Amor en tiempos difíciles; Camren [Terminada]

C A P Í T U L O 12

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Lauren

La noche del viernes entré por primera vez a un bar. "DV" se hacía llamar y las grandes luces de neón rojas adornaban el sitio de una forma descomunal. La alta música podría dejarte sorda al instante, o posiblemente cuando salieras de ahí tendrías serios problemas auditivos.

El lugar estaba lleno, la gran cantidad de personas chocaban entre sí cada vez que se movían de lugar. La música acompañaba sus cuerpos cada vez que el ritmo cambiaba y los tragos junto con el coqueteo se esparcía por todo los rincones.

—¿Buscas algo, preciosa? —Me giré en cuanto sentí el aliento a alcohol de un hombre. Estaba más que ebrio y se sujetaba a la barra para mantener el equilibrio.

Intente mantenerme serena, quizá con la esperanza de no arrepentirme y creer que haber entrado a ese sitio había sido una muy mala idea, pero la necesidad era mucho más que la propia razón. El hombre de cabello amarillo y ojos azules se inclino sobre sus propios pies expulsando todo aquel liquido que había tomando aquella noche, salpicando el suelo, la barra de caoba negra y los zapatos de alguien que se detenía frente a él.

—Qué asco. —Dijo esa persona. —Son mis zapatos favoritos.

El hombre intento excusarse, al recobrar la compostura, pero el desagrado se dibujo más en nuestro rostro al ver el liquido amarillento correr por su barbilla y manchar su camisa negra de botones.

—José. —Un chico de tez morena apareció tras la barra de los tragos al escuchar ese nombre. Seguramente era la persona a quien se dirigía. —Llama a seguridad para que saquen a este hombre.

El chico asiente y se da la vuelta para tomar el teléfono pegado en la pared y hacer una llamada.

Pero mis ojos ahora se dirigen a ella. La mujer, a quien ese hombro había salpicado con el vomito sus botines negros, me miraba a mí muy sonriente. No iba a negar su belleza, era sin duda hermosa. Su cabello rubio estaba suelto cayendo en ondas sobre sus hombros. Llevaba pantalones de cuero negro, playera blanca ajustada a su cuerpo y una chaqueta negra del mismo tono que sus pantalones.

Sabía muy bien como dejar impresiones al llegar y a mí me había dejado una sensación de enmudecimiento terrible.

Era la misma sensación cuando descubría a Camila observándome en clase.

El aturdimiento, el corazón palpitante me dejaron sin duda fuera de lugar.

Su belleza parecía sacada de una caricatura o un libro de ciencia ficción. Su perfilado rostro me recibe de lleno y sus ojos azules delineados de color negro me miran con cierta curiosidad a pesar de eso no duda en sonreírme aún más mostrando sus labios carnosos cubiertos de un pintalabios rojo vino que los hacía resaltar.

—Veo que eres nueva por aquí. —Dice ella. —¿Necesitas ayuda con algo?

—¿Perdón? —No sabía muy bien qué estaba haciendo, o porqué me comportaba así, pero mi cuerpo se negaba disimular lo obvio, tanto, que mis sonrojadas mejillas salieron a flote.

Ella se acerco a mí, y la tensión en mi cuerpo aumentó, causó que se acelerara mi corazón.

—¿Qué... si necesitas ayuda?

Me estremecí. No pude evitarlo y aquella vergüenza me estaba causando una pena terrible.

—Yo... —Tragué saliva cuando se separó un poco, pero no lo suficiente para que mi espacio personal se sintiera seguro y tranquilo. —Estoy buscando a Diana.

Sus dientes blancos salieron a relucir y sus ojos parecían brillar de emoción.

Me extiende su mano, pude distinguir el rojo de sus uñas largas, y los dos anillos de plata en su dedo anular.