C A P Í T U L O 3

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Lauren

Cuando bajaba del autobús el viernes por la mañana la volví a ver otra vez. Camila llegaba a la escuela en su auto, una camioneta gris de la marca Ford demasiado escandalosa, demasiado grande para alguien tan pequeño. Traía el estéreo apunto de reventar, tan atroz que decidió ahogar cuando subió la ventana del auto. No tardo mucho en salir de él, y mientras acomodaba su bolso en su hombro, ponía el seguro. Era algo habitual encontrar a chicos conducir a sus escuelas, en particular a una como está. Autos deportivos, y camionetas muy lujosas se estacionaban todos los días a unos metros de los autobuses. Nada fuera de lo común en ese sitio, después de todo para ellos era alto normal.

El chico capitán del equipo de fútbol siempre llegaba a la escuela en su Ferrari amarillo. Amaba los autos, pero el color que adornaba esa maquina le quitaba mucho crédito. Pero supongo que eso era lo que su familia le ofrecía a diario, corriéndole los caprichos a su hijo. Ese era Shawn Mendes el chico popular de la escuela, del que todos hablaban, y del cual las chicas estaban dispuestas hacer lo que sea por tener un poco de su atención. Lo primero que hacia al bajar de su auto era saludar a sus amigos y compañeros de equipo de una forma muy presumida, saludos extraños y saltos como cavernícolas en su descubrimiento del fuego, algo muy raro, y después coqueteaba con algunas chicas que llamaban su atención, porque cada vez que le gustaba alguien le sonreía hasta obtener lo que quería, llevárselas de la escuela en su lujoso auto. Luego se podían escuchar los murmullos de los chicos y los videos que circulaban en redes por culpa suya y que él no negaba. Cosa absurda, pero muy real. Ver a jóvenes virginales en manos de chicos que sólo quieren agregarlas a su lista de trofeos causa nauseas de sólo pensar en la falta de inteligencia de aquellas personas.

Y de él se podía pensar muchas cosas.

—Hola.

Guardo mi ultimo libro en el casillero, y me giro sobre mis propios talones cuando escucho ese saludo. Camila me observa a pocos metros de distancia con sus manos detrás de su espalda, balanceándose sobre sus propios pies de adelante hacia atrás y sonriéndome también.

Lleva su cabello castaño suelto esta mañana y su bolso sobre su hombro izquierdo.

—H-hola. —Le sonrío, o al menos eso intento cuando veo algunas personas dirigirnos la mirada algo dudosa.

—Quiero hacerte una invitación a una fiesta que daré mañana.

—¿Mañana?

—Sí, en mi casa.

—Yo, no sé si...

—Mira.

No me da mucho tiempo a protestar cuando siento que toma mi brazo y hace que la manga del chaleco junto con la camisa retrocedan un poco, y cuando está apunto de escribir se detiene observando mi muñeca.

—Wow, tienes un tatuaje. —Me mira un instante, sorprendida tal vez, y detalla libremente con su pulgar la abeja dibujada sobre tinta negra en aquella piel tan pálida. Yo por otro lado no puedo estar más roja. Estábamos muy cerca, sentía mi corazón latir con fuerza cada vez que deslizaba sus dedos por las alas de la abeja. —No creí que tuvieses un tatuaje.

—En realidad son seis.

Abre la boca con sorpresa.

Amor en tiempos difíciles; Camren  [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora