CANCIÓN TRES: Treat You Better. Shawn Mendes.
CANCIÓN CUATRO: My Sweet Baby. One Ok Rock.
—¡¡Corre, corre!!
Dos minutos tarde a su entrenamiento, e Irene la forzaba a mantenerse en movimiento sin piedad alguna. Sus pies ardían y ya no escuchaba la música, solo sabía que sus pies rogaban que se detuviese, y sus piernas no querían elevar otro salto más.
Estúpido entrenamiento de resistencia, pensó con furia, pero no se detuvo. Tendría que repetir todos los ejercicios si paraba.
Giró, y se tambaleó ligeramente en su posición Camel -lo que por supuesto coach notó- y cerró los ojos con fuerza.
No duele, no duele, no duele. Abrió los ojos cuando recordó el entrenamiento con su tía, y se levantó su pierna libre tentativamente.
No, así no, señaló para si misma, pero ya iba de camino al suelo. Maldita sea.
— DALIA— gritó Irene, y entró a la pista en un segundo.
Con el frío contra su espalda, y un latigazo de dolor que encontró normal para alguien que acababa de salvar su cabeza de chocar contra el hielo con un giro que debía de lucir aparatoso para cualquier espectador; suspiró. Eso podía haber ido mucho peor.
Terminó visitando el doctor, luego de la sesión de gritos de su dos entrenadoras, Irene y Carolina Sanz. Ni siquiera le dolía lo que el doctor señaló "hinchado debido a la caída", sentía tantas molestias en mil partes distintas del cuerpo -gracias al entrenamiento extremo- que uno más daba igual.
— En serio, ¿Qué demonios estabas haciendo?
Desafiando a la gravedad. Se mantuvo callada.
—¿Sabes que la oportunidad de clasificar a la final se puede ir en dos segundos si no tienes un buen desempeño en Sapporo? — Lo sabía. Era lo que la mantenía despierta por las noches: su cabeza era un caos ansioso experto en formular escenarios horribles—. ¿Y cómo tendrás un buen desempeño si te lesionas una semana antes?
— Lo siento—susurró.
—¿Sabes lo histérica que se pondrá tu madre como descubra que tuviste que venir al médico?
Y lo descubrió. Era un mal día para ser Dalia Rodríguez.
— Mamá, estoy bien— aseguró por centésima vez a Florence Luzhin, preguntándose si prefería los gritos de coach.
Eventualmente se retiró a su habitación cuando tuvo demasiado y se sintió a punto de colapsar. Ni siquiera abrió sus libros. Al carajo con la universidad por un día.
Se arrepintió de esa decisión al día siguiente.
— Dalia, la fecha límite es hoy— dijo Galilea, su compañera de Gramática Inglesa I. Dalia quiso golpear su cabeza contra la mesa de su habitación, repetidas veces. Ya le dolía cada musculo en su cuerpo, así que no lo hizo.
— A medio día.
—¿¡QUÉ!?
Tenía entrenamiento en el gimnasio por la mañana, no había forma de que… Intentando no entrar en un ataque de pánico, tomó una rápida decisión. Y comenzó a escribir a toda velocidad.
[…]— Odio la normalidad que el miedo a reprobar ese estúpido curso me trae. Tengo mil cosas por las que preocuparme, ¿sabes? El dolor en mi espalda, mi entrenamiento reducido, la competencia la próxima semana…
— No vas a reprobar, Leah. Tus parciales prácticamente parecen hechos por una máquina—aseguro Gilian, dándole un vistazo al folio de papeles universitarios de su amiga—. ¿Diez, diez y nueve punto ocho? ¿Qué demonios?
Pero Dalia no podía dejar de pensar en el ensayo de diez páginas hecho en menos de tres horas, enviado quince minutos antes del corte con apenas una leve revisión. Necesitaba distracciones para no sucumbir a su ansiedad, y no podía patinar por órdenes de coach - y por el bien de su próxima presentación. Por suerte para ella, sus amigos no querían dejar pasar la oportunidad de una salida con su amiga intensa que siempre estaba entrenando o pensando en figure skating, y que por un día, tenía prohibido hacerlo.
— Hola, chicos—Mariluna llegó corriendo y saludó cariñosamente, con una sonrisa de oreja a oreja. No quería perderse la oportunidad que Gilian había soltado durante el almuerzo.
Tres amigos entraron al centro comercial, y anduvieron sin rumbo fijo: del cine -donde pasaban una película de horror malísima-, al Karaoke -donde rieron y entre bromas enseñaron en Instagram sus dotes con el micrófono. También entraron a un restaurante mexicano -dónde el instinto de Dalia se vio a prueba: no podía comer ciertas cosas tan cerca de una presentación, súper metabolismo o no.
January se hizo presente más tarde -por problemas de horarios universitarios-, y entonces dieron con un lugar aún más curioso.
— Esto no estaba aquí antes.
Cuatro adolescentes se encontraban frente a una pista de patinaje recientemente abierta.
— Uh, no creo que esto sea una buena idea—. Pero sus amigos la arrastraron dentro. Una vez que tenía puestos un par de patines alquilados, se replanteo la situación.
Nunca había usado unos patines de ruedas.
— Respira, puedes hacerlo…—. Se puso de pie, dio dos pasos, y sus ojos se ampliaron cuando resbaló— O no…—. Gilian tras ella se convirtió en su asiento. Hechos un nudo humano, los dos lucharon para ponerse de pie mientras Mariluna y January -ya en la pista- se desternillaban de risa.
No podía ser tan complicado. Patines, superficie completamente lisa y menos resbalosa, por lo tanto, menos dificultad. Se equivocaba. Estaba tan acostumbrada al hielo que aquella superficie era el infierno. Las ruedas bajo sus pies no le provocaban la misma sensación que las cuchillas dibujando sobre el hielo. Figure skater hasta la médula, pensó divertida mientras vigilaba el movimiento de sus pies.
Consiguió el truco luego de un rato. Podía replicar sus backward crossovers, y sintiéndose intrépida realizó un Salchow simple. Cuando lo tuvo controlado intentó con un doble.
—Vaya, eso escaló rápido—bromeó Gilian—. Tardaste…¿qué? Quince minutos en pasar de principiante a saltando-por-todas-partes.
— Ugh, odio a la gente asquerosamente talentosa—gruñó January y los cuatro rieron.
Eran poquísimos los días como aquel, pero se alegraba de que durante las partes difíciles, pudiese simplemente reírse de las bromas de sus amigos.
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Songs for us
FanfictionEllos decían que algunas canciones les recordaban a nosotros, cada canción que bailamos. Pero siempre había música alrededor. Ellos se equivocaban. Se trataba de cada canción tocando cuando estabas a mi lado, cuando no te dabas cuenta y mis ojos no...