Treinta y seis. Recuérdame que me extrañas.

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― ¿Crees que se atreva a meterse con Hiroyuki?

Irene negó, aunque miraba a un punto al otro lado de la pista fijamente. Luego, la rusa se giró a su pupila y sonrió.

― Es mi pupilo. Si se atreve a desviarlo de mis planes y arruina aunque sea la postura de un dedo del muchacho, yo misma lo llevaré al hospital.

No preguntó para qué tendría el peor entrenador del Club, Iván Paz, que ir al hospital. No era necesario al ver la mirada de Irene.

El problema era que no había forma de escapar a aquel hombre durante esa temporada al menos. Irene Zhdánov tenía dos patinadores compitiendo a nivel internacional, Junior y Senior, y eventualmente, no iba a estar presente para cuidar a uno o el otro.

― Ahora que lo pienso, ¿por qué no dices lo mismo de mí?

Normalmente, la rusa era una coach de rostro serio e intimidante, aunque era bien sabido en Majadahonda que la mujer tenía debilidad por sus patinadores. Eso, o ambos se habían acostumbrado a la fuerte personalidad al punto en que no les afectaba y podían tomarle el pelo. No muchos se atrevían a escogerla como entrenadora, a pesar de ser la mejor del lugar (con claros resultados además).

Irene se encogió de hombros, tomó su bolso y comenzó a caminar a la salida de la pista.

― ¡Hey! ― Dalia se quejó con un puchero, pero luego se le escapó una risita. Ni siquiera Irene podía detener a Dalia la mayor parte del tiempo, si alguien iba a sufrir, era el coach Iván lidiando con ella.

~~~

Gilian solamente escuchaba 'Yuzuru esto', 'Yuzuru aquello' y nada más. Había dejado de poner atención después de cinco minutos. Francamente, no le sorprendía: Mariluna y January habían preguntado por la experiencia en Toronto y ya sabía que nadie podría callar a Dalia el resto de la tarde. No le molestaba, pero tampoco le preocupaba saber más de lo necesario.

— ¿Sabéis lo mágico que es ver Ballade en Prácticas? Incluso conseguí ver el traje que usará.

Más tarde, Gilian se dedicó a leer su libro de Programación I, había desarrollado una manía por intentar absorber información en cualquier momento que estuviese libre.

— Gil―. Naturalmente, sus amigas estaban conscientes de que una vez cuando se aburría su cerebro se desconectaba de la conversación―. ¿Qué tal estuvo tu presentación como pianista? Tal vez podríamos obligarle a tocar algo en alguna presentación en España, quiero verlo.

Gilian bufó.

― Leah dijo 'solo una vez'― se encogió de hombros.

Solamente lo había hecho porque Dalia adoraba su música, y siempre hablaba sin cesar de lo mucho que quería patinar con música en vivo... Gilian solamente le había ayudado a cumplir un sueño. ¿Tenía favoritismos entre sus amigas? Si. No le importaba.

― ¿Y... cómo ha estado Florence, Dalia?― Malu preguntó suavemente.

La otra chica se encogió de hombros, pero Gilian rodó los ojos y clavó la mirada en su libro.

― No hemos hablado realmente en... ¿ahora son meses?― asintió para sí misma.

Pero no dejaba de estar presente, Gilian sabía. Su mente viajó a los moratones cubriendo su cuerpo la última vez que Florence Luzhin había aparecido para causarle un ataque de pánico a su hija. No obstante, contrario a sus recuerdos, su piel estaba limpia, saludable.

¿Cuánto hasta que aparezca otra vez...?

― Yo... creo que debería de decirte algo― January susurró, mirando a la mesa en la que estaba sentado el grupo de amigos en algún restaurante de comida rápida en Madrid. No obstante, a pesar de la mirada asustada que su amiga le lanzó, Dalia no parecía verse afectada por esto.

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