Jueves 8 de diciembre del 2016, Marsella.
Agotada pero incapaz de dormir, simplemente existía con su cabeza descansando sobre la mesa, sus ojos viendo la aguja del reloj avanzar dolorosamente lento. Y entonces -no estaba segura del cómo-, se encontró rodeada. A su lado Javier desayunaba charlando entusiasmado con Alex y Maia Shibutani, y frente a ella un soñoliento Shoma Uno parecía a punto de colapsar sobre su comida.
Shoma atrapó la mirada divertida de la chica y se frotó los ojos, avergonzado- como un adorable niño pequeño de despeinado cabello rizado con un mohín bailando en sus labios cuando estaba cansado.
— Yo... dormir poco— dijo lentamente en inglés.
— Yo no dormí— Dalia respondió, y ambos se miraron con el cansancio escrito en sus ojos—. Espera, ¡tú compites hoy!
— Daiyobu desu. (N/A: Estoy bien)
Ella negó.
— ¡No, no está bien! ¿Cómo darás lo mejor si estás cansado?
— Puedo hacerlo, Leah-san... — Otra persona de aspecto soñoliento se sentó en la mesa, y los adolescentes discutiendo se congelaron. Al menos dos segundos hasta que Dalia descubrió a Yuzuru a su lado, y la sonrisa que le dio lucía exactamente igual a la de Shoma.
Estos dos, lo juro, son imposibles.
— Ah, el bello durmiente ha aparecido—. Javi dijo, a modo de saludo.
En el comedor del Hotel, todos los patinadores -Senior y Junior de diversas categorías- parecían recién salidos del baño -limpios y perfumados-, la mayoría preparándose para el primer día de competencias junto a su entrenador. Claramente su mesa era la excepción.
Más tarde, durante las prácticas, el patrón comenzó a parecerle obvio. El español tenía a sus amigos cuidándola, más que eso, parecía estar usando a sus conocidos para mantener las ansias de Dalia adormecidas con algo más: su fanatismo por los japoneses.
— Javier Fernández, venid un momento— Tiró del patinador estirando a su lado y lo aparto un poco de los oyentes—. ¿Qué estáis haciendo?
Las cejas del patinador se alzaron pero sus ojos le traicionaron. Ella suspiró.
— Javi, no es necesario que hagáis esto.
Si algo caracterizaba al hombre, era cuan sobreprotector se volvía si pensaba que algo andaba mal -y tenía un sentido excelente para percibirlo.
— ¿El qué? —preguntó en un tono inocente, pero su sonrisa era descarada. Ella negó, y bajó la mirada al suelo. Javier, perspicaz como nadie, la rodeó con sus brazos y le besó la coronilla—. Has llegado hasta aquí, hermanita, puedes hacerlo.
Incapaz de atravesar el nudo en su garganta, asintió. Javier podía no saber lo que ocurría -quizás su sobreprotección se debía al comentario sobre su trastorno ansioso durante el Trofeo Eric Bompard, o quizás era solo Javi siendo Javi-, pero sus palabras eran exactamente lo que necesita en esos momentos.
Saltó como un conejo cuando un flash destelló cerca y al girarse descubrió tres figuras familiares -una de ellas apuntándoles con la cámara de un móvil. La familia de Javi.
— ¡Laura!
— ¡Dalia!
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Ella sonreía, pero no podía evitar recordar las palabras de un rubio al que conocía desde hace mucho tiempo -pues siempre estaba pegado a Dalia Rodríguez como la mugre en sus uñas-, después de la prácticas el día anterior.
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Songs for us
FanfictionEllos decían que algunas canciones les recordaban a nosotros, cada canción que bailamos. Pero siempre había música alrededor. Ellos se equivocaban. Se trataba de cada canción tocando cuando estabas a mi lado, cuando no te dabas cuenta y mis ojos no...