38. ❛Anidamiento compartido❜

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Jeon sabía que esa era una basura muy alfa. Hasta ahora, pensaba que era estúpido que un ser humano se sintiera picado a gastar todo su dinero en la comodidad de otra persona. Ahora que lo vivía por su cuenta no sentía orgullo en decir que era idiota. Tenía sentido. Al menos hasta hace miles de años atrás lo tenía, cuando la máxima prioridad instintiva en un alfa era abastecer y asegurarse de que su omega se suministrara con todas las comodidades pragmáticas. En estos instantes, hasta podría afirmar que su lobo tenía alguna clase de gustos extraños: como ver a Jin anidando o verlo silenciosamente entusiasmado en la sección de omegas. No sabía que era capaz de comportarse como un animal bajo plenos instintos, porque jamás los había dejado aflorar fuera del trato con otros alfas.



—Estaba vacío..., se sentía solitario. Pensé que si era capaz de llenarlo con aromas agradables, se pondría feliz y se sentiría familiar cuando la trajéramos —musitó tímidamente. Jungkook no dijo nada más. No lo entendía, pero debía ser cierto. No estaba realmente metido en la crianza de feromonas o con perspectiva omega. Su propia crianza había sido..., casi literalmente como un pájaro mamá lanzando a su cría desde un árbol para que aprendiera a sobrellevar la vida por cuenta propia. Jin debía tener razón, así que sólo se acostumbraría a ello y lo aceptaría sin decir nada al respecto a menos que se viera comprometida la seguridad de la criatura (que dudaba llegara a ser el caso alguna vez). Ciertamente, mientras más lo pensaba, era más probable que él hiciera alguna estupidez que pusiera en peligro a su princesa. Dios, si la mocosa le pedía -con ojos de borrego- a los cinco años aprender a conducir una moto, no sería él quien se lo negara—. Umh, deberíamos poner almohadas en las esquinas. ¿Como una reja, tal vez? No demasiado desordenado, no me gustan los nidos que no están bien organizados —señaló muy seriamente. Jungkook asintió, tomando apuntes mentales para no olvidar los severos gustos del omega. Se veía tan circunspecto, tan..., metido en ello. De verdad amaba esta faceta en Jin—. También... —tímido, señaló la sección de mantas. Jeon sonrió ligeramente—, que sean colores pasteles. Suaves, por favor. Me gusta que no se sientan tan sintéticos entre mis dedos. Ya sabes lo que dicen, un niño saludable crece rodeado de algodón —tarareó, empezando a rebuscar minuciosamente en los cajones. 



—¿Sólo colores pasteles?



Jin sacudió la cabeza.



—Pueden ser colores más vivos, pero prefiero combinarlos e ir cambiándolos dependiendo del día. A-ah..., y peluches, para abultarlo y hacerlo ver más amplio —susurró, abriendo las manos como si quisiera hacer ver su punto.



—Lo tengo —asintió, orientándose un poco a medida que se alejaba para buscar por cuenta propia—. ¿Con aromas?



—Uh, no. No es necesario, yo- puedo pedirle a Yoon y Hobi que me presten algunas prendas de ropa. De todas formas ya tengo algunas de sus cosas en mi nido —musitó entre divagaciones, demasiado enrojecido como para consultárselo también a la persona que lo encuestaba. Jungkook dio una sacudida de cabeza, no realmente sorprendido por el hecho de que el omega hubiera buscado por su cuenta favorecerse de aromas que le hicieran sentir en casa. Hasta él sabía algo así de básico—. ¿Quizá podrías también traer ropa que no uses de la casa? —preguntó, fingiendo desinterés. Jeon lo atisbó distraídamente, alcanzando una almohada en forma de avión. Sonrió un poco, por alguna razón, lanzándola dentro del carro de compras cada vez más lleno. Si era feo o innecesario..., Jin siempre podía dejarlo fuera de la venta, ¿no?

Cuento de hadas inconcebible { KookJin }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora