XXXIII

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"—¿Cómo haces para vivir tan tranquilo, sabiendo que tienes un hijo lejos? Es decir, tu bebé podría estar pasando por frío, hambre, sueño... Y tú estás aquí, como si nada, cuando una parte tuya, se ha quedado allí.

—No puedo ser padre, esa niña está mejor sin mí."

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—Tiempo después—

—Ella tenía una cesárea programada para la próxima semana —pronunció desesperada Ura'Elie.

—Ya no hay tiempo de anestesiarla, está en trabajo de parto.

—P-Pero-

—¡Llegué lo m-más rápido que pude! —exclamó un rubio vestido de oficial, llegando corriendo hasta donde estaba Ura'Elie y el médico de Araza—. Tomé el p-primer avión que venía hacia aquí.

—¿Eres el padre de los niños?

—Sí —le dijo quitándose rápidamente parte su uniforme, dejando todo en una banca junto a la madre de Araza—. Soy Bradek, y acordamos que yo estaría durante la cesárea con Kira, pero me llamaron de emergencia diciéndome que ella estaba en trabajo de parto.

—Tienes cinco minutos para cambiarte de ropa, vete ya con el enfermero —pronunció el médico, antes de volver su vista a Ura'Elie—. ¿Vendrá también el otro padre al parto? Sólo una persona puede estar con ella.

—No, Noaelí no estará acá. El decidió renunciar a sus derechos sobre la niña hace meses atrás, cuando habló con mi hija —le dijo en un tono bajo—. Ni siquiera está en la isla, se fue.

—En ese caso no habrán inconvenientes —expresó antes de marcharse.

—Ya, ya estoy listo ¿Dónde está Araza? —preguntó emocionado Bradek, saliendo del consultorio ya con ropa acorde a la situación, colocándose un cubrebocas.

El enfermero lo guió hasta la sala de partos, y al verla a Araza en la camilla, fue rápidamente hasta ella.

—Ey, vine, te lo dije —sonrió, parándose a un lado de ella—. ¿Quieres que tome tu mano o algo así?

La castaña asintió con la cabeza, apretando los dientes por el dolor que sentía, sin poder hablar.

—Muy bien, eso es —sonrió, tomándola—. Lo estás haciendo bien, Kira.

El médico le dió las indicaciones a seguir, y Bradek la miró un momento a ella, y luego al médico que estaba esperando recibir el primer bebé.

—No veo mucho de aquí, pero... H-Hay mucha sangre.

—Señor, si le impresiona la sangre, mejor no mire —le dijo una enfermera.

—La sangre no me impresiona, sólo me preocupa —pronunció agachándose un poco hasta Kirash, que estaba empujando con todas sus fuerzas—. ¿Recuerdas cómo nos dijeron que debías respirar? Es muy importante eso, para que los bebés tengan oxígeno.

Araza negó con la cabeza, cerrando los ojos.

—Estás cansada, lo sé, y te duele mucho, pero yo sé que puedes hacerlo. Eres la mujer mas fuerte que conozco ¿Recuerdas cuándo nos vimos por primera vez en Haslowe? Me diste un puñetazo en el rostro —sonrió, ignorando lo que el médico decía—. Te enojaste conmigo por decirte que eras muy pequeña.

Princesa de Eritma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora