26
                                    

Meses después

Entró a la habitación especial de visitas, y sonrió sorprendido de verla allí.

—Señorita Laibell, que agradable visita.

La castaña miró a los oficiales e hizo un leve asentimiento con su cabeza, para que se fueran.

—¿Cómo te sientes, Moses?

—Bien, sorprendido por su visita —sonrió sentándose en una de las sillas.

—Los antiguos líderes de Kanat'ma tienen libertad condicional, y permanecerán de ese modo siempre y cuando no vuelvan a interferir con la política de la isla. Por el contrario, Lashel seguirá privado de su libertad.

—Entiendo, su situación es otra.

—Lo es, pero de todos modos será trasladado a otra sección, para que pueda recibir visitas de sus familiares. Hace unos meses se convirtió en abuelo y aún no pudo conocer en persona a sus nietos.

—Lo sé, cuando le permitieron a Bradek visitarme, me trajo unas fotos de los bebés. Son preciosos.

—Yo tengo un trato especial para ti —le dijo sentándose frente a él, dejando una carpeta blanca sobre la mesa, antes de mirarlo fijo a los ojos, seria—. Si tú estás dispuesto a firmar esto, y juras cumplirlo, conseguirás la libertad condicional también.

—¿Por qué haces esto por mí?

—Has demostrado ser un hombre de palabra, y hablando con los oficiales, han informado que tu actitud es cooperativa, no eres agresivo, cumples con tus obligaciones, y te mantienes al margen. Es por eso, que hablando con el consejo, llegamos a la conclusión de que si tú aceptas cumplir esto, tendrás la libertad condicional.

—Y en resumidas palabras ¿Qué dice esta especie de contrato?

—No puedes salir de Kanat'ma, tendrás una tobillera todo el tiempo, la cual mostrará tu ubicación actual. No puedes volver a Haslowe, pero tu familia puede venir a visitarte aquí. Se te asignará un nuevo trabajo, y tendrás la libertad de estar en nuestra isla.

La miró a los ojos y luego asintió con la cabeza.

—Está bien.

—¿No vas a leerlo?

—No, confío en tu palabra, tú eres la líder después de todo. Y creo que eres una mujer honesta ¿Tienes un bolígrafo?

La castaña asintió con la cabeza y se lo dió. Moses lo tomó, abrió la carpeta, y fue hasta última hoja donde debía ir su firma, haciéndola.

—Listo.

Laibell la tomó y se puso de pie, al igual que él, dándole la mano.

—No me decepciones. Los oficiales traerán las pertenencias con las que llegaste aquí en un momento. Mantente al margen como hasta ahora, y tendrás una buena vida en la isla. Si necesitas algo, sabes dónde encontrarme.

—Claro, en tu casa —sonrió.

—No, en mi oficina.

—Ah sí, tu oficina —sonrió divertido—. Que tenga buen día, señorita Laibell. Y gracias por la confianza, no la voy a decepcionar.

—Eso espero —le dijo antes de salir de la habitación.

Moses la observó irse y sonrió levemente. Ahora vería que tan "libre" sería en Kanat'ma como ella decía.

***

Ya llevaba más de un año fuera de Kanat'ma, y su hija tendría al rededor de unos ocho meses, o diez, si contaba desde el momento de su nacimiento real, ya que la niña había nacido prematura.

Princesa de Eritma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora