XXIX

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—Laibell, Irat'keli está en la recepción, dice que necesita hablar urgente contigo.

La castaña suspiró y asintió con la cabeza, dejando de lado los documentos que estaba leyendo en su oficina.

—¿Qué es lo que quieres, Irat'keli?

—Llegaron los resultados de la prueba que le hicieron a Noaelí para saber si es el padre o no de algunas de las crías de Araza Kirash —le dijo serio, enseñándole el sobre que tenía en la mano.

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

—Necesito permiso para que mi madre pueda estar con Noaelí en el momento de leer el resultado. Él actualmente se encuentra muy mal, y sería un apoyo importante la presencia de ella.

—Dices que tu hermano necesita la presencia maternal de alguien al momento de leer el resultado... Tu madre no puede salir del centro de reclusión, pero puedo estar ahí con él.

—¿Y por qué tú estarías ahí? Ni siquiera eres madre —le dijo con desprecio—. No tienes idea lo que es.

—No se necesita tener hijos para tener instinto materno —pronunció afilando las pupilas, mirándolo fijo a los ojos—. Tú eres padre, y no tienes instinto paterno, al contrario, eres un terrible hijo de puta. Si fueras una mejor persona, si valieras algo, a Noaelí le sería suficiente tu presencia.

—Al menos tengo hijos —sonrió con burla—. Algo que tú nunca tendrás.

—A diferencia tuya, Irat'keli —le dijo poniéndose de pie—. Yo amo a todos los niños que hay en esta isla, no necesito ser madre para poder velar por las crías de otras hembras y amarlos como míos. Tú no amas a nadie, y espero la diosa jamás te de una hija.

—Creéme que no lo hará, nadie quiere como hija una hembra chillona.

Laibell clavó sus garras en su escritorio, y le gruñó en advertencia.

—Vete de aquí ahora y no vuelvas jamás a presentarte ante mi. Ni tu madre, ni tu padre, saldrán del centro. Largo.

—Te recuerdo que aún soy el representante de la tribu de machos —le dijo apretando los puños—. No te conviene no cooperar conmigo.

—Largo —gruñó.

Irat'keli se fue de la oficina, y luego entró una de sus oficiales.

—Quiero que investiguen al actual representante de machos de la isla, que lo tengan bajo la mira constantemente. Su actitud me ha resultado muy violenta hacia las hembras, y creo que podría ser un potencial peligro en la isla.

—Sí, Laibell.

La castaña asintió con la cabeza, y cerró la puerta luego de que la oficial se fuera. Irat'keli cada vez le caía peor.

***

¿Dónde estaba? ¿Por qué... Aquello parecía una habitación de hospital? Miró confundida a su alrededor, encontrando junto a su cama, una mesa con varios globos, flores, fotos de su familia, de sus amigos, de ella.

—¿Qué demonios? —se preguntó aturdida.

Se sentó en la camilla, pasándose una mano por el rostro, y entonces sintió algo en su vientre, moviéndose. Miró hacia abajo, y se quitó la manta que la estaba cubriendo, encontrándose con su vientre abultado.

Abrió los ojos sin poder creerlo, y cuando nuevamente sintió que algo se movía en su interior, gritó asustada.

—¡Ara! ¡Hija estás despierta! —exclamó su madre emocionada entrando a la habitación, corriendo hacia ella para abrazarla, seguida de su médico de cabecera y una enfermera que entraron después.

Princesa de Eritma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora