♤48♤ BODA

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Año 9
10Ka, 50Ma.
Jadre.

«Me voy a casar. Me voy a casar . Me voy a casar»

Llevaba repitiéndomelo por horas, y aún no lo creía. Esa mañana todo estaba sucediendo tan rápido que temía que en dos pestañeos ya fuera la tarde y ocurriera el eclipse. Aunque dudaba qué era mejor, si vivir cada minuto los efectos del eclipse o que todo acabara lo más pronto posible para que pudiéramos enfrentar las tropas de Dlor.

Llegó el último día del año nueve y yo estaba tan abrumada que soltaba chispas cada dos por tres.

Les expliqué a los miembros de la corte que no quería nada pomposo. Tuve que convencer a mi madre que dejara las campanas, cintas y arreglos florales de cinco metros para cuando Kilian se casara. Las Turias que trabajaban para la familia real se decepcionaron cuando les pedí un vestido sencillo y sin mangas. No quería que se gastase tiempo ni energías en aquel evento, solo quería que ocurriera y una vez acabado soportar lo que me sucediera en el eclipse y enfrentarme a los Oscuros.

Con tales preocupaciones en la cabeza me encontré en el salón de embellecimiento con mi familia horas antes del esperado suceso. Había despedido a las doncellas y como no tenían gran trabajo que hacer accedieron a darme privacidad.

Kyra ocupaba sus manos en alisar el velo que me pondría en la cabellera roja mientras Drapter, el zorro, se mantenía en calma a los pies de ella. Rememoré cómo había conseguido que lo aceptaran en palacio bajo muchos juramentos, entre ellos que Kyra iba a encargarse de alimentarlo y limpiar sus desechos. En realidad no existía tal prohibición de otras mascotas, mi hermana era una exagerada. Cuando niña había querido un dracosaurio. Luego pidió tener un león personal como sus amigas idryas. Incluso en una ocasión lloró porque exigía ponerle un collar con correa a una Turia y llevarla a todo lados como un perrito. Así que el remedio de los conserjes había sido prohibirle las mascotas. Yo esperaba que con Drapter se calmara.

Mi madre peinaba mi cabello con gracia, maniobrando cada mechón con la delicadeza propia de una reina.  Estábamos frente a un espejo inmenso por tanto me dediqué en silencio a admirar su labor. Nadie intercambiaba palabras, así que el silencio me ayudaba a procesar todo lo que estaba por vivir.

—Hay que cambiar los ánimos —habló de repente mi tía Kerisha que estaba terminando de confeccionar el ramo que yo llevaría entre las manos. Tejía jasmines entrelazándolas con fresas rojas—. Esto parece un funeral.

—¡Kerisha! —Mi madre se llevó una mano a la boca.

—Es cierto Korallie, mira a tu hija. ¿Dirías que es el día más feliz de su vida?

Mi madre calló al respecto, era obvio que no tenía defensa para rebatir esa realidad.

—Estoy feliz, solo que... también estoy nerviosa, es todo.

—Por favor querida —dijo mi tía en tono condescendiente, tratando de hacerme entrar en razón—, estás a tiempo de detener esto. Olvídate del Consejo y de la opinión pública, guíate por tus verdaderos sentimientos y lo que será mejor para Irlendia.

Sus palabras pudieron hacer saltar mis lágrimas, pero el entrenamiento de Akenatem me había recrudecido. Ese día me prometí a mí misma que no iba a llorar, de hacerlo, me cortaría una mano con cualquier daga.

—Kerisha ya basta —se airó mi madre—. ¿Cómo haces sentir mal a Khristenyara en un día como este? —Sus cálidas manos frotaron mis hombros para hacerme sentir segura.

LEGENDARIOS2️⃣MIENTRAS TE LLEVO CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora