XXIV

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Abrió los ojos al sentir un fuerte cachetazo, e intentó fijar la vista en quien estaba frente a él, sin poder conseguirlo con claridad.

—Vamos, despierta de una vez —pronunció serio el tipo frente a él.

—¿D-Dónde estoy? —preguntó sintiéndose tan confundido.

—En el último lugar que conocerás, a menos que cooperes conmigo —le dijo con calma—. Entonces, Firez, tú estuviste el día del "accidente" de la obra ¿Verdad?

—S-Sí, pero yo ya respondí todo lo que sabía.

—No lo creo tanto —pronunció tomando unas pinzas—. No quiero hacerte daño, Firez, pareces un buen tipo, pero si no cooperas conmigo, si no me ayudas, tendré que arrancarte una por una las uñas de tus dedos. Y si aún así no hablas luego de quitarte las de las dos manos, seguiré con las de tus pies.

Se acercó hasta Firez, que estaba sentado en una silla, con muñecas y tobillos sujetos, y sonrió, tomándolo de la mano izquierda.

—Habla ¿Qué fue lo que pasó ese día?

—Y-Yo ya d-dije-

—Perfecto, empecemos —le dijo tomando la uña de su dedo índice con la pinza, y antes de tirar, Firez gritó.

—¡No fue verdad! —exclamó cerrando los ojos con fuerza, temblando—. No lo h-hagas, por favor.

—Asi que no fue verdad —pronució Moses, soltando el dedo—. ¿Qué fue lo que ocurrió entonces?

—T-Tengo a mí m-madre en Kanat'ma, si h-hablo, por favor n-no le hagas daño.

—Soy un hombre de palabra, Firez, si tú me cuentas la verdad, no le pasará nada ni a tu madre, ni a ti, tendrán la protección de Eritma.

—De acuerdo.

***

—Ella tendría que estar de unas diez semanas ya, pero eso lo comprobaremos con la ecografía, al igual que el estado del feto.

—Sí —sonrió Noaelí, tomando la mano de Araza.

La doctora tomó el gel, y colocó un poco en el vientre de Kirash, antes de pasar el transductor, obteniendo las primeras imágenes, pasándolo suavemente de un lado hacia otro.

—¿Está todo bien? —preguntó en un tono bajo, al esperar que la doctora hablara y no lo hiciera.

—Sí, sólo que tenemos dos fetos.

—¿D-Dos? —pronunció sorprendido, antes de sonreír emocionado.

—De edades gestacionales diferentes —le dijo mirando el monitor—. Se llevan al menos una semana de diferencia, semana y media.

—¿Q-Qué? —preguntó aturdido—. ¿Pero c-cómo puede ser posible? No lo entiendo.

—Uno de los fetos tiene unas doce semanas, y el otro casi diez.

Noaelí miró a Kirash, sin poder entender que estaba ocurriendo.

—Ella estaba en celo, o consumió algo que le provocó ovular dos veces en el mismo mes, pero con diferentes días. Ambos fetos se encuentran en buen estado de salud.

—Lo entiendo, pero... Nosotros e-estuvimos juntos hace tres meses, no entiendo como el otro bebé no tienen las mismas semanas.

Princesa de Eritma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora