C A P Í T U L O 13

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Lauren

Empezaba hace cada vez más frío. Los árboles ya no tenía hojas y el pasto verde ahora empezaba a cubrirse por las finas capas de nieve que caían por las noches. El invierto estaba ya en la puerta y los días solidos era cada vez menos. Ya empezaba a ser normal ver a los chicos con bufanda dentro de la escuela y abrigos que prácticamente le llegaban a los pies, los guantes no se quedaban atrás y los gorros de lanas mucho menos.

Cuando me senté en las gradas del campo de fútbol descubrí que cierta neblina nos visitaba a temprana hora de la mañana, suspendiendo gran parte de las actividades estudiantiles que se realizaban ese día. Era el último día de clase antes de que empezaran las vacaciones de invierno, así que era normal ver a los estudiantes la mayor parte de sus horas en los pasillos, encerrados en la biblioteca, o sino en la cafetería socializado con sus compañeros, yo por otra parte, decidí estar a solas. La osadía que acumulaban esas risas y esos ojos en la cafetería me orillaron a salir del campus donde la gente a penas si quería estar bajo el frío.

Mi abuela estaría pronto en un quirófano. A fin de mes estaría recibiendo la operación para extirpar el tumor antes de que afecte sus otros órganos. El doctor lo decidió así; entre más pronto mejor para el paciente.

Pero...

¿Qué pasa con nuestro bolsillo?

Intentaba a toda costa reunir el dinero necesario para que eso se diera. No había gastado nada, todo era ahorrado incluso, antes de saber la noticia de que mi abuela tenía cáncer. Los trabajos se volvieron prioridad en la tienda de música, y las madrugadas en el bar aún más, a pesar del agotamiento que causaba esa jornada, no iba a dame por vencido en el último momento.

No era nada agradable salir por la ventana y sentir la fría madera de las paredes en mis manos. La puerta no era una opción, porque mi abuela se daría cuenta en el momento que la abriera, por eso ya era más que necesario hacerle un cambio para que dejara de rechinar cada vez que entrábamos en casa por ella.

Suspiré, me talle los ojos con los dedos fríos y me puse a pensar en aquella idea también de trabajar en vacación. Roberto me había ofrecido trabajar para él en ese tiempo y a estas altura ya estaba más que considerando la idea. Era necesario. Necesitaba a mi abuela conmigo, y ese dinero ayudaría en sus día en el hospital.

Suspiré una vez más, agobiada mientras rodeaba mis pies sobre los escalones y encorvaba mi cuerpo para apoyar mi cara en mis frías rodillas al descubierto por la falda que detestaba. Había empezado a llorar y no me había dado cuenta. Las lágrimas salpicaban mis rodillas y corrían por mis piernas causando un escalofrío estremecedor. Estaba bajo mucha presión, que si no encontraba un equilibrio pronto terminaría cayendo yo también, y no podría ser el sustento para mi abuela cuando más me necesitara. Tenía que controlar todo aquello, tenía que tomar un respiro y dejar que todo fluyera tranquilamente. No agobiarme, estar en tranquilidad, y ser paciente. Sólo...

—Hola, Lauren. —Me estremecí en mi lugar, abrazando más fuertes mis piernas y me giré hacia aquella voz que me saluda esperando lo peor.

Camila esa mañana llevaba el cabello suelto, supongo que para cubrir sus ojeras de aquel frío que nos congelaba la nariz y los labios. Una bufanda blanca al rededor de su cuello y un respectivo chaquetón del equipo de fútbol en rojo con magas crema que le quedaba muy gracioso por lo ancho que era.

—¿Qué haces aquí? —Dejo la mochila sobre la grada frente a nosotras, no me había dado cuenta que traía dos vasos de esa cafetería Starbucks consigo hasta que me lo ofreció. Y entonces limpié mi rostro antes de que se diera cuenta de que lloraba. —Hace mucho frío.

Amor en tiempos difíciles; Camren  [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora