XV

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—Muchas gracias, Noaelí —le dijo tomando la botella con agua que el castaño le estaba ofreciendo.

—No tienes que agradecerme —sonrió suavemente—. Todos vivimos en las mismas tierras, y debemos ayudarnos entre nosotros, como hermanos.

—Aún no entiendo porqué dejaste tu hogar.

—Creo que a veces es necesario dejar nuestra zona de confort —explicó, tomando la pala para continuar con el trabajo que el muchacho había dejado.

—Pero de vivir como un príncipe allí, a terminar aquí trabajando como un obrero, es un cambio muy grande.

—Sé que esto es para un bien común —sonrió, cavando.

Estaban en la construcción de un nuevo edificio, más cerca de la selva. El clima lluvioso de la isla, los animales salvajes, junto con los insectos venenosos, hacía muy difícil la tarea de poder expandirse.

Y eso que ya llevaban muchos años desde que la habían tomando. Los únicos que eran inmunes al veneno de la mayoría de las alimañas de allí, eran los verdaderos nativos.

Pero, después de tantos años, casi ni quedaban nativos puros de Iosopal, la mayoría había abandonado la isla para vivir en Kanat'ma, mezclándose con las kanatitas. Y los iosopalí que aún habitaban la isla, no tenían mujeres ni familia.

—¿Por qué nunca te uniste a una hembra?

—No me siento preparado para eso, no creo que sería bueno como padre —explicó, secándose el sudor de la frente.

El clima era muy húmedo, haciendo más notorio el calor.

—Yo creo que serías un excelente padre, mejor que un iosopalí seguro —rio, haciendo reír al castaño.

—En nuestra sociedad, es mejor un hombre rudo y estricto, que alguien como yo...

***

Eran pasadas las nueve de la noche, y Noaelí recién regresaba a su nuevo hogar. Si no fuera porque los demás muchachos le habían insistido en que se fuera, él se habría quedado allí.

Ya habían cercado durante el fin de semana un nuevo sector de la selva, y ahora estaban preparando un nuevo edificio de departamentos. El trabajo era largo, duro y muy forzoso, especialmente porque no habían muchos kanatitas viviendo en la Iosopal.

Más del ochenta por ciento de los iosopalíes se habían ido a vivir a Kanat'ma, y los kanatitas que habían decido quedarse en la isla, eran algunos oficiales y soldados. Con el crecimiento de la isla principal, Iosopal había quedado de lado.

Sin contar con los motivos de sus principales riesgos de vivir allí, los animales e insectos salvajes y venenosos.

Cansado, se quitó los zapatos y sacó toda la ropa de su cama, sacudiéndola y volviéndola a armar, para evitar que algún insecto estuviera allí.

Mentiría al decir que no extrañaba a su familia, a su pueblo, a su tribu, a sus amigos. Qué no extrañaba su casa, su cama, que difícil había sido acostumbrarse a una nueva cama.

Qué no extrañaba las charlas con su papá, con sus hermanos, con sus sobrinas... A veces se sentía tan solo allí.

Se acostó en la cama, luego de volver a hacerla, y observó el techo de paja. Aunque fuera muy difícil, no se iría de allí hasta que el nuevo edificio estuviera hecho y habitable. Era necesario hacer de Iosopal un nuevo hogar, que la isla no quedara en el olvido.

***

—¡¿Qué demonios?! ¡Yo no pienso irme a Iosopal, papá! —exclamó molesta Araza—. Es un suicidio.

—No seas exagerada, Kirash. Además, apenas pises esas tierras inútiles, el tipo querrá volverse contigo a Kanat'ma. Es necesario que lo convenzas de hacerlo, necesitamos que él retome sus funciones como representante.

—Y otra vez con el mismo cuento —pronunció frustrada—. Ya estoy harta de todo este tema de los representantes.

—No tenemos opciones ahora, hasta que las ventas con el exterior se solucionen —gruñó, mirándola molesto—. Así que quieras o no, tú eres nuestra única opción.

—De acuerdo —bufó, rodando los ojos—. Iré a esa maldita isla de mierda, y espero Noaelí esté ahí.

—Sí, lo está, ya lo hemos averiguado. Pero antes de viajar, debes ponerte algunas vacunas preventivas, hay muchos insectos y animales que provocan diferentes tipos enfermedades.

—Encima eso —pronunció molesta, desviando la mirada—. Mientras ustedes están aquí tranquilos, yo debo ir a arriesgar mi vida.

—Es para un bien común, para nuestra familia. Si yo pudiera hacer algo al respecto, lo haría.

—Como sea —le dijo poniéndose de pie—. Llama al maldito médico para que venga a ponerme las vacunas, así puedo terminar con esto cuanto antes.

—Todo sería más fácil si tú hubieses aceptado seducir al hijo menor de Kumi.

—Ni loca, una sola vez intercambiamos palabras con ese estúpido, y fue un fracaso total. Es demasiado arrogante y cerrado de mente. Además, hasta donde sabía, el tipo tiene pareja, así que no se fijaría en mí para nada. Mucho menos después de todo lo que pasó con Noaelí.

***


—Buenos días —sonrió entrando a la cocina—. ¿Necesitan ayuda?

—Fuiste el último en irte y el primero en levantarte —sonrió el cocinero—. Si quieres puedes ir colocando las cosas sobre la mesa.

—¿Tienes familia aquí, Kerz? —preguntó curioso Noaelí.

—No, mis padres son de Kanat'ma, y yo soy el único que decidió venir a vivir aquí —pronunció en un tono amable—. No habían muchos oficiales que se ofrecieran, y yo no tenía mucho que perder.

—¿Hace cuánto vives aquí?

—Cinco años —sonrió dejando una gran bandeja con tostadas sobre la mesa.

—¿Y cada cuánto viajas a Kanat'ma?

—No volví a Kanat'ma desde que me fuí.

—¿Por qué no? ¿No hay nadie que pueda tomar tu lugar para que regreses?

—Sí, por supuesto, pero no regreso porque no tengo motivos para hacerlo. Mi familia no me acepta, y yo aprendí a vivir sin ellos también.

—¿Por qué dices que tú familia no te acepta?

—Por mi orientación sexual —pronunció en un tono incómodo, desviando la mirada.

Noaelí lo observó curioso.

—¿Te gustan los hombres?

—Sí, y sé que en Kanat'ma eso no está bien visto —murmuró—. Es por eso que me ofrecí de venir aquí. Y también así conocí a mi pareja, con una historia muy similar a la mía.

—¿Y los demás están de acuerdo con eso?

—Sí, lo aceptaron mejor que nuestras familias —sonrió—. Obviamente no fue algo fácil de asimilar, pero ahora es algo normal para ellos.

—Me alegra mucho saber que puedes ser feliz aquí —sonrió de forma sincera—. Y que de cierto modo, ambos hayan encontrado su lugar.

...

Princesa de Eritma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora