29. ❛Defectos de sirope❜

1K 176 67
                                    


—S-sí..., es sólo- hace cosquillas, es todo —musitó con moderada timidez, sintiéndose menos incómodo respecto a Jungkook repasando en su inseguridad con tanta normalidad. Jungkook lanzó un suspiró de aceptación, reclinándose contra el hombro ajeno y dejando una vaga mordida antes de que ambos pudieran ser plenamente conscientes de su siguiente movimiento. Seokjin puso los ojos en blanco cuando sintió la callosa mano envolverse directamente en su falo. ¿En qué momento había inmiscuido su mano tan a fondo?—. Oh, Dios —balbució, empujando suavemente sus caderas en busca de más contacto. Jungkook soltó un pequeño gruñido cuando el abultado trasero del omega pasó a restregarse indecorosamente en su regazo—, perdón —suscitó, demasiado enfocado en el deleite como para detener el roce. No parecía sentirlo demasiado.



Jungkook aumentó el desplazamiento de su mano, percibiendo el triunfo cuando el cuerpo del omega osciló a conveniencia.



—¿Lo quieres más fuerte o más suave, cariño? —preguntó lo más tranquilo que pudo mostrarse. Seokjin, demasiado tocado por la sensación, empujó sus glúteos sobre la carpa que comenzaba a crecer en los pantalones de su compañero.



—Suave está bien —balbució, encantado del agarre perfecto que mantenía el opuesto sobre su longitud. No era bruto ni brusco, y la velocidad que mantenía definitivamente era buena. No demasiado grotesco como para que su hipersensibilidad fuera lamentada y nunca tan tenue como para aburrirse por el tacto.



—¿Está bien si te dejo desnudo ahora? —tarareó con un tono de voz considerablemente más esponjoso. Jin, tímido, no pudo evitar reparar en lo mucho que Jungkook se estaba esforzando para no asustarlo.



—Sólo si tú me acompañas —musitó, mucho más seguro que antes. Jungkook sonrió lo más grande que pudo. Jin sintió que babeaba ante la vista. ¿Esos dientes habían sido los mismos que había tenido la dicha de probar? Eran algo. Los colmillos de Jeon seguían siendo una razón para que el hombre se atontara y se templara, atento. Esas eran las piezas que marcaban propiedad y designio, las que culminarían en una encantadora señal de emparejamiento. Eran el marcador definitivo, causando dicha y placer en los cuellos que tuvieran la suerte de aterrizar.



Primero se encargó de dejar el contador a medias, equitativo. Bajó sus pantalones con destreza, como si no fuera la gran cosa. Ni siquiera parecía remotamente nervioso. Jin lo comprendía. Si él tuviera el cuerpo que Jungkook tenía, tampoco tendría mayores problemas en desvestirse en la vía pública si así lo quisiera. Así que sólo se conformó con apreciar los prominentes y fornidos muslos del alfa, saboreándose mientras apreciaba los tatuajes que pensaba que desaparecían sólo en el abdomen del hombre y no continuaban en sus piernas. Mordisqueó el interior de su mejilla, relegando toda su atención al pronunciado paquete del hombre. Woah. Jin se negaba a creer que eso de ahí era el pedazo de carne dormido. No había posibilidad, así que se contentó tras pensar que Jungkook estaba tan emocionado como él. Por supuesto, jamás tendría la posibilidad de igualarlo..., en tamaño, pero se entendía el punto. Usaba bóxer Tom Ford, por lo que se leía en la tira del comienzo. Y estaba bastante seguro de que ese pequeño costado de género estaba hecho de oro. De acuerdo, ese no era el punto importante. Lo que lo descolocaba un poco era lo bien que un hombre podía verse con ese tipo de ropa interior, cuando él con sólo haberse probado calzoncillos con cortes similares en la adolescencia se veía igual que una plancha, o una puerta, o básicamente todo lo que fuera una base plana y lisa. Jungkook, evidentemente, estaba ahí una vez más para demostrar que estaban en niveles completamente distintos y que no era ni siquiera apartadamente razonable que estuvieran a nada de tener una cosa. 

Cuento de hadas inconcebible { KookJin }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora