13. ❛Disculpas y llanto obsesivo❜

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—¿Jin? —la pequeña masa debajo de las sábanas no se movió— Lamento lo de antes... —murmuró a secas, jugando nerviosamente con sus manos. Miró con curiosidad el espacio cerrado que era la habitación. Muy pequeño a su gusto. El closet ocupaba un cuarto del perímetro, y la cama doble dos cuartos. Un velador acompañaba una esquina del colchón y frente suyo estaba el infaltable escritorio. Si debía ser honesto, se sentía un poco..., claustrofóbico. Era una extensión escueta al menos a sus ojos. No había mucho camino que pudiera hacerse paso y se preguntó internamente si Jin se sentía cómodo en ese ambiente.



Además, ¿dónde estaba la calefacción?, ¿y el ventilador de techo?, ¿o el sofá con la típica mesa de centro? También podría mencionar el balcón infaltable, o el típico televisor, el espejo de cuerpo completo, un estante para los libros, e incluso muebles decorativos con distintas figuras de adorno en ellos. Pero no, nada de esas cosas estaba ahí, porque Jin y él vivían en mundos completamente distintos. Y mientras la cama de Jin apenas entraba en su cuarto; la suya, de tres plazas, no obstaculizaba sus aposentos. Durante su adolescencia había tenido una mesa de ping pong en su habitación en casa de sus padres...



Después de mudarse temporalmente a un Penthouse en su etapa universitaria había decidido que sería mejor trabajar para conseguir lo más ostentoso y lujoso. Porque se lo merecía y lo sabía. Si no era suficientemente grande, no le agradaría.



A veces sus opulencias le hacían olvidar que el común de la gente vivía..., así. No era que no conociera el hogar de Jin, pero jamás había entrado a su cuarto. Las feromonas estaban concentradas y la luz era opaca. El ventanal lucía demasiado pequeño para dejar entrar los rayos del sol y el color de las paredes no eran del agrado del alfa, pero podía ignorarlo, no, DEBÍA ignorarlo. La primera vez que había visitado la humilde morada del omega y había decidido abrir demasiado la boca casi había terminado con un florero incrustado en la cabeza. Taehyung había estimado conveniente celebrar el nuevo empleo de Seokjin y lo habían ido a ver a su trabajo a un par de cuadras de su casa. Tomaron tanto que ambos enemigos jurados necesitaron arrastrar al alfa hasta el departamento más cercano para que se sintiera en la libertad de devolver todo lo consumido. Mala idea. Con un Taehyung semi-inconsciente y dos personajes bajo los efectos del alcohol..., bueno.



Jungkook no detuvo su venenosa lengua hasta que Jin lo amenazó. ''¿Cómo puedes vivir en este lugar?, ¿es así como vive la gente de clase baja?, ¿pero y ustedes por dónde respiran? ¡Es que por este sitio ni siquiera entra la luz! ¡Mira qué agrietadas están las paredes: un temblor y, poom, adiós hogar! Seokjin, ni siquiera las ratas son tan menesterosas'' y la lista seguía. El omega había adjudicado el exceso de verboMIERDA del alfa a la ingesta de alcohol en su sistema. Al día siguiente pudo cerciorarse de que no, efectivamente el alfa era así de imbécil y clasista por naturaleza. Al menos su basura había parecido disminuir con los años, pero seguía sin ser suficiente; lo corroboraba cada vez que Jungkook abría la boca un poco más de la cuenta.



—No suena como si realmente lo sintieras —ahora dijo el bulto. Lo siguiente que pudo observar el pelinegro fueron los llorosos ojos del omega. Suspiró ante eso, espabilándose de la incomodidad que lo atravesaba. Ignoró su alrededor y se enfocó en la única cosa importante. Por alguna razón, era inquietante reparar en ese rostro compungido.



—Es que..., no puedo disculparme si no sé qué hice mal, ¿bien? —confesó honestamente, sus orejas enrojeciéndose debido a lo estúpido de la circunstancia. ¿De verdad estaban haciendo esto?, ¿por qué hacer consciente a Jin de su propia incapacidad para leer entre líneas resultaba tan vergonzoso?— El idiota de tu amigo trató de ponerme en contexto, pero yo- —calló— Sólo quería decir que no deberías preocuparte tanto por cómo te ves si no hay nadie con quien quieras lucirte —y a medida que se explicaba, el tono de voz bajaba aún más. Si lo decía en frente de alguien más se percibía como si las palabras sólo se reconocieran bien en su cabeza y no en alto.

Cuento de hadas inconcebible { KookJin }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora