Ocho.A través de la pantalla.

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  Los eventos del Grand Prix finalmente iniciaron, las tablas de puntajes comenzaron a tomar forma, los favoritos aparecieron- y la ansiedad de Dalia también. Sus dos salidas a escena estaban demasiado cerca una de la otra –ambas en noviembre- y mientras tanto, aunque podía entrenar más, comenzaba a impacientarse.

Alrededor del Globo cada patinador trabajaba en sus programas y observaba las transmisiones de los asistentes a otros eventos; al mismo tiempo, Dalia Rodríguez comenzaba su primer año universitario en la ciudad de Madrid.

Representando a Japón. Damas y caballeros, Yuzuru Hanyu.

Una flexible española dejó de sostener sus piernas en una postura extraña de Yoga, para admirar al hombre vestido de... No, aun no le gustaba ese traje. Además, era blanco, las líneas de sus estilizadas piernas se perdían en contraste con el hielo: ¡un crimen!

— Ganbatte Yuzu— susurró.

La canción del programa libre, sin embargo, era preciosa y Dalia no apartó la vista un segundo de aquel príncipe del hielo, pero seguía recibiendo una vibra extraña del patinaje del chico. Sí, sus movimientos eran bellos, pero lucía apagado -rígido incluso, considerando la flexibilidad que poseía.

—¡¡SI!!— Celebró cuando el aterrizó su triple Axel perfectamente—¡ESO ES DE LO QUE HABLO!

Dalen'ka— Un golpe sonó en su puerta y una voz se quejó en ruso—Molchalivyy pozhaluysta (N/A: Guarda silencio, por favor).

—¡Lo siento!— Su madre pensaba que estaba trabajando en un proyecto universitario, pero en realidad realizaba Yoga en el suelo de su habitación mientras veía el Livestream del Skate Canadá en su laptop. No tenía cabeza para proyectos en ese momento.

Había repasado listas de participantes, así que sabía que vería a Javi y a Misha en Francia, y a su vez se enfrentaría a su amiga Gabrielle. Posteriormente, en el NKH Trophy se reencontraría con Nam-quien se lo había hecho saber tan pronto como se enteró- y con Yuzuru. Después de ver la Gala de Skate América no podía esperar para observar su Notte Stelatta en vivo.

—¿Qué estás haciendo?

— Mish y yo montamos un programa de exhibición anoche. Entre otras cosas.

—¿Apuntando alto?

Ella sonrió, descarada.

— Por supuesto.

—¿Puedo ver? —. Dalia asintió.

— Necesito ojos afuera, pero creo que lo tengo todo aquí— Se tocó la sien con el índice—. Revisa la armonía de mis movimientos, por favor.

Dalia no entrenaba en una pista privada, por lo que dependiendo de la hora, diferentes personas -aprendices en su mayoría- circulaban por el hielo. Sin embargo, ella tenía permitido monopolizar la música cuando no había nadie más practicando programas de competencia. Así que le hizo señas a la chica sentada junto al equipo de sonido, y otra canción que no era la de Ed Sheeran, llenó la estancia. No importó, Dalia se movió de todas formas.

La melodía era familiar, y todos los ojos se posaron en Dalia, los niños detenían su práctica y señalaban a la chica -"quiero ser como los profesionales" decían-, los entrenadores dejaban que sus niños se salieran unos segundos de la fila para apreciar el espectáculo.

—¿Es fan de Yuzuru?— Una chica alta de piel morena preguntó, inclinándose para admirar a la concentrada patinadora mezclando giros al otro lado de la pista.

Frunció el ceño, incómodo por la interacción con una desconocida, pero asintió.

—¿Por qué?— No pudo evitar preguntar.

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