43. ❛Embriaguez❜

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—¿Q-qué importa? Quizá ni siquiera sea buen padre de todas formas. Si es tan fácil para mí romperme y lastimarme a mí mismo creo que no seré capaz de manejar una criatura por mi cuenta —balbuceó, jugando con el pelo del alfa mientras este buscaba algo en su teléfono. Lucía agitado y alarmado—. De verdad debimos deshacernos de ella. Esto es un error, Jungkook —sollozó, restregándose el rostro con más fuerza de la prometida. Se estaba rascando demasiado, y el alfa recién ahora era consciente de lo magullada que estaba la frente del omega. Casi no se dio cuenta debido al pelo del mismo, pero ahí estaba si hacías a un lado las hebras. Enrojecido, dañado y lleno de sarpullido. Habían indicios de costras y cuero suelto. ¿Exactamente cuánto tiempo había estado el hombre rascándose?



No era una mentira que Jin tenía una forma muy mala de sobrellevar las emociones negativas. Incluso en su adolescencia resolvía todo su disgusto arañándose hasta que sintiera alivio general, pero no lo había vuelto a hacer entrada la adultez. Jungkook y Taehyung creían que se debía a la terapia que estaba tomando el omega, y ambos estaban secretamente aliviados por eso, ¿pero quizá no había mejorado por completo?, ¿los malos hábitos no desaparecieron del todo?, ¿cuánto tiempo había estado pasando por esto?



—Cielo, no —regañó suavemente, bajando con delicadeza las irritadas yemas de los dedos del omega. Seokjin intentó, inconscientemente, lijar otra zona de piel disponible, pero Jungkook frustró todo intento palpando sus manos entre la única que tenía disponible; la otra todavía ocupada manteniéndolo en el aire mientras llegaban a la cama del doncel—. Hablaremos de esto después, ¿de acuerdo, cachorro? Ahora necesito llamar a alguien para que nos ayude —explicó lo más esponjoso que pudo. Juraba que iba a perder la puta cabeza y terminaría buscando un alfiler para agujerearse las jodidas orejas. Jungkook le era a las perforaciones lo que Jin le era a las rascaduras. Con todo su poco autocontrol, depositó el cuerpo de su compañero entre las sábanas a medida que buscaba temblorosamente su celular. Agradeció que la primera opción a llamar todavía estuviera en favoritos; con lo que tiritaba dudaba poder buscar sin mayores problemas—. ¿Aló, Namjoon? Soy yo —se relamió incómodamente, fisgoneando al omega para cerciorarse de que el mismo no estuviera lastimándose—. Jin acaba de consumir alcohol. No tengo idea de cuánto, pero sé que fue lo suficiente como para desconectarlo. Uh, ¿creo que conté unas cuatro botellas de poco más de medio litro en la mesa? No lo sé, tendría que regresar a ver, pero no puedo dejarlo solo —guardó silencio por un instante, dando indicios de acariciar la frente herida de su acompañante. Este se dejó hacer, gustoso—. No puede enfocar la mirada, ¿debería llevarlo a la clínica? —Más silencio— Bien, sí. Eso haré. Te mantengo al tanto, gracias. —Ahora analizó al omega, que posaba su pesada cabeza en su propio hombro como si apenas se pudiera. Era peso muerto. Suspiró resignado— Amor, tienes que despertarte. Vamos a tomar una ducha, ¿sí? Y vomitarás lo que tu hígado no haya alcanzado a metabolizar. Sé que no es agradable, pero te tengo y te voy a cuidar —prometió. Seokjin fingió no escucharlo, demasiado roto como para hacerlo—. Jin, necesito que me respondas para poder ayudarte —rogó, acariciando ambos lados de su cara y sosteniéndolo para que le devolviese la mirada.



El omega entornó los ojos.



—¿Kookie? —arrastró la voz, entonando tan desafinadamente que en otra ocasión Jungkook se habría reído al menos media hora— ¡Kookie! —chilló, usando toda su fuerza para empujar al alfa sobre sí mismo. Jeon inspiró un poco ante lo bruto de su trato, acomodando los muslos a ambos lados de las extremidades del contrario. ¿De dónde había sacado tanta energía?— Mi alfa, mío —ronroneó, arrancándole cada pieza de aliento al hombre que lo escuchaba—. Q-qué guapo eres —declaró, separándose del abrazo para contemplar sus facciones y arrastrar perezosamente sus manos en el rostro ajeno.

Cuento de hadas inconcebible { KookJin }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora