Capítulo 48 ~ Rendirse

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- ¿Por qué la ropa de maternidad es tan sexy? - Amy se queda mirando un maniquí en lo que yo busco un pantalones en los que entre mi panza.

- ¿Por qué no?. Oye, ¿podrías venir a ayudarme?.

Ella se acerca a mi y empieza a mirar entre los pantalones qué hay frente a nosotras.

- Estás un poco irritable hoy, solo digo. - Dice, ganándose una mirada de pocos amigos.

- Tengo 12 centímetros de razones para estarlo. Si no contamos los tres niños y el esposo enfermo.

- ¿12 centímetros?, está en el promedio...

- ¿De qué hablas? - La miro unos segundos.

- De penes, ¿y tú?.

- Del tamaño de mi bebé, Ames. ¿No pusiste atención a la doctora?, salimos de allí hace como 20 minutos.

- Solo escuché que mi querido sobrino es del tamaño de una pera y que no se dejó ver los genitales. Yo lo entiendo, eso de que tres mujeres estén intentando ver tu pene...también me ocultaría.

- Deja de asumir que es un niño y muy fuera de lugar tu comentario. - Le digo mientras detallo uno de los pantalones, un jeans negro básico. Me lo dejo.

- ¡Lo es!. O bueno, hasta que él mismo defina su sexualidad. Pero yo tengo una conexión ancestral con mi sobrino y ya me dijo que es un niño. ¿Tú no lo sientes?, ¿sus vibras masculinas?.

- Siento dolor lumbar, ¿eso cuenta?.

- Oye, en serio. ¿Las mamás no tienen esa intuición mágica con su bebé?... ¿Tú qué crees que es?.

Frunzo los hombros mientras agrego otro jean azul claro.

- No quiero asumir su género porque luego si es lo contrario me sentiría fatal.

- Uwww pero tienes una apuesta, ¿cuál es?.

Me detengo a mirarla.

- Puede que esté de acuerdo contigo. - Digo asumiendo lo que vendrá a continuación.

- ¡Lo sabía!, ¿lo ves?, tengo intuición con mi sobrino. ¡Tiene pene!. - Grita esto último tan alto que las personas alrededor nos miran, incluyendo una niña.

- No lo asumas. - Le advierto de nuevo.

- Bien, aunque te informo que le enseñaré a usar un condón con una banana, así te ahorro esa charla, y le puedo enseñar a Ethan también, y a Emi y Kay cuanto tengan edad, por supuesto, hay que saberlo.

- ¿Por qué no tienes tus propios hijos?.

- ¡Ey!, soy una tía genial, con eso es suficiente.

- Ahora eres madrastra.

- No me lo recuerdes, he pasado noches en vela pensando lo que pasaría si no le agrado a la niña.

Me quedo mirándola un par de segundos. Ella mira al fondo del pasillo con preocupación, realmente le preocupa. No puede ser...

- ¡Estás enamorada!. - Le digo con ternura, ella me mira con terror. - Ay no puede ser, su relación transcendió. Y ahora los tíos favoritos de mis niños están juntos...

Ella se sonroja e intenta disimular desviando la mirada.

- No estoy enamorada, no aún...

- Amy, nunca te vi así por alguien. No lo niegues.

- Llevamos poco más de un mes saliendo y en las peores situaciones.

- Yo llevaba muy poco con Thomas cuando me enamoré de él y ahora mira. - Levanto mi mano y muestro mi argolla. - Y mira. - Señalo mi pequeña panza. Ella me mira con el ceño fruncido.

Hold MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora