Dalia temblaba. El teléfono anunciaba una llamada entrante, pero su cuerpo continuaba aturdido. Con gentileza, como si estuviese lidiando con un animal frágil, manos gentiles gesticularon hacia la mano que Dalia Rodríguez acunaba contra su pecho.
― No es una fractura.
El corazón de la patinadora se sacudió. Aún cuando el dolor palpitante en su brazo era intenso, recordaba cómo se sentía una fractura. No obstante, el daño estaba hecho. En los pasillos de la Arena, el caos se había desatado. Los periodistas y camarógrafos presentes rondaban el lugar como aves de presa, sedientos de noticias. Dalia sospechaba que la expresión en su rostro era suficiente para el doctor. No le dijo nada más, sino que continuó evaluando la situación bajo la piel al tiempo que escaneaba los gestos de dolor de su paciente.
No apartó la mirada sino hasta que Dalia comenzó a llorar - o al menos, desde que un par de lágrimas le dibujaron líneas en las mejillas. El Doctor de la ISU debía de estar acostumbrado a las emociones de un atleta frente a él. Usualmente veía miradas determinadas resquebrajarse; era su deber frenar metas y sueños con noticias duras.
— Recomendaría que...
— Por favor — Dalia murmuró.
— El riesgo en estos casos siempre es un dolor extendido por más tiempo, pues la falta de descanso atrasa la recuperación. Y sin la atención adecuada, un caso más grave. Una lesión de mayor nivel implica ser más propenso a recaer y continuar con problemas en una misma área.
Irene asintió, y la pregunta que Dalia sabía que venía hizo su miedo subir por su estómago hasta la parte trasera de su garganta.
— ¿Cúal es el riesgo de patinar a un nivel controlado de esfuerzo, considerando la cercanía de las Olímpiadas?
La palabra 'Olímpiadas' se repetía como un canto en los pensamientos de Dalia. Inminente, el tiempo presionaba a atletas y entrenadores por igual. Dalia se preguntaba si cada temporada olímpica era igualmente... miserable. Esperaba experimentar muchas más, sin sentirse tan abatida e impotente.
Había una historia oficial, una que hablaba de un aterrizaje de un Triple Flip peligroso contra las paredes de la pista, tras una entrada algo torpe (gracias a un empujoncito accidental por parte de otra patinadora de aspecto nervioso). Los accidentes pasan, es desafortunado, ¿verdad?
Dalia intentaba no ahogarse en sus emociones, una mezcla de nervios, miedo y enojo, consciente de la dificultad extra que representaba una lesión de muñeca. Al menos, el Doctor había recomendado limitación de movimiento por inflamación. Tendría que hacer lo mejor posible con su situación.
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Era un deja vú. Desde los nudillos hasta la mitad del antebrazo izquierdo, una venda pálida cubría la piel de la patinadora ingresando al hielo, visible aún bajo la manga del vestido. Yuzuru sintió un peso en su estomágo, el plástico del asiento de las graderías de pronto helado y el aire frío llevándose la sensación en su rostro.
Yuzuru había visto esa misma expresión en alguno de sus propios videos de años atrás. Dalia se ocultaba como un animal herido protegiéndose para atravesar solo su momento de vulnerabilidad. La española le había pedido con la suavidad y calma que pudo llevar a su voz, dejarla calmarse por si sola. Y por supuesto que lo entendía, y lo respetaba - incluso le gustaba que verbalizara sus pensamientos.
Pero, era difícil. ¿Estaba haciendo el mundo girar a su alrededor si se sentía mal por Dalia?
Dalia Rodríguez fue anunciada como competidora a punto ser evaluada, a pesar de las especulaciones de lesión que la rodeaban minutos antes de su participación. Y así, bajo el foco del mundo, el programa corto de su primer evento del Grand Prix inició.
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Songs for us
FanfictionEllos decían que algunas canciones les recordaban a nosotros, cada canción que bailamos. Pero siempre había música alrededor. Ellos se equivocaban. Se trataba de cada canción tocando cuando estabas a mi lado, cuando no te dabas cuenta y mis ojos no...