47. ❛Sinceridad aplacada❜

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—¿Puedo entrar?



Jin lo miró con un inexplicable semblante a simple vista.



—Si viene a secundar el papel que hizo su esposo será mejor que se vaya.



La mujer alzó ambas cejas, pero negó suavemente a medida que se obligaba a sonreír lo más dócil que podía. El omega intentó encontrar algún deje de malicia, resentimiento, algo; no lo encontró. Con esta última resolución, suspiró y regaló un asentimiento antes de darse la vuelta y permitirle a la alfa entrar. Sintió el ruido de los tacones avanzar detrás de él. Fue demasiado tarde para preguntarse si estaba errando nuevamente al permitir tanta confianza.



—Es un hogar precioso —señaló la adulta con amabilidad. Jin, repentinamente avergonzado y cohibido, dio una aceptación entretanto se acercaba al hervidor para calentar algo de agua. Luego se acomodó a vista de la alfa, tenso.



—Gracias —dijo tardíamente el joven, indicándole el sofá para que pudiera pasar a sentarse. La señora Jeon cumplió, mansa. Jin no podía evitar pensar lo extraño que era ver a un alfa actuar de forma tan pacífica, como si las órdenes estuvieran a la orden del día y no fueran algo por lo cual sentirse pasada a llevar. ¿Esta mujer era la madre de Jungkook? No tenía sentido. El rostro de su hijo era idéntico al suyo, pero seguro que el temperamento no cumpliría el mismo estándar. 



—Sé que no soy quien debería estar aquí ahora disculpándose contigo por el trato que recibiste hace días, pero espero que puedas aceptarlo —dijo inmediatamente. ''Vaya, qué directa'' pensó el omega sin removerse demasiado.



—¿Para que su remordimiento se aplaque? —preguntó sin intentar ser mordaz. La mujer lo observó un par de segundos antes de largar una pequeña carcajada.



—Lamento ser tan evidente. Mis felicitaciones nunca fueron en vano, y mucho menos el deseo por un próspero término de embarazo —confesó elegantemente, olfateando con discreción antes de que una tranquila sonrisa barriera su rostro—. ¿Ese es el aroma de mi hijo? —contempló, volteándose en busca de la fuente del bálsamo. Las mantas que se encontraban a un lado suyo eran las causantes del reconocimiento. Afiló los ojos, pero no dijo nada.



—Su esposo también lo percibió —apenas salió de la boca de Seokjin.



—Por supuesto. Podría reconocer el aroma de su cachorro a kilómetros a la redonda —confirió, sonriendo orgullosa frente al dato. Seokjin no pudo esconder la sonrisa enternecida que rebotó ante el apodo. Jungkook también había sido un cachorro. Reparar en ese hecho era extraño, ¿cómo lucía Kookie de niño? Sólo lo conocía en su etapa de adolescente rebelde, y definitivamente no le había gustado lo que vio. El alfa era jodidamente explosivo, y sólo le tocaba rezar y esperar que la pequeña princesa que venía en camino no fuera del mismo modo. ¿Podría manejar a una muchacha sarcástica, naturalmente punzante y directa? Se encargaría de ser amado y adorado por su bebé para que dudara dos veces antes de decidir levantarle la voz, lo juraba. Y se encargaría de olfatearla a la redonda como el padre de Kook. Sí, por supuesto que tendría un radar sensorial para localizar a la cachorra si se alejaba mucho de él. No había nada que no pudiera o no estuviera dispuesto a hacer por ella—. Sé que sonará injusto, pero no miento al decir que no has conocido el mejor lado de mi marido. —Jin enserió rápidamente sus expresiones, desencantándose ante lo que escuchaba. ¿En serio estaba pidiéndole comprensión?

Cuento de hadas inconcebible { KookJin }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora