C A P Í T U L O 27

138 76 17
                                    

Lauren

—Te dije que esto era muy peligroso.

—¿A quién le importa eso?

—¡A mí! —Grita. —¿Es que no lo vez?, ¿no entiendes el problema tan grande en el que estas metido?

—No vengas hacerte la preocupada ahora, hermanita.

—Claro que estoy preocupada, hay muchas personas que la están buscando.

—Pero bien escondida está. —Ríe. —Mira el montón de gente detrás de ella y no han podido dar con su paradero. Qué estúpidos son.

Un golpe seco.

—¿Qué te pasa?

—¿Qué me pasa? —Cuestiona. —Esto ya no es juego.

—Bueno atente a las consecuencias. —Se escuchan pasos. —Porque tú eres tan culpable como yo, hermanita.

Un golpe en lo que es la puerta y la luz de fuera entra a la habitación oscura, dándome directamente en la cara y siéndome dificultoso poder ver bien.

Los ojos me pesan y las manos también las cadenas que las atan empiezan a romper la piel ahora sensible por las heridas. La sangre corre por mis muñecas perdiéndose en el espacio que esconde mis codos. El cuerpo me suda, me cuesta respirar, se que tengo fiebre, pero ellos parece no importarles.

Me moja el cuerpo con un balde de agua helada para que despierte y pronto me veo erguida en el mismo lugar sentada con las piernas frente a mí y quejándome de las punzadas de dolor que aquello causa. Mis huesos dormidos se quejan y el dolor aumenta.

—Mi querida, Lauren. —Sus manos tocaron mi cara magullada, en un intento de aparta el cabello húmedo de mi rostro. —Me obligaste hacer esto.

—D-déjame.. ir.

A penas si conseguí hablar. La garganta seca necesitaba agua con urgencia.

—No. —Un ligero tirón de mi pelo hacia atrás, y mis dientes se aprietan. —Cariño, no puedes irte. Ahora estás conmigo.

—Duele...

—Dejaría de dolerte si me hicieras caso en cuanto te hablo.

Empecé a llorar, sus expresiones de rabia frente a mí solo me causan más dolor, temor que invadía mi cuerpo de una forma tan alarmante. Sus ojos chocolate se veía tan fuera de sí, ya no quedaba nada de aquel chico coqueto y sonriente ahora solo daba una expresión de locura, de una cordura ausente y una alegría preocupante. No estaba bien y yo tampoco necesitaba con urgencia un medico, o moriría ahí mismo porque la última vez que intenté escapar el impacto que recibí en mi cabeza con el bate de béisbol me había dejado con un dolor que se intensificaba haciéndome sangrar la nariz y los oídos.

Estaba muriendo lentamente mientras que él no le importaba porque simplemente era un juego, su muñeca de trapo que movía a su antojo de un lado a otro.

Me hizo paparme de mi lugar, y me tomó en brazo con tanta facilidad. El cuerpo lo sentía tan débil que no conseguía encontrar estabilidad en él.

Amor en tiempos difíciles; Camren  [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora