20. ❛Franqueza infortuna❜

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—No puedo evitarlo, me gusta cuando te preocupas por nuestro hijo. Eso me dice que no me equivoqué al elegirte como mi persona más importante en el mundo —confesó, su voz suavizándose con sutileza y provocando alguna clase de hormigueo en el vientre de ambos omegas. Jin suspiró nuevamente, despacito. ''Qué romántica'' pensó con anhelo—. Incluso aunque tienes ese temperamento arisco con él..., adoras a ese consentido mocoso, ¿no?



—Por supuesto, idiota..., es mi cachorro después de todo —respondió con vergüenza el omega, jugando tímidamente con las suaves y finas manos de la mujer. Desplomó un poco su cuerpo, siendo recibido por la fuerte alfa que no dudó en apretujarlo más contra su pecho. ''Ella lo recibe como si fuera un muñeco que no pesa nada'' concilió el tercero. Sabía que la complexión no era sinónimo de fuerza, pero era curioso tener que apreciar la figura de dos personas cuyas naturalezas fluctuaban. ¿Cómo manejaban la dominancia?, ¿qué tan agresivo debió haber sido el padre de Jungkook cuando lo tenía en su vientre?, ¿cómo lo hacían para sobrellevar un matrimonio lleno de instinto y feromonas? Incluso él estaba teniendo problemas para controlar su olfato.



—Acostúmbrate a decirlo antes de que se le olvide demasiado rápido. Ya se va a casar, ¿sabes? —se mofó, alzando la mano del hombre contra luz. Jin no pudo advertir lo que hacía hasta que vislumbró el cambio de luces. La adulta mujer admiraba con devoción el anillo que decoraba el dedo anular de su pareja. Estaba encantada, como si no pudiera comprenderlo del todo. Y esos ojos..., esos ojos lo contaban.



—Te amo, omega —recordó con simpatía, naturalmente, como si hubiese pasado toda una vida diciendo esas simples pero efectivas palabras. Jin apretó la punta de la pared entre sus dedos, atontado y sonrojado por alguna razón que no entendió. Eso era una pareja entre una alfa y un omega, ¿no? Era así como el amor debía ser. Se sentía tan..., inquieto pero cómodo, atrapado, avaricioso; ambicionando, necesitando más de algo que no le pertenecía.



—...también te amo, tonta —respondió, tímido y abochornado de estar diciendo esas palabras. Su ceño fruncido permanecía, pero sus ojos lucían gentiles y amables mientras repasaba a la mujer que lo envolvía del mentón para robarle un beso.



El corazón del omega expectante latió como loco después de eso.




Porque su omega también quería eso.



Y dolía ser consciente de ello.  












—Taehyung, mierda, ¿dónde estás? He estado llamándote como loco —gruñó Jungkook cuando su amante le respondió recién al segundo llamado. Quizá sí debió haberlo pasado a buscar al trabajo.

Cuento de hadas inconcebible { KookJin }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora