Año 4.
10Ka, 50Ma.
Balgüim.No puedo asegurar que la poción que me dio Jasper me quitara del todo las reacciones repentinas que me abarcaron en la sala del trono de Dlor; pero al menos cuando desperté me sentía menos conmocionada, aunque igual de afligida...
Por un lado seguía conservando la patética esperanza que todo fuese una pesadilla, pero después de quedarme unos minutos detallando la celda-habitación donde me tenían, mi lado cuerdo —si es que todavía me quedaba uno— se convencía que mi nueva realidad era que me encontraba en Balgüim y esta vez no había un Forian que me rescatara. A menos que lograra vencer a los soldados oscuros y dar con mi paradero lo cual era poco probable.
Aunque, ¿qué podía ser probable? Para ese entonces los últimos meses de mi vida habían transcurrido con las vivencias más improbables de la galaxia.
El sitio donde estaba, por ejemplo, lo habían decorado en un estilo que nada tenía que ver con lo acostumbrado por humanos; aceptable, eso sí, tratándose de seres tan espeluznantes. Faroles de fuego azul me salvaban de la oscuridad absoluta y la pared trasera de hielo reflejaba un fulgor blanco que agradecía. Del techo colgaba una lamparita fabricada con huesos, al parecer a alguien le había parecido estupenda idea. La cama tenía telas suaves y el suelo estaba cubierto de alfombras; ya eran varias confecciones de Turias las que había visto en ese mundo. Recordé el chiste que hizo una vez Colette Dubois en clases respecto a las arácnidas del clan Lirne, y que solo las locas podrían habitar Balgüim. En ese momento no entendí la gracia, pero comprobé que en verdad los miembros de otros clanes debían estar locos para querer vivir en tan horrendo mundo.
Nunca se ven los Soles y el invierno eterno llega a enfermar. Han pasado años y sigo odiando Balgüim.
Pero volviendo al relato, me encontraba recordando otros aspectos de las Turias aprendidos en Howlland cuando la puerta de hierro fue abierta y una sombra se introdujo a la habitación. Al principio sentí nerviosismo, pero luego se disipó por un asombro potente, de esos que te dejan con escalofríos que queman la piel. No quise creer lo que mis ojos tenían delante porque aun después de tantas cosas imposibles, mi cerebro quería afianzarse a la creencia humana de que lo fantástico e inaudito no podía tener lugar y las cosas reales simplemente son las que se ven. Quizás era un mecanismo de autodefensa porque siendo sincera tenía miedo de seguir topándome con cosas descabelladas y perder por completo la cordura; una vez más y sin retorno.
Pero allí estaba: era real.
Ella entró sosteniendo una bandeja que dejó sobre la cama e hizo una inclinación de cabeza ante mi perplejidad.
Escudriñé que su cabello nogal estaba más cenizo. Los ojos azules antes vivos ahora parecían congelados por el clima. Y su semblante amable había sido reemplazado por uno inconsistente; no se podía definir si de amargura, arrepentimiento, negación, o los tres juntos. Pero lo que se desprendía del mismo era que se esmeraba por no mostrar emoción, por esconder lo que estaba sintiendo. Llevaba un vestido blanco de seda de araña que terminaba de darle el aspecto de mujer fantasmal.
—¿Maya?
No respondió sino que señaló la bandeja que yo tenía al lado y entendí que ella esperaría hasta que yo terminara de comer. El contenido de la bandeja parecía fruta y también habían raíces. Volví a mirar a la española que permanecía inmóvil, esperando. Tal vez tenía órdenes de volver solo con la bandeja vacía, tal vez deseaba que yo me alimentara. Pero por encima de todas las suposiciones tenía una duda existencial: ¿qué rayos hacía en el alcázar del peor monarca de Irlendia? O más específicamente: ¿era realmente ella?
—Maya, ¿eres tú?
Asintió como respuesta.
—¿Puedes hablar? —interrogué descartando la hipótesis que le hubiesen cortado la lengua.
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LEGENDARIOS2️⃣MIENTRAS TE LLEVO CONMIGO
Fantasia2️⃣ ⚜SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA LEGENDARIOS⚜ ⛔⛔⛔Prohibido leer sin haber terminado "Mientras te Observo", primera novela de la saga. Obra protegida por los derechos de COPYRIGHT✅ y registrada en SafeCreative bajo licencia 2109153964998