07. ❛Recorrido a la felicidad❜

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—¡Dios, déjame en paz! —por fin gritó, deshecho en rencor. Aleteó las extremidades con enojo, los escalofríos y estímulos atravesándolo por todo el esqueleto. Seokjin jamás se había conocido por una persona que dejara fluir su rabia con facilidad, no cuando sabía lo dañino y venenoso que podía llegar a ser— ¡No te soporto, no te malditamente aguanto! ¡Nunca te he aguantado, tu actitud de mierda y tú! ¡Como si fueras un jodido animal incapaz de controlar sus impulsos! ¡¿Qué eres, un niño!? ¡Vamos a cumplir treinta años, estamos cada vez más cerca y tú sigues comportándote como si tuvieras cinco! ¡Tan celópata y tan obsesivo! ¡¿No ves que le eres insoportable a tu pareja?! ¡¿Por qué no te das cuenta de que lo haces incómodo para todos a tu alrededor?! ¡Si tanto detestas el modo en que se desenvuelve tu relación con Taehyung, ¿por qué mierda no te separas de él, puto dependiente emocional!? —y su voz se ahogó en una desentonación final, sus cuerdas vocales quebrándose mientras sus propios ojos se llenaban de lágrimas— ¡Tan solo piérdete, jódete, imbécil! —golpeó de modo endeble el pecho del alfa, que no se movió un centímetro. Sólo lo miraba, impasible, quizá lastimoso, quizá preparado para el impacto, quizá demasiado anonadado como para admitir lo cierto en sus palabras.



Lo que fuera, a Jin no le importaba. Tenía demasiadas emociones atrincheradas.



—¡Siempre has sido así! ¡Nadie te soporta, nadie, puta mierda! ¡No puedes pretender que el mundo funcione a tu antojo, narcisista del carajo! ¡Vas a morir solo debido a tu egoísmo, tan solo, y espero te pudras y te pese todo lo basura que has sido con la gente que tiene la desdicha de conocerte! —sollozó por primera vez, deteniendo el golpeteo monótono cuando se percató de que las fuertes manos del hombre envolvían sus antebrazos como si quisiera mantenerlo fijo en un sitio. Observó al alfa, que permanecía indescifrable. Aspiró su propia nariz, asintiendo. A Jungkook le importaba nada, como siempre. Si esperaba algo distinto entonces era un idiota con fe, porque era imposible que Jungkook sintiera otra cosa más que indiferencia hacia su persona. Lo detestaba, pero no lo suficiente como para volverlo algo crítico en su vida. Era como una piedra en su zapato— Ya, suéltame —dijo apenas, aprovechando su libertad para limpiarse las lágrimas y poder irse dignamente. O al menos hacer el intento. Todavía podía fingir que tenía algo de orgullo.



—Te prestaré ropa —sólo dijo el alfa, continuando su camino hacia las escaleras. Jin exhaló, permaneciendo impasible. ¿Moverse o no hacerlo?, ¿de verdad acompañaría al alfa a su cuarto después de haberle gritado cuanto pudo? Sereno, asintió como si quisiera darse una aceptación y siguió al pelinegro en automático. No podía darse el lujo de resfriarse. Sería malo si tuviera que consumir medicamentos cuando todavía estaba debatiendo si tener al cachorro en su vientre o no. Era un emocional irremediable, pero también era responsable.



Se preguntó si su cambio de humor repentino se debía a las hormonas del embarazo haciendo efecto antes de tiempo..., o si sólo había aguantado demasiado. Cuando se trataba de Jungkook era razonable que terminara así. 









Cuento de hadas inconcebible { KookJin }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora