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Camila
¿Qué estaba pasando?
Todo tan ajeno, tan distinto a lo que normalmente estaba acostumbrada...
No encontraba forma de lidiar con todo esto.
Me dolía el pecho y no precisamente de una forma física.
La policía interrogaba Angelica, un perfil bajo, las lágrimas acumuladas en sus ojos que negaban dejarla ir y una hilarante calma que empezaba a preocuparme. Miraba la fotos de su nieta a quien mostraba y pedía que ayudaran mientras en la habitación de Lauren se tomaban muestras de aquella sangre al pie de la cama.
Que sufrimiento.
Que dolor nos acompañaba en un momento que debió ser solo de alegría y felicidad.
Pero calma, solo respira y relájate. Han pasado solo unas horas quizá más tarde aparezca... Quizá...
¿Qué era lo que realmente había pasado en mi ausencia?
Me frustraba pensar en eso. En su ausencia, su repentina desaparición, ninguna llamada de dónde estaba, ninguna llamada de cuándo volvía.
Porque más tarde su celular bajo la cama encontraron.
Y todo aquello empezaba a ponerme nerviosa, empezaba a ponerme mal.
Porque ni siquiera Gloria estando a lado escucho o vio algo fuera de lugar.
El señor Roberto, el de la tienda de música tampoco sabía nada de ella.
Nadie la había visto.
Nadie.
—Señorita cabello. ¿Me permite unas preguntas?
Asiento en lo que muerdo mis uñas porque no sé cómo controlar la ansiedad en mi cuerpo.
—¿Cuándo fue la ultima vez que vio a la señorita Lauren?
—Esta mañana, estuvo conmigo hasta medio día.
El hombre uniformado, de cabello oscuro y ondulado apuntaba todo en una libreta pequeña al igual que su bolígrafo azul.
—¿Tiene usted algún tipo de relación con la joven?
—Es su novia. —Contesta a lo lejos la señora Angelica haciendo caso omiso a lo que el otro policía intenta preguntarle.
No habíamos podido si quiera llevar muy bien aquel titulo cuando ella volvía a desaparecer de mi vida. Tenía tantas ganas de llorar en ese momento que mis ojos comenzaban a cristalizarse y arder por aquellas ganas que intentaba contener.
—Bien. —Prosigue el policial. —¿Su novia y usted tuvieron algún problema estos días?, ¿alguna discusión que la orillara a desaparecer?
—¿A qué vienen esas preguntas?
—Sólo responda, señorita.
—Claro que no.
—¿Algo fuera de lo normal? —Continua. —¿Alguna amenaza?, ¿algún sospechoso?, ¿Algo que pudiese llamar la atención?
Mis pensamientos corrían a mil en ese momento hasta que recordé una cosa. Salgo a la calle sin esperar mucho, sintiendo los pasos del policía detrás de mí. Me acerco a mi auto estacionado a la orilla de la acera y abro la puerta de mi auto, buscando en la guantera lo que era la carta de citación cuando doy con ella se la muestro al policía, agregando también que eso nos había llegado en la mañana.
—¿Tiene algún vínculo con la joven desaparecida?
Le tomó una fotografía con su celular.
—Sufrió de bullying en la escuela. —Le digo. —El agresor será juzgado mañana.
El asiente y lee las líneas que horas atrás había leído yo.
Entonces a lo lejos por encima del hombro del policía lo veo. El hombre que vivía en la casa de la esquina, de pie junto a la cerca, su rostro imperturbable mientras se llevaba a la boca una piruleta roja mirando atentamente lo que ocurría en el barrio igual que otros muchos. Me asuste, porque muy bien recordé lo que Lauren me había dicho una vez sobre aquel hombre y sus extrañas palabras el día que se dirigía a su trabajo.
Sentí mi corazón acelerarse, los nervios invadir mi cuerpo erizarme la piel, sentí el temblor, sentí las punzadas de dolor, el escozor en mis ojos...
—¿Señorita?
—¡TÚ! —Le grité. Casi que corriendo hacía él. —¿QUE LE HICISTE A LAUREN?
No esperaba que me detuviera nadie corrí como un animal hambriento hacia su presa. El dolor y la rabia invadían mi cuerpo de tal manera que no podía controlarla. Lo tomé por la camisa entre mis puños tratando de tener su cara lo más cerca posible. Mucha gente me miraba al pasar, pero eso a mi no me importaba.
Porque Lauren estaba desaparecida y nadie sabía nada.
—¿Dónde está Lauren? —Gruñí sobre su rostro. —¿Dónde la tienes?
—No sé de qué habla.
Movía el caramelo sobre su boca, y esa acción solo me molestaba más porque las expresiones de desinterés en su rostro solo me causaba más enojo.
—MENTIRA...
Sentí los brazos grandes y fuertes de alguien tomándome de la cintura para separarme de aquel hombre que ni siquiera se inmuta de hacer algo.
—¿Hija que haces? —No sé en que momento mi padre, mi madre aparecieron ahí, seguido de la abuela de Lauren, y también la multitud a lo lejos se detenía para ver la escena. —¿Por qué agredes al señor de esa manera?
—Bromeas. —Miro al hombre que sacude su camisa blanca con las letras BOSTON marcadas en rojo en un intento de quitar las arugas que mis manos habían dejado. —Este hombre se acercó a Lauren cuando estaba de camino a su trabajo. —Intenté removerme de entre los brazos de mi padre que me sostenían cada vez más fuerte. —Lauren se asustó tanto que me advirtió que no volviera a su casa cuando ella no estaba.
—Ya lo recuerdo. —Dice Roberto abriéndose paso entre la multitud. —Ese día Lauren parecía asustada y muy ausente.
El oficial de cabello oscuro se acercó al hombre que continuaba aún de pie detras de aquella puertecilla de madera. Comiendo su caramelo con mucha tranquilidad.
—¿Señor, es eso cierto?
—Yo sólo le advertí que estos barrios son muy peligros. —Habla dócilmente. —Una chica bonita como ella no debería estar tanto tiempo sola en casa.
Intenté liberarme de los brazos de mi padre quizás lo rasguñé, no estaba segura, pero lo logré. Me abalancé contra ese hombre propinándole frente a todos una sonora bofetada en la mejilla derecha.
—¡Imbécil! —Le gritaba. —¿Dónde esta?, ¿dónde la tienes?, ¿qué le has hecho?
Mi padre fue el que me separó de él una vez más, me abrazó escondiendo mi rostro contra su pecho porque yo no dejaba de gritar, ni mucho menos llorar.
—Lauren...
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Amor en tiempos difíciles; Camren [Terminada]
Fiksi PenggemarLauren al ser buena estudiante recibe una beca del estado que le permite ingresar a una escuela privada permitiéndole conocer a Camila, la chica que se convertirá en su luz a través de tanta oscuridad.