C A P Í T U L O 8

231 77 4
                                    

Lauren

—Que mi padre se haya enterado de esto a marcado tu sentencia de muerte, Jauregui.

Me dolía el ojo derecho, y mi cabeza no hacia más que girar ante el puñetazo que Shawn me había dado en la cara. No entendí en su momento de qué me estaba hablando, pero tal era su enojo cuando me sujetó por los hombros en un pequeño receso, y me sacó por la puerta trasera de la escuela arrojándome al contenedor de basura.

Era injusto, demasiado injusto su comportamiento hacia mí.

El estrés estaba acumulándose en mi cuerpo, en mi mente de una forma que no podía controlar ni silenciar porque seguía ahí apuñalándome una y otra vez. Acabé llorando cuando pude salir del contenedor de basura. Hacía mucho frío, y el llanto se congelaba en mi garganta hasta hacerla arder.

Me apoyé en la pared y dejé que mi cuerpo se deslizara por ella hasta caer sentada en el pasto húmedo por la nieve que empezaba a cumularse en algunas esquina del alto edificio mientras cubría mi ojo derecho palpitando de dolor. Lloré, lloré alto y fuerte, no había forma más que esa para desahogar mis penas. Lloré por mí. Lloré por mi abuela. Llore por mis padre muertos. Lloré por la escuela que extrañaba, a mis compañeros con los que reía. Lloré porque no encontraba otra forma más que está para que aquel dolor saliera de mi cuerpo. Estaba cansada de aquello, de escuchar las risas y los murmullos a mis espalda cuando caminaba por los pasillos de mi ahora instituto, de las miradas de disgusto por que ocupaba una silla que otro chico que no fuese yo la necesitará.

Era sin duda una situación que ya se me iba de las manos.

Odiaba haber aceptado aquella beca.
Odiaba estar ahí sentada junto a gente hipócrita que sólo te miraban como algo de interés. Odiaba incluso la vida que me tocó vivir. Aquella que me arrebataba lo que más amaba hasta el punto de consumirme a mí también.

Era todo y a la vez nada lo que sentía mi pecho.

Me levanté un tiempo después. Limpié mi rostro, y sacudí mi ropa cuando me encaminé a clase, tenía español, pero no entre a ella, en cambió cogí otro camino hacia la cafetería donde algunos pocos estudiantes se encontraban entre risas y habladurías. Compré una botella de agua en el dispensador y procuré ponerla en mi ojo que parecía inflamarse cada vez más, hasta dejarme casi ciega de él para luego caer en una banca junto a la ventana donde nadie más me viera, o quisiera molestarme.

Estaba tan agotada, adolorida, con frío en mi cuerpo que no dudé en apoyar mi cabeza en la mesa y quedarme dormida.

No sé cuanto tiempo pasó cuando sentí que tocaban mi hombro mi sola respuesta fue ponerme rígida, y escogerme más en mi puesto porque ya me esperaba lo peor, pero aún así levanté la cabeza.

—¿Qué haces aquí? —Dinah, la amiga de Camila me miraba con el ceño fruncido. —¿Qué le pasó a tu cara?

Era lo que menos necesitaba. Suspire, ella esperaba una respuesta por lo que no dejaba de estudiar mi rostro magullado por el golpe que a penas si me dejaba ver por un solo ojo.

—Eso no importa.

Lo que menos quería era más problemas, así que volví a colocar la botella en mi ojo y desvíe la mirada hacia la ventana.

—Deberías ir a enfermería. —Continuaba ella. —Eso se ve muy mal.

—En serio, no importa. —Suspiré, quería que se fuera, que me dejara sola, no quería hablar con nadie y mucho menos con ella, pero al parecer Dinah tenía otros planes. —¿No tienes clases tú?

—No, hasta dentro de una hora.

No dije más nada, seguía ignorándola, aunque su reflejo aun seguí en la ventana observándome.

Amor en tiempos difíciles; Camren  [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora