C A P Í T U L O 14

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Lauren

La madera desgastada ya había llegado a su punto más débil. El aire frío y la humedad hicieron que empeorara estos últimos días, por lo que ya era obligatorio hacer un cambio.

Pero en ese caso yo debía hacer el cambio. Si en casa algo se estropeaba, yo misma lo arreglaba, ahorrabas mucho dinero cuando sabes de electricidad, mecánica, carpintería o plomería. No tenía ningún título, o certificado que lo probara, pero había ganado gran experiencia con las prácticas que realizaban en mi antigua escuela.

Eso contaba.

No me tomó mucho tiempo lijar el marco de la puerta, colocarle sellador para que no se viese afectada al igual que la puerta esta vez. Me aseguré de que las chapas estuviesen bien puestas y que la cerradura encajara perfectamente al introducir la llave. Definitivamente era una obra de arte, y no pude evitar sonreír cuando miré los resultados por mi misma al entrar y salir.

Me detuve un momento más sobre el césped amarillento y húmedo para admirar los cambios que se había hecho en casa ese día. Aparte de la puerta, algunos cuadros nuevos remplazan los viejos que se caían a pedazos de la pared. El trabajo se reflejaba, y los ahorro bien invertido daba sin duda increíbles resultados.

—¡Qué buen trabajo!

El escalofrió que recorrió mi cuerpo me hizo saltar en mi propio lugar, a lo que gano una risilla de aquella persona.

¿Tan concentrada estaba que no me había dado cuenta?

Me giré de inmediato para confrontar a a la persona, pero para mi gran sorpresa era Camila la persona que se encontraba apoya sobre el pequeño portoncillo que separaba la acera de mi casa. No pude evitar sonrojarme cuando la vi. Ciertamente no esperaba encontrármela ahí, justamente hoy.

El abrigo rosa le llegaba a las piernas, y su larga bufanda caía de sus hombros igual que su cabello. Podía notar el frío que le causaba a su piel algo pálida y enrojecida en la punta de la nariz al igual que sus mejillas.

Hacia frío y yo apenas si cubría mi cuerpo con una delgada playera manga larga y unos pantalones vaqueros justo como los de Camila en color negro.

—¿Qué haces aquí? —Le pregunté en cuanto cruzó la reja para llegar a mí.

—Quise venir a verte. —Mi cuerpo no supo como responder en cuanto sus brazos me rodearon la cintura para abrazarme.

—Camila, estoy sucia.

—No me importa. —Se aferró más a mí, y yo no pude hacer más que aferrarme a ella también, rodear su cuello y acariciar su pelo. —Veo que estabas ocupada.

Planta un beso en mi mejilla antes de separarse, Sus delgados dedos se pasean por la correa que sostienen algunas herramientas sobre mi cintura.

Mi corazón por otro lado estaba ya en su punto máximo. Su ligera acción había causado que mis sentidos se agudizaran y que los escalofríos sólo empeoraran. Era sin duda un verdadero caos emocional lo que ella causaba.

—¿Lo has hecho tú sola? —Asiento, porque es lo único que consigo hacer, y respirar cuando se separa de mí, encaminándose hacía la entrada. —Vaya, estoy impresionada.

—Tenía que cambiar la madera, estaba desgastada y la humedad solo hacía que empeorara.

—Así que se te da bien la carpintería, por lo que veo.

Me sonrojo más si es posible. Sin duda era un tómate en ese momento, no estaba para nada acostumbrada a los halagos y Camila los soltaba de forma tan directa y simple como si fuese lo más habitual del mundo, pero no lo son.

Amor en tiempos difíciles; Camren  [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora