- No, al demonio con el descanso- le dijo a su coach, y echó a correr hacia las graderías.
Extrañamente, la inauguración del evento estaba ubicada entre los bloques de programas cortos de las dos categorías de patinaje individual. Al menos eso -sumado al lento zamboni reacondicionando el hielo- le permitió lograrlo a tiempo para los programas de los chicos.
Aun seguía en una bruma luego de recibir la pequeña medalla que se otorgaba por su victoria en el programa corto, y la conferencia de prensa post-programa.
- Eso significa que...- había susurrado a su coach cuando el resultado de Elizabet Tursynbaeva, la última chica del segundo grupo, fue anunciado.
- Si las señoritas rusas no pudieron pasar tu puntaje, el segundo grupo no tenía muchas oportunidades. No digo que no fuese posible, pero...
Envueltos en palabras ácidas, pescar un elogio de su coach nunca era fácil, pero cuatro años conviviendo con la mujer rusa más de la mitad de su día, seis veces por semana, le habían enseñado un par de habilidades extra.
Los flashes destellaron y era ella quien tenía el centro, el lugar para el oro. Finalmente su trabajo duro daba frutos, y su patinaje era reconocido. La sorpresa de escuchar a un entrevistador japonés llamarla "una promesa del deporte" casi la hizo abrazar al hombre, y la conversación de dos reporteros rusos -que probablemente no sabían ella podía entenderles- fue como añadir gasolina al ya ardiente fuego fluyendo por sus venas. "Buena presentación, pero no puede hacerle frente al puntaje mas bajo de Evgenia ni con su mejor repertorio" uno dijo, y ella casi se rió.
¿Quién dijo algo sobre mi mejor repertorio? Incluso ella estaba consciente de la excelencia de la joven campeona de nacionalidad rusa; también sabía que desarrollar sus programas, resistencia y demás para alcanzar un puntaje capaz de hacerle competencia no iba a pasar de un segundo para otro. Pero, ¿puedes decir con certeza que has visto el cien por ciento de un patinador si no estás en sus zapatos?
Medalla en su cuello, fue recibida por una variedad de expresiones cuando finalmente consiguió alejarse de la frenética prensa. Encontró algunas miradas que decían "Oh, no eres rusa" bastante curiosas, otras cálidas que fueron sucedidas por una serie de selfies e intercambios incómodos con coaches forzados a tomar fotografías. No obstante, hubo una mirada sin palabras que se quedo con ella mucho después.
Sus ojos parecían perforar todo lo que encontraban, y ella sabía lo que aquello significaba. Era la mirada hambrienta que siempre tenía dentro de la pista -lista para conquistar el mundo.
- Deja de tontear con el campeón, y sigue caminando, Dalia- farfulló coach Irene tras ella, fastidiada tras el lento desfile por el pasillo.
Quince minutos antes del programa corto de los chicos, tuvo la oportunidad de reunirse con Nam y Shoma en las graderías, aunque Nam eventualmente tuvo que marcharse. El canadiense debía prepararse para su entrada a escena -era el encargado del cierre del último grupo.
- Omedeto, Leah-san- Shoma Uno le dijo con una sonrisa amable y una inclinación de cabeza, cuando ella se sentó a su lado -el zamboni aún haciendo su trabajo en el hielo.
La comunicación era bastante limitada, considerando que tanto sabían del idioma del otro, pero aquello podía entenderlo. Aún quería gritar de emoción cada vez que uno de esos chicos reconocidos como los mejores (y que ella tanto admiraba), la felicitaban. Pero, a riesgo de parecer loca frente a Nathan, Yuzuru, Shoma, las chicas o cualquier testigo visual, guardó los gritos para cuando estuviese sola en su habitación.
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Songs for us
FanfictionEllos decían que algunas canciones les recordaban a nosotros, cada canción que bailamos. Pero siempre había música alrededor. Ellos se equivocaban. Se trataba de cada canción tocando cuando estabas a mi lado, cuando no te dabas cuenta y mis ojos no...