XXX

1.8K 328 23
                                    

—Dos días después—

No, era demasiado por asimilar. Estaba embarazada, tendría mellizos, un niño y una niña, y ni siquiera eran del mismo padre, no, el niño era hijo de Bradek, y la niña de Noaelí.

Su padre y sus hombres estaban privados de su libertad, su madre tenía una especie de "libertad condicional", por no haber podido probar que ella supiera de las acciones de su papá, pero de todos modos no era libre. Ura'Elie no podía salir de Kanat'ma.

Su mejor amigo Moses estaba prófugo, la isla Helada ahora se llama Haslowe, la actual líder de Kanat'ma era una joven llamada Laibell, porque Kumi y Cep también estaban presos... Por extorsión, corrupción, y no recordaba cuántos otros cargos más.

¿Cómo diablos tanto había cambiado la isla en casi cuatro meses que ella pasó en coma? Un coma que Noaelí le había provocado por estar enfermo, una tal fiebre que le había dado producto del estrés y el calor de la isla.

Esa maldita isla primitiva era un peligro para cualquiera.

—Ara ¿Recuerdas algo de lo que pasó esa noche?

—Ya te dije que no quiero hablar de eso, mamá —le dijo revolviendo su batido—. Apenas y estoy intentando asimilar lo del... Embarazo —susurró.

—No entiendo cómo no te cuidaste con ninguno.

Araza rodó los ojos, y luego se terminó su batido. Lo que menos necesitaba era un sermón de su madre a esa altura de su vida.

—Necesito ver a Noaelí.

—¿Por qué? ¿Para qué? —le preguntó preocupada Ura'Elie.

—Tendré un hijo con él, bueno, hija... Necesito verlo, hablar con él.

—No creo que quiera recibirte, Kirash. El muchacho no está bien, se ha aislado de todos luego de recordar lo que hizo. Cómo te expliqué, él no tenía recuerdos de sus actos, hasta que comenzó a asistir con un terapeuta.

—Esto es culpa de papá ¿Lo sabes? —le dijo molesta, apretando los dientes—. Él quería que lo seduciera, que lo controlara, que lo trajera a Kanat'ma y así poder manejarlo a su antojo. Por culpa de papá, yo casi muero, mamá. Y no sólo eso, ahora también estoy embarazada. Y antes que digas algo, sí, tendría que haberme protegido, pero no estaba pensando en ese momento, Noa era virgen y yo sólo quería hacerlo sentir cómodo, especial.

—Y si vas a verlo ¿Qué piensas hacer, Kirash?

—Pedirle perdón, su vida se volvió tan miserable como la mía, por hacerle caso a papá. Lo mínimo que puedo hacer, es pedirle perdón, y liberarlo de la carga de tener una hija.

***

—¿Por qué cubres tus pechos?

—¿Qué haces tú de nuevo aquí? —le preguntó alarmada, girándose al verlo en el reflejo de su espejo—. Sabes muy que debes estar recluido ¡Encerrado como los demás!

—Si realmente tú quisieras eso, me hubieses encerrado la otra noche. Pero en el fondo, sabes bien que no soy peligroso, sólo obedecía órdenes.

—Pero tú no eres una máquina, Moses, tú decidiste obedecerle.

—No tenía opción —le dijo mirándola a los ojos—. Mis padres le deben mucho a Lashel, y yo de algún modo sentía que saldaba sus deudas trabajando para él.

—¿Qué es lo que quieres aquí? No voy a levantar la orden de captura que di. Si tú quieres ganar tu libertad, preséntate ante los oficiales, declara todo lo que me has dicho, y que la justicia se encargue de determinar si eres inocente o no.

—Bien, lo haré —pronunció cruzándose de brazos—. Sólo para demostrarte que no miento, que estoy diciendo la verdad. Ahora responde mi pregunta ¿Por qué te cubres los pechos?

—No me gustan —le dijo con simpleza, tomando una blusa.

—¿Puedo saber por qué?

—Porque son grandes, no son normales, no me gustan.

Moses se sentó en la cama de ella y la observó confundido, antes de reír.

—¿Hablas en serio?

—¿Te parece que estoy bromeando? —le preguntó frunciendo el ceño.

—Pero es que no lo entiendo, tienes un cuerpo hermoso, envidiable, por él que muchas mujeres pagarían por conseguir ¿Y tú lo cubres?

—¿Y yo estoy para cumplir los estándares de belleza de las demás? ¿Los caprichos y gustos de los machos como tú? —gruñó—. ¡¿Desde cuándo a mí me importa lo que ustedes opinen de mi cuerpo?!

—Cálmate, no pensé que esto sería tan grave para tí —pronunció confundido—. Sólo creí que quizás te sentías insegura, nada más. Pero tienes razón, no porque las mujeres quieran un cuerpo como el tuyo, tú debes quererlo.

—Vete Moses, debo salir ahora de mi casa.

El rubio asintió con la cabeza, poniéndose de pie.

—Iré a la central de oficiales como te dije.

—De acuerdo —le dijo sin mirarlo.

—Y Laibell —pronunció pasando junto a ella—. Eres hermosa de todos modos, sé que no te interesa la opinión de los machos, sólo quería recordártelo.

Se estremeció al escuchar aquello, y lo observó irse de su habitación... Sólo estaba intentando manipularla.

***

Escuchó su celular sonar, y sin ánimos lo tomó, observando que era de un número desconocido.

—¿Quién habla? —preguntó mirando el techo de su habitación.

"—Noa, soy yo, Ara. Am... S-Sé que esto debe ser muy c-confuso para ti, pero soy yo, lo juro."

—Araza —murmuró aturdido.

Sí, no había dudas, era la voz de ella, Kirash había despertado, finalmente lo había hecho.

"—¿Crees que podríamos hablar? Yo aún no puedo salir del hospital por cuenta propia, y no quiero pedir una ambulancia sólo para que me trasladen para poder hablar contigo. ¿Podrías venir por favor?"

—¿De qué quieres hablar? Yo en verdad... Lamento demasiado lo que ocurrió esa noche, incluso no lo-

"—Noa, escúchame —lo interrumpió—. Si alguien se debe disculpar aquí, soy yo, y esto no es algo que podamos tratar por llamada. Por favor, ven a verme, y lo hablamos en persona."

—¿Tú recuerdas lo qué ocurrió esa noche?

"—Por supuesto que sí, recuerdo todo, y también me explicaron porque actuaste de ese modo. Y no te guardo rencor, Noaelí, pero me gustaría hablar de esto en persona."

—Está bien, veré cuando puedo viajar para Eritma.

"—Está bien, espero sea pronto... Tenemos otro asunto por el cual hablar."

...

Princesa de Eritma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora