"—¿Por qué estás tan molesto, amor?
—No quiero ver a nadie —gruñó, poniéndose de pie.
—Pero Irat-
Chasqueó la lengua y salió de su casa, en dirección al río de Kumi'et. La noche estaba siendo muy calurosa, e Irat'keli estaba de muy malhumor. Lo que menos quería, era tener que lidiar con otras personas.
Necesitaba un tiempo a solas, tranquilo, y un buen baño en el río, dónde pudiera relajarse un poco."
—Ay diosa santa —suspiró Laibell, quitándose el vestido mientras caminaba por la orilla del rio—. ¿Por qué tanto calor a esta altura del año?
Se soltó el cabello, dejando los broches que lo sostenían sobre su vestido, y sus sandalias al lado, junto a una gran roca.
—Esto es lo que necesito para relajarme —sonrió, metiéndose suavemente en el agua, antes de hundirse por completo, y nadar.
Del otro lado de la roca, unos minutos después, llegó Irat'keli, quitándose su ropa rápidamente, antes de meterse al río y sumergirse complejamente, nadando hacia el centro.
Laibell salió del agua al escuchar un chapuzón cerca de ella y observó el río, frunciendo el ceño.
—¿Quién anda ahí? —preguntó molesta.
—¿Qué demonios haces tú aquí? —le inquirió el castaño saliendo de abajo del agua, cerca de ella.
—¡¿Cómo te atreves a entrar aquí cuando yo estoy?! —exclamó cubriéndose los pechos.
—Ni siquiera sabía que tú estabas aquí, ¿O te piensas que tengo algún tipo de interés en verte?
—No lo sé, tu dime —gruñó.
—No me gustan las hembras como tú —pronunció desinteresado.
—¿A qué te refieres?
—Las hembras de senos y labios grandes, pareces una de esas humanas que se inyectan cosas para aumentar su tamaño, luciendo tan artificiales.
—Pero yo no he hecho nada de eso —pronunció en un tono bajo, bajando suavemente sus orejas.
—Pues natural no te ves de todos modos —le dijo afilando sus pupilas, con cierto desprecio en sus palabras—. Ahora entiendo porque nadie quiso pasar la puesta contigo, después de todo, tu cuerpo ni se parece al de nuestras hembras.
—Vete a la mierda —masculló nadando hasta la orilla, apretando sus labios... Intentando tragar ese maldito nudo que se había hecho en su garganta.
Se apresuró a tomar su vestido, y se lo puso, antes de irse rápidamente de allí, sin siquiera llevarse sus sandalias.
Irat'keli la observó con desprecio, apretando sus puños con rabia. La detestaba tanto, él debía ser el líder de Kanat'ma, y ahora su puesto era de ella, gracias a la influencia que tenía sobre las hembras.
***
—¿Pero cuándo despertará?
—Aún no podemos saberlo, pero hemos tenido un importante avance. Ella ya respira por cuenta propia.
Ura'Elie tomó la mano de Araza, y la acarició suavemente.
—Yo sé que dentro de muy poco ella despertará, mi hija siempre ha sido muy fuerte.
—Desde el laboratorio me comunicaron que los resultados ya están. Le traeré una copia de los mismos a usted, y les enviaré una a cada uno de los posibles padres.
—Creo que todos ya sabemos los resultados —sonrió afligida—. Sólo espero que mi hija despierte antes de que nazcan los niños. No quiero sonar egoísta, pero no quisiera que Bradek se llevara al bebé a Haslowe... No podría verlo seguido.
—Pero lamentablemente para usted, si Araza no despierta, y ese macho es el padre del bebé, está en todo su derecho de llevarlo, Ura'Elie —explicó el médico—. Al igual que si Noaelí es el padre de la niña.
—Pero es diferente, yo no puedo salir de Kanat'ma para poder ir a ver al bebé, en cambio la niña vivirá aquí con Noaelí. Si él me lo permite, a ella si podré verla.
—Quizás su hija despierte antes. Por lo pronto, pediré que le traigan los resultados. Si Kirash llegase a tener algún avance, llámeme.
—Lo haré, muchas gracias —sonrió suavemente.
***
Vivía sola en una cabaña dentro de la tribu de hembras. Su madre había muerto dos días después de que ella naciera, debido a una infección durante el parto. A su padre no habían logrado hallarlo, ya que al parecer, había sido un macho que había llegado a la isla por el kok'ta Kanat'ma. Laibell sólo sabía que él también era kanatita, pero no de la isla.
Luego de que su mamá muriera, la habían llevado a la guardería de niños, y allí vivió durante ocho años, esperando que un milagro ocurriera, que alguien la adoptara... Algo que jamás ocurrió.
Era muy extraño que un kanatita decidiera adoptar un niño, y de por sí las parejas de kanatitas no eran comunes, por lo que los niños que terminaban en la guardería, no eran adoptados por nadie... A excepción de parejas humanas, o aquellas hembras que tenían problemas de reproducción, hecho muy extraño.
A los ochos años se escapó por primera vez de la guardería, y después de que la encontraran, volvió a hacerlo diez veces más. En una reunión con la líder de la isla, Laibell le prometió a Kumi que ella no buscaría problemas, que lo único que quería, era vivir libre como las demás, que podía valerse por sí misma, que no era ninguna niña.
Bajo la supervisión de Kumi, a Laibell le permitieron vivir sola en la tribu, en una pequeña habitación que le construyeron las demás hembras. Siendo una niña, les había demostrado más de una vez a las demás que podía satisfacer todas sus necesidades por sí sola.
Salía todas las mañanas con las demás hembras a cumplir las misma funciones. Cazaba, pescaba, ayudaba con el mantenimiento de la tribu, y luego volvía a su cabaña.
Con doce años, había comenzado a refaccionar sola su habitación, para que fuera una cabaña como la del resto de las hembras. Y junto con el cambio de su cabaña, llegó el de su cuerpo.
Sus pechos comenzaron a crecer, más que su trasero, pero lo hicieron. Y a los catorce años, ya lucía como una hembra adulta, y parecía que su naturaleza ya le anunciaba que estaba lista para su primera puesta.
E Irat'keli tenía razón, él también había estado en el grupo de solteros cuando ella se presentó por primera vez, a los quince años... Y ningún macho la había aceptado.
Todos pensaban lo mismo, ella lucía como una humana operada, no encajaba con el cuerpo de las kanatitas.
Esa había sido la primera y única vez que había decido participar. Luego de eso, se había dedicado únicamente a su formación como oficial de Kumi, ganándose el respeto y el cariño de sus hembras, gracias a su compromiso y desempeño.
Se observó en el espejo de su habitación, con lágrimas en los ojos, y tomó una faja, colocándosela sobre los pechos, ajustándola lo suficiente como para ocultarlos.
Odiaba su cuerpo, odiaba su imagen, se odiaba completamente.
...
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Princesa de Eritma
Short StoryLibro especial de Bestias, que tiene como protagonistas a Araza y Noaelí.